Culpa

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La alarma de Katsuki sonó estrepitosamente despertándolo.

Normalmente se hubiera enojado por ver su sueño interrumpido, pero esa vez era muy diferente.

El sueño era horroroso.

Desde la noticia de la desaparición de Izuku no había podido dormir correctamente; le tomaba mucho tiempo conciliar el sueño, se removía varias veces sobre el colchón y no sabía cómo posicionarse.

Pero jamás llegó a imaginar que la culpa que sentía (sí, él sabía bien que era su culpa) lo carcomiera tanto por dentro que ocasionara pesadillas.

Cada noche, sin falta, soñaba con Izuku.

Soñaba con su rostro lloroso y golpeado, la nariz sangrante y los párpados hinchados por los hematomas. Siempre de rodillas y rogándole que no le golpeara más.

Él nunca se detenía.

Lo golpeaba hasta después de dejarlo inconsciente, en los baños de la escuela, el patio trasero, el aula de clases, la cafetería, la terraza, la pista para correr... Siempre lo había golpeado hasta dejarlo desvanecido en el suelo.

Y luego, el sueño cambiaba a un lugar oscuro y lúgubre, con tanta humedad que alcanzaba a sentir sucia la piel. Por alguna razón algo le hacía levantar la vista y allí estaba Izuku de nuevo.

Pero no inconsciente.

Siempre lo encontraba colgado y muerto.

Con la vista opaca y perdida, junto con marcas de lágrimas en sus pecosas mejillas y los labios azules del ahogo.

Era una imagen tan detallada que cuando despertaba aún permanecía muy nítida en su mente.

Tragó sonoro mientras se quitaba las colchas de encima y se levantaba de la cama.

Se quedó un momento parado en la mitad de la habitación. Y después, sin aviso, empezó a llorar.

No recordaba cuándo fue la última vez que había llorado así, pero presentía que había sido también por aquella personita de verdes cabellos.

🥦🥦🥦

—Bro. —Dijo en voz alta Kirishima mientras lo sacudía del hombro.

Katsuki miró con cansancio a su pelirrojo amigo y suspiró.

—¿Mmm? —Preguntó aún con la boca cerrada.

Kirishima apretó los labios mientras sus cejas se arqueaban en una mueca de angustia y preocupación.

—Ehm, bro, no es por querer meterme en tus cosas ni nada por el estilo. —Explicó el de dientes puntiagudos a su iracundo amigo. —Pero hoy estás muy raro, ¿pasa algo?

Y por primera vez en el día Eijirō pudo ver en el rostro del rubio una sonrisa, aunque esta lucía distorsiona y un poco amarga.

—Pelos de mierda, ¿no has notado algo... Raro?

Kirishima lo miró con los ojos entrecerrados sin saber qué decir.

—¿A qué te refieres Bakubro?

El rubio pareció pensárselo, pero al final terminó hablando.

—Algo que falta. —Respondió seriamente. —¿No?

Miró atentamente como su amigo ponía una pose pensativa y arrugaba el la nariz mientras miraba por el aula.

Lo vio dar vueltas mientras detallaba con ojo crítico cada cosa, pero por su expresión sabía que no se le venía nada a la mente.

—Mmm, ¿Mina tiene el cabello más rosa?

Oh, definitivamente tenía a un estúpido por amigo.

Katsuki bufó enojado para recostarse sobre su pupitre tapando su rostro.

—Olvídalo.

Saber que tres mierdas eran más importantes que Deku le dolía.

Pero a la vez, se sentía culpable de sentirse así.

Él fue quien lo golpeó, amenazó y marginó. Prohibiéndole de cualquier manera tener contacto con alguien de la clase o a atreverse de conseguir un amigo. Lo volvió un apestado, lo hizo valer nada.

Una nada donde antes había algo.

Recordaba muy vagamente cómo Izuku cuando eran niños (a pesar de ser tan tímido) ganaba con rapidez la confianza de las personas que lo rodeaban. Fueran jóvenes o adultos, siempre supo qué tono usar y con quién para dejarlos a todos encariñados con su encanto natural.

Jamás logró imaginar que él fuera la causa de la extinción de esa luz que brillaba dentro del peliverde.

Jamás reflexionó sobre lo que podía sentir Izuku al respecto.

Jamás imaginó poderle hacer tanto daño.

Sus lágrimas, sus muecas tristes, sus lloriqueos, su desaparición...

Todo era su culpa.

***
Si ven algún tipo de error ortográfico me encantaría que me lo informaran, gracias <3.







Mar de Árboles [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora