8. El sueño de la cafetería

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En 2020, hasta agosto, se registraron 208 feminicidios en Argentina.




Lima y Kinsasa eran chicas solitarias, en los almuerzos se les veía sin compañía y Caribe en realidad no conocía a ninguno de sus amigos. Delhi no era un imán de amigos, pero se había vuelto unida con Caribe desde que el club comenzó.

Ya habían asistido a numerosas sesiones a lo largo de tres semanas. Caribe se había distanciado de Sammy y Tanny sin darse cuenta. Comenzaba a pasar más tiempo con Delhi y, a veces, con Kinsasa. Lima solo se juntaba con ellas en las sesiones y las pocas veces que se la topaban en pasillos o clases.

Aquella mañana, Delhi y Caribe estaban tomando el almuerzo en la cancha de fútbol americano. No había entrenamiento ni partido, así que se sentaron a la mitad del campo para disfrutar del día soleado. Estaban hablando de una película romántica, cuando Latina se acercó a ellas con una sonrisa.

Caribe por un momento no creyó que Latina en serio las estuviese saludando. Ella era la chica más popular de la preparatoria y casi de la ciudad. Tenía miles de seguidores en Instagram y era bastante dedicada a su vida como influencer.

—¿Cómo están, chicas? —preguntó con una sonrisa.

Caribe le sonrió de vuelta y dejó que Delhi respondiese mientras ella intentaba contener los nervios.

—Todo bien, Lat. ¿Y tú?

—Bien, bien. Es que he estado llamándote pero no me has respondido, me preocupé un poco. —Latina rio nerviosamente. —Por casualidad, ¿tienes los, uh, folletos?

Caribe frunció el ceño. No estaba entendiendo la conversación. Jamás pensó que alguien como Delhi conociera a alguien como Latina, mucho menos que Latina pidiera favores a Delhi.

Delhi chasqueó los dedos, recordando.

—¡Oh, claro, lo siento! —se disculpó mientras rebuscaba en su bolso. —Mi celular murió y olvidé el cargador en casa. Pensaba esperar hasta Sociales para dártelos, pero ya que estás aquí...

—No es necesario que sea aquí-aquí —se apresuró a decir Latina, lanzándole una mirada a Caribe. —Puede ser cuando estemos... a solas —añadió, con una sonrisa educada.

Caribe entendió la indirecta y se puso de pie.

—Puedo ir a caminar un par de vueltas a la cancha para darles privacidad —ofreció.

Latina agradeció y Delhi le dijo que no tardarían mucho.

Caribe caminó alrededor de la cancha por algunos minutos. Revisó sus mensajes un par de veces, saludó a algunos chicos que estaban almorzando en las gradas... A la distancia observó que Latina abrazó a Delhi, asintiendo a algo que Delhi le decía. Se despidieron con un beso en la mejilla y Caribe retomó su lugar en el césped.

—¿Por qué no me dijiste que eras amiga de Latina? —reprochó Caribe.

Delhi rio.

—No somos como tal amigas. —Se encogió de hombros.

Caribe esperó varios segundos a que Delhi continuase con alguna explicación, sin resultado.

—Ajá, ¿entonces cuál es su historia? —insistió Caribe. —¿Y de qué eran esos folletos? Si Latina lo quiere, ¡yo también quiero uno!

Delhi negó con la cabeza.

—No hagas más preguntas, Cari. ¿Por qué crees que Latina pidió un momento a solas?

El Club de las CulpablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora