2

1.4K 184 25
                                    

—¡Papá! —dijo el pequeño Hiro.

—Amor, hola, estas sudando mucho, ¿entrenaste bien? — Yamaguchi saco un pañuelo del bolso de su pantalón y comenzó a limpiar la carita de su pequeño.

—Papá, papá, va a venir el dueño de organizaciones Tsukishima —decía Hiro mientras dejaba que su padre limpiará el sudor de su rostro.

—¿Qué? —Yamaguchi lo miro y tuvo que dejar un momento de limpiarle la cara para ver la confirmación de su hijo.

—Sí, va a dar becas, eso dijo el entrenador, ¿papá crees que me den una beca?

—Hiro mi amor vámonos mejor, ¿sí?, vamos por pizza, ¿quieres?

—Pero ¿y si dan las becas?, quiero una, he entrenado mucho, soy muy bueno, tú lo has visto.

Yamaguchi suspiro. —Tienes razón, lo siento, esperemos aquí entonces —se dirigió con su hijo hacia el centro de la cancha cuando vieron al entrenador caminar. Yamaguchi mentalmente se reprendió por el comportamiento, tan ciertamente infantil de preferir su confort a la oportunidad que podían darle a su hijo.

—Bien padres, gracias por estar aquí —decía por el micrófono el entrenador— Les pedimos que esperarán porque el día de hoy el señor Tsukishima va a otorgar becas a los tres mejores jugadores de la rama infantil y juvenil. Los mencionaremos, y el señor Tsukishima les dará personalmente su beca.

—Papá, ayúdame a pedir el deseo de que me den la beca —Hiro miro a su padre y este le sonrió, haciendo lo que su hijo le pedía.

—Claro que sí hijo —. Yamaguchi con el paso de los años iba aprendiendo a ser padre. Tener a Hiro había sido lo mejor que le había podido pasar en su vida, y si tuviera que pasar por las mismas circunstancias para tenerlo, lo haría una y otra vez, así que verlo ahí, parado, entusiasmado por ver los resultados de sus esfuerzos , le hacían entender que Tsukishima había pasado a segundo plano, que aquel amor juvenil y caprichoso que tuvo alguna vez, tenía que olvidarlo. Además, pensó que a lo mejor ya se había casado, qué le hacía pensar que seguía soltero, tal vez había conseguido alguna chica y tenía una vida igual de feliz y estable de la que presumía tener Yamaguchi, pues con su hijo todo era más que suficiente.

—Ahora mencionaremos la rama infantil. Hiro Yamaguchi —no tardo en mencionar el entrenador, lo que hico que los pequeños saltos de emoción de su hijo, se hicieron notar.

—Papá, funcionó, funcionó —Los ojos de su pequeño se abrían y mostraban un brillo lleno de emoción.

— ¡Felicidades, cariño! —Yamaguchi se inclinó para quedar a la altura de su hijo y darle un beso en la frente. —Fue todo tu esfuerzo y nunca es tarde para recordarte que siempre estaré orgulloso de tus logros, intentos e inicios. Ve, corre, fórmate.

Hiro le sonrió a su padre antes de ir a formarse en el centro de la cancha donde darían la beca. Su sonrisa era enorme y sus manitas comenzaban a sudar por ver al señor Tsukishima.

—Ahora cedo la palabra al señor Tsukishima.

Yamaguchi vio entrar a Tsukishima, su traje era negro y su camisa blanca, su pelo rubio ahora era un poco más oscuro y sus lentes tenían la moldura color negra. Estaba tal y como lo recordaba, no, era aún más guapo, se dijo.

Habían pasado 9 años y el seguía igual de hermoso a los ojos de Yamaguchi.

—Antes que nada, les pido perdón por hacer esta reunión tan rápida, pero agradezco que hayan esperado. Ahora procederé a dar las becas a estos excelentes jugadores, no sin antes invitarlos a que sigan luchando por sus sueños y sean los mejores, que nada los detenga, no vean esto sólo como un club, ámenlo con todo su ser.

¿Creo que me enamoré? [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora