13. El apoyo de los padres

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En México, de cada mil casos de abuso, solo uno llega a condena.




 Los padres de Caribe se encontraban en la oficina del subdirector. Lima y el subdirector habían salido para darles algo de tiempo privado. Esa no era la manera en la que Caribe quería que sus padres se enteraran, pero ya no tenía otra alternativa.

—¿Fuiste... violada? —murmuró su mamá con incredulidad.

El subdirector se lo había comentado a sus padres como si se tratara de

Su papá parecía molesto, pero Caribe no lograba descifrar por qué.

—Sí, ma. Lamento no haberte dicho antes. No quería que supieras por el subdirector.

—¿Y por qué no lo hiciste? ¿Por qué no nos dijiste antes? —cuestionó su padre.

Caribe se encogió de hombros.

—Tengo una amiga que dice que estamos para apoyar, no para juzgar. No lo había entendido hasta que yo fui la que se sintió juzgada. Ya estoy siendo juzgada a diario por toda la preparatoria, eso puedo soportarlo. Lo que no puedo soportar es ser juzgada por ustedes. Aún no me sentía lista.

La mamá de Caribe colocó una mano en su pecho, procesando la idea de que su pequeña había sido tocada. Había sido violada.

Su papá se puso de pie y miró a Caribe con seriedad.

—¿Creíste que nosotros te juzgaríamos?

—Sí. —Caribe asintió, desviando la mirada. —No paso mucho tiempo con ustedes, pero el tiempo que sí, solo los escucho criticar a las chicas tatuadas o desaparecidas. Los escucho criticar a la hija de su jefa porque siempre parece tener un novio diferente. Los escucho criticar a su jefa por ser mala madre, cuando la responsabilidad también debe tenerla el padre. Los escucho decir que si una chica desaparece, si una chica es violada, si una chica es acosada... es su culpa. —Caribe tomó una respiración profunda. No había pensado que eso sería tan difícil de decir. —Me tomó mucho tiempo saber que yo no tengo la culpa de nada. Que Lagos es el único responsable. No iba a decirles lo que me sucedió solo para que arruinaran esa confianza en mí. Los amo, pero no estaba lista para decirles.

En ese momento su mamá rompió en lágrimas. Su padre acarició sus hombros, con la mirada sobre Caribe. Ya no era una mirada molesta, ahora era una mirada avergonzada. Una mirada de disculpa.

—Nunca fue nuestra intención... nosotros nunca quisimos... Tú siempre puedes contar con... Eres nuestra niña pequeña... Yo sé que... —Su madre continuaba interrumpiéndose entre sollozos. Caribe se acercó a tomarla de la mano. —Caribe, eres lo más importante para nosotros. Nunca haríamos nada para herirte a propósito.

—Lo sé, mamá, lo sé.

—Nosotros no pensamos que nuestros comentarios te afectarían de esa manera —añadió su papá. Caribe asintió con comprensión. —Lo lamento, Cari, de verdad lo lamento.

Su mamá se puso de pie y rodeó a Caribe en un abrazo que probablemente era más para reconfortarse a ella misma que a Caribe.

—Lo sentimos mucho, mi niña. Oh, Dios, lo sentimos tanto.

Caribe acarició la espalda de su mamá para tranquilizarla. Le sonrió a su papá, mostrando que ella estaba bien.

—¿Qué podemos hacer al respecto? —inquirió su papá con una actitud renovada. —Ese tal Lagos recibirá una denuncia. ¿Se puede demandarlo por violación?

El Club de las CulpablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora