Ánimos

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A la mañana siguiente se levantó, se lavó la cara, los dientes y se vistió. Luego bajo al Gran Comedor a desayunar.
Aún era bastante temprano así que pocos ya estaban allí comiendo. Se sentó y se preparó su desayuno.
Ya casi por terminar divisó a Draco entrando por las puertas. Seguía teniendo el mismo aspecto que ayer, así que quizá hoy pondría en marcha su idea de animarlo.
Terminó y se fue a su primera clase del día.

Para Draco todo parecía ir de mal en peor, desde que llegó no paraba de recibir burlas de sus compañeros, de cualquier casa. Ya no les responde como hubiese hecho antes, deja que hablen y hablen, pero eso parece incentivarlos más.
Esa mañana despertó como pudo, arregló sus cosas y bajó para desayunar.
Se golpeó mentalmente. No podía estar ese aspecto, tenía que volver a ser él sin serlo en su totalidad. Dejaría los prejuicios pero su orgullo y ego quedarían como estaban.

Astoria volvió de su hermoso día muy agotada, llegó a su cuarto, se tiró a su cama, cerró los ojos unos minutos y luego se paró para ir a bañarse. Salió, se puso otra vez su ropa y escribió la carta para Draco. Buscó en su libro y encontró una que podría ir muy bien con él. La traspasó y después bajó para ir a cenar, comería rápido para ir a llevarle eso a su lechuza.

Draco se recostó en su cama, agotado de las tareas. Y para variar las burlas no cesaban, él hacía oídos sordos pero no servían de mucho.
Pasaron unos minutos y una lechuza negra tocó su ventana. Dejo pasar al ave que traía una nota. Despacio se la quitó y aparentemente quien sea que se le haya mandado no esperaba una respuesta porque la lechuza se fue por dónde había venido. Draco abrió la carta y la leyó.

Toda experiencia que nos obliga a enfrentar el miedo cara a cara nos hace más fuertes, aumenta nuestro valor y nuestra confianza.
                                           Eleanor Roosevelt.

Quedó muy sorprendido, ¿Quién podría haberle mandado esto y por qué lo hacía?
Él no necesitaba mensajitos para que su día mejorase. Tendría que cambiar su cara de agotado ya.
Releyó el mensaje y rió. Lo guardó en el cajón y se quitó la ropa y fue a darse una ducha.
...aunque con una muy leve sonrisa. era una muy buena frase.

No te rindas; DrastoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora