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Tsukishima se encontraba esperando a Yamaguchi en el portón de su casa, si tenía que ser honesto, no había dormido nada debido a que había estado buscando un buen atuendo para su cita con Yamaguchi. Al final terminó eligiendo un pantalón de mezclilla, acompañado de unas Vans blancas, una playera del mismo color y un cárdigan de color café claro.

En su mente repasaba los planes que tenía con Yamaguchi, sin embargo, una voz lo hizo salir de esos pensamientos.

—¡Adiós, papá! —el pequeño Hiro gritaba desde la puerta.

«Se ve hermoso», pensó Tsukishima.

Yamaguchi tenía un pantalón de vestir negro un tanto holgado, un polo del mismo color y una camisa blanca. Era elegante y a la vez casual sumando que Yams había dejado crecer un poco su cabello en dichos meses, haciéndolo ver aún más hermoso a la vista de Tsukki; también traía puesto una pequeña bolsa color morada en forma de cámara, que le causo curiosidad al rubio.

—¡Adiós, Tsukki! —dijo Hiro al verlo desde lejos.

¡Adiós, Hiro! —respondió con el mismo entusiasmo.

Después de aquellos saludos entusiastas del pequeño, se metió a su casa y dejo aquella pareja.

—Hola Tsukki —las mejillas de Yamaguchi se tornaron rozadas al verlo vestido de esa manera, ya que dicha forma de vestir le recordó a los años en que ambos iban a la escuela.

—Te vez...amm... te vez bien —fue lo único que pudo decir Tsukishima al tenerlo enfrente y se reprendió por tan estúpido cumplido, si es que se podía considerar como uno.

—Tu igual Tsukki.

—Sube —Tsukishima abrió la puerta de su carro y espero a que Yamaguchi subiera.

—¿Puedo saber a dónde vamos a ir?

—Vamos a empezar por ir a desayunar, desde que éramos pequeños recuerdo que siempre te gustaba hacer picnics —ambos se pusieron los cinturones y Tsukishima comenzó a conducir.

—Sí, recuerdo un picnic en especial... —sonrió.

— ¡Cuando hicimos esos sándwiches en forma de dinosaurios! —dijeron al unísono.

—Recuerdo que estabas tan feliz con esos cortadores —Yamaguchi comenzó a reír—, hicimos galletas y los sándwiches de esa forma, y también los hielos —esta vez el peliverde reía aún más. Tsukishima lo miro entrecerrando sus ojos debido a la burla que le estaba haciendo, pero al verlo tan feliz y riendo se limitó a sonreír y seguir mirando hacia el frente—. Después de tener todo hecho de dinosaurios, salimos y estuvimos muy a gusto comiendo.

—Claro que lo recuerdo. Lo recuerdo porque ese día te lastimaste la pierna y terminaste con una herida profunda —Yamaguchi dejo de reír—, tus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas y nunca te lo confese pero me pone muy ansioso verte llorar, así que enseguida salí corriendo por mi botequín a curarte.

—Y como no había más curitas —interrumpió Yamaguchi—, fuimos a la farmacia y ahí encontramos casualmente unas pulseras de cuencas verdes con un dije de dinosaurio. Las compre por tu cumpleaños que era ese mismo día, realmente estabas obsesionado con aquellos dinosaurios.

—Honestamente sigo —ambos volvieron a reír.

—Tsukki, ¿a dónde se supone que vamos?, parece que nos estamos alejando de la carretera.

—Vamos a desayunar en un restaurante que está en un bosque.

—¿En un bosque?

—Sí, hay un área con mesas, alrededor de árboles, es un lugar muy hermoso, por lo que vi.

¿Creo que me enamoré? [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora