CAPÍTULO 3| ANIMAL

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Estábamos en uno de los restaurantes más caros de la ciudad y aunque estaba realmente sorprendida por su acto de bondad conmigo, me aproveché de él y pedí los platos más caros, el vino más exquisito y él no dijo nada al final.

Creo que no fue tan buen plan. Jacob Elordi tiene dinero pero algo me dice que no lo ha ganado con sus manos limpias.

Comimos como si fuéramos dos extraños comiendo en la misma mesa. Nunca nos miramos,no había necesidad y eso me hacía más difícil la convivencia con él.

Luego de la cena, fuimos al edificio en dónde él vivía. Allí estaba algunas prendas mías que él mismo había traído y pude ducharme y cambiarme de ropa.

Me sorprendió ver que la ducha ya tenía cortinas. Antes estaba despejada.

Salí y él contestó una llamada.

- Dime Diego-- dijo Jacob-- ¿estás seguro? ¿Es él?....ok, gracias por avisar-- colgó

- tu padre no se da por vencido.

-¿por qué? ¿Qué pasó?

- Nos ha estado siguiendo. No dormiré fuera.

-¿qué? Yo no voy a dormir en esa cama contigo-- le dije de inmediato.

- Perfecto-- contestó y fue hasta la cama, sacó el arma que llevaba en la parte trasera de su espalda y se acostó con la ropa que tenía. Puso la pistola sobre su vientre y cerró los ojos.

-¿qué? ¿Es en serio? Me vas a dejar dormir en el suelo-- dije y no abrió los ojos.

Vi a mi alrededor y en un sillón me acomodé para dormir.

****
Al día siguiente, abrí los ojos asustada con un dolor de cuello muy grande. Toda mi espalda estaba rígida, pero eso no me impidió que me asustara al no ver a Jacob en la cama.

Me puse de pie y él me sorprendió por detrás.

- A bañarte-- me dijo y brinqué del susto

- Me asustaste! No te vi en la cama y...

- ¿ya te metiste en el papel de esposa? ¿Te preocupa no verme en cama?

- No me importa si estás o no en cama, pensé que te habías ido dejándome encerrada. Tengo hambre.

- báñate-- dijo serio y fui a hacerlo.

Cuando salí, ya había comida en la mesa pequeña que tenía él. Era comida de delivery.

-¿y tú? ¿No vas a comer?-- pregunté cuando él veía algo en su celular y con lo que yo había dicho desperté en él una mirada pícara. Entendí que volvió a pensar que me preocupo por él.-- me comeré todo por eso digo-- aclaré.

- Engordarás profesora.

- Ya nada me importa. Por cierto, si voy a estar aquí encerrada, ¿podrías darme mi celular?

- Negativo!

- Me voy a volver loca aquí. No hay radio, ni televisor, nada.

- compraré un televisor

- No quiero un televisor, quiero mi celular. No lo entiendes!-- dije

- no levantes la voz conmigo. Ten cuidado de cómo me hablas.

- Te hablo así porque pretendes dejarme encerrada todo el día y necesito mi celular.

-¿para qué? ¿Para comunicarte con tu noviecito el arquitecto? ¿Para hablarle a Ése imbecil?

- No!

-¿ah no? ¿Y entonces?

- Quiero saber de mis estudiantes. Se supone que hoy hay clases.

A la Fuerza (Jacob Elordi y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora