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—Hiro, amor ya deja ese vaso —le dijo al pequeño que se encontraba en la mesa jugando con la leche— ¡Hiro! —suspiró—, te dije que lo ibas a tirar...— aquel chico de pelo verde resopló y comenzó a limpiar la leche que estaba ahora en el piso.

Un sonido de alguien tocando la puerta lo hizo levantarse y dirigirse a abrir.

—Buenos días Sr. Tadashi —dijo una chica de pelo anaranjado y ojos cafés que se hacía presente con una sonrisa en la puerta.

—¡Asuna!, que bueno que llegas. Hiro ya hizo todo un desastre y tiró la leche, lo siento.

Asuna siempre se había preguntado por qué el señor Tadashi se disculpaba por todo y más si se trataba de esos aspectos, cuando era su trabajo cuidar del pequeño Hiro.

—Descuide, Sr. Tadashi, usted quédese con calma. Por cierto quería recordarle —Asuna hizo una pausa y volvió a hablar— cambiaron el curso, ¿cierto?

—¿El curso?, ummm, sí, le toca hoy, lo había olvidado por completo.

—Descuide yo lo llevo, pero no podré recogerlo.

—Yo lo hago, no te preocupes, hoy salgo temprano del trabajo, y, de hecho, ya me tengo que ir —se dirigió al pequeño de 8 años y le dio un beso en la mejilla —, pórtate bien, amor, te recojo al rato.

—Si papi —dijo Hiro cerrando sus ojitos al sentir el beso en la mejilla de su papá y verlo partir.




— Yamaguchi, apúrate, hoy no puedes llegar tarde—, decía su amigo, quien había conocido hace bastante tiempo cuando empezó a trabajar.

—Ya estoy en el ascensor, ¿qué pasa? —Yamaguchi batalla poniéndose su saco y contestando a la llamada.

—Se rumora que el jefe va a estar aquí por una semana, va a estar checando las oficinas y como trabajamos.

—¿El jefe?, pero si él siempre viene.

—No me refiero a él, hablo del jefe, jefe.

—¿Qué? —Yamaguchi sentía como su estómago se revolvía y sus manos comenzaban a sudar, una corriente eléctrica recorría su cuerpo, y hace mucho que no reaccionaba así, al menos desde el día en que dejo de ver a Tsukishima.

—Sí, el señor Kei, va a venir.

Yamaguchi comenzó a avanzar, lentamente, sus pies no reaccionaban y en su mente rogaba porque no se encontrará con él, y del cual siempre había estado enamorado. Qué pensaría, qué diría Tsukishima al ver que él estaba trabajando en su famosa empresa de electrodomésticos.

—Aquí estas, porque caminas tan lento, vamos a nuestros puestos, creo que no va a venir a nuestras oficinas, a él le interesa el departamento en donde se manejan las ventas, no el nuestro, pero aun así debemos estar preparados.

—Creo que voy a vomitar...

—¿Te duele el estómago?

—No— Era algo peor, estaba a un par de metros de distancia del primer amor de su vida, iba a volver a ver a aquel chico que le robaba suspiros. Había regresado de Canadá—, es sólo una semana...serán pocos días...— se decía en voz baja para consolar su ansiedad que sólo aumentaba.

—¿Eh?

—Nada... hay que ponernos a trabajar —, dejo su saco negro que antes se había puesto, debido al calor que ahora lo consumía, quedando sólo con su chaleco de tela del mismo color y su corbata verde esmeralda que combinaba con su pelo y hacia resaltar sus ojos. Así le gustaba a él.

—Sólo pasaremos por el departamento de ventas y regresaremos a su departamento, ¿cierto señor?, o también vamos a pasar a su fundación.

—Pasemos de una vez, no tengo nada que hacer.

—¿Va a dar las becas deportivas?

—Si, pásame la lista de los mejores jugadores que tenemos.

—Aquí está señor, está es la juvenil y aquí está la infantil — su secretario le dio aquellas listas y paro el auto—, hemos llegado Señor Kei, sus instalaciones en Sendai.

—Ahí está el señor Tsukishima.

—Es muy guapo, ¿será soltero? —decían algunas secretarías que miraban desde arriba su llegada.

—Chicas, regresen a sus puestos, nos van a regañar si nos ven ahí —decía Yamaguchi.

—Por cierto, Yamaguchi, nunca viste al señor Tsukishima en la escuela, tú también fuste a Karasuno, ¿no?

—¿Enserio? —decía otra trabajadora de ahí.

—Sí... bueno no solía hablar mucho con él.

—Que lastima, te iba a pedir su número telefónico.

«Ni yo tengo su número telefónico» —en la mente de Yamaguchi pasaba aquella oración.

Yamaguchi había salido dos horas antes, y ahora se dirigía al curso de su hijo que sólo quedaba a 10 min de su trabajo. Había decidido inscribirlo a voleibol, ya que creía que era un deporte saludable para su pequeño y debido a que Hiro había adquirido la altura no sólo de él sino también la de su madre, estaba seguro que tendría demasiado potencial para que fuera un gran jugador.

Durante todo el camino había estado pensando en lo que le había dicho su amigo, él tenía razón, Tsukishima no había ido al departamento en el que trabaja, tenía que alegrarse, ¿no?, al menos eso pensaba, se había librado de ver a su amigo, ¿pero entonces por qué se sentía mal y decepcionado?, no lo entendía.

—¿Listo, señor?, ¿ya nos podemos ir?

Tsukishima suspiro —Sí, parece que todo está bien. Ahora respecto a la lista, le daremos sólo a los primeros tres la beca, en sección juvenil e infantil.

—Bien señor, le recomiendo que se aprenda los nombren de los jugadores, sería una gran motivación si usted personalmente va a decírselos.

—Supongo... A ver en juvenil será Asa, Dai y Hiroshi; en infantil, Hiro, Isamu y Kazuma... —Tsukishima hizo una pausa— Ummm.

—¿Sucede algo?

—El primer nombre, Hiro Yamaguchi.

—¿Lo conoce?

—No, pero el apellido lo conozco.

—Posiblemente sea algún hijo de un ex alumno de Karasuno, fue a esa escuela, ¿cierto?

—Sí, pero no creo —, se quedó pensado, «o tal vez podría ser», pensó, pero de verdad era posible que ese apellido, Tadashi, fuera el mismo que él conocía...

¿Creo que me enamoré? [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora