Capítulo Ocho - Final

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Joaquín soltó un suspiro, cuando dejó  la última caja con cosas, sonrió ampliamente en cuanto sintió unos brazos a su al rededor, dejando un beso en su mejilla.

— Cariño, debemos apurarnos, si queremos tener donde dormir en la noche —susurró el castaño.

— No me importaría dormir en el piso mientras sea contigo —comentó Emilio con una gran sonrisa.

— A mí tampoco, pero quiero que nuestra primera noche en nuestra casa, durmamos en la cama —musitó Joaquín, sonriendo ampliamente.

— Esta bien —susurró el rizado.

Ambos comenzaron a desempacar y a armar los muebles que habían comprado desde hace algún tiempo. Ya que al cumplir el año de relación comenzaron a ver los terrenos para construir su casa y encontraron uno bastante grande como para dos casas.

Eran vecinos de David y Marco, que también ya tenían mucho de relación. El día que jamás olvidara el castaño fue cuando confirmaron su relación frente a Emilio, esté se pudo algo intenso pero al final lo aceptó.

Para la relación de David y Marco, debieron tener demasiada confianza y fue difícil por el poco contacto que soporta David, pero con el tiempo, lograron ser más cariñosos, sin necesidad de incomodar.

Muchas horas después, Joaquín se acostó junto al rizado en la cama, estaba completamente agotado por todo lo que debieron hacer, para que su casa quedara al menos un poco ordenada. Recargo su cabeza en el pecho de su novio, colocando su mano ahí, viendo el pequeño resplandor que le daba la luz de la luna.

Su anillo de compromiso, tenia más de tres meses y su boda estaba cada vez más cerca, pero decidieron mudarse juntos primero, después de todo ambos son adultos y la casa ya estaba lista.

— Es lindo —comentó Emilio tocando la joya.

El castaño río un poco, recordando su propuesta de matrimonio, se supone que irían a una cita, pero en vez de eso lo trajo a la casa que aún no estaba terminada, pero si perfectamente decorada, se hinco y le propuso tener una vida juntos tal como lo habían planeado, por supuesto que aceptó de inmediato.

— ¿Ya tienes tu traje? —intrigó Joaquín.

— Sí, ya lo escogí y también lo encargue, no te preocupes por eso, ¿de acuerdo? —musitó el rizado.

El castaño asintió, acomodándose mejor en el pecho de su prometido, para sonreír ampliamente, cuando comenzó a escuchar los latidos del corazón del contrario, era justo lo que quería.

— Te amo —susurró el rizado.

— También te amo demasiado cariño —murmuró Joaquín.

Emilio se inclino para besar los labios de su prometido, solo por unos segundos antes de separarse, deseando se las buenas noches antes de cerrar los ojos dispuestos a dormir.

[...]

A la mañana siguiente Emilio fue el primero en despertar, sonrió al ver a su prometido acostado en su pecho, durmiendo profundamente, sin poder evitarlo comenzó a acariciarle la mejilla, sintiendo la suave piel.

— Déjame dormir hasta la próxima semana —susurró el castaño aún con los ojos cerrados.

— No tendría problema en hacerlo, pero recuerda que David y Marco nos invitaron a desayunar, tu prometiste llevar algo para comer —recordó el rizado.

— Cierto, pero no quiero levantarme estoy muy cansado —comentó Joaquín abultado sus labios.

— Entonces duerme unas hora más, yo prepararé lo que llevaremos, te despierto cuando ya casi estemos por irnos cariño —susurró Emilio.

La Oportunidad De Amar Con Margaritas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora