Capítulo Nueve - Epílogo

520 64 61
                                    

Joaquín sonrió un poco, al verse al espejo, peinó sus rizos delicadamente, los cuales seguían húmedos porque a penas acaba salir de bañarse, fu a su closet buscando algo lindo para poderse. Al final eligió una tipo camisa de manga corta, que se ajusta a su cuerpo, acompañado de unos jeans igual ajustados y unos botines negros.

Se miró de nuevo al espejo, sintiéndose muy feliz por el resultado, aunque antes de salir de su habitación se colocó un gloss en sus labios, sonriendo, definitivamente sorprendería a su esposo, en este día tan especial.

Entró a la cocina para continuar con la preparación de la cena, mientras daba pequeños vistosos al patio, para asegurarse que todo estuviera a la perfección. Hoy no le tocaba ir a trabajar así que tuvo un sábado bastante tranquilo, aunque si se decepcionó cuando llamaron de emergencia a Emilio para que fuera a la empresa, sabía a la perfección que ya llegaría tarde, pero eso le dio tiempo de preparar una linda cena y arreglarse, para darle una buena noticia, además de que era una fecha importante.

El castaño soltó un suspiro decepcionado, al recordar que en la mañana que pasó con Emilio, jamás mencionó la fecha importante, como si fuera otro día común y corriente...

Se olvidó de su aniversario, quizá no le molestara tanto si no lo festejarán, pero siempre se acordaba y pensó que él día de hoy sería aún más especial pues cumplían cinco años de casados.

A sí es cinco años desde su boda, habían pasado momentos increíbles, muy románticos y por supuesto también difíciles, aún así jamás se le había olvidado un aniversario ni de noviazgo, ni de esposos, ni siquiera cuando lo terminó, ya que en esa fecha siempre le pedía perdón. Pero para todo hay una primera vez ¿no?

Sin poder evitarlo una lágrima se deslizó por la mejilla de Joaquín, limpiando la rápidamente, iba a ver que tal iba la cena cuando una voz lo interrumpió.

— ¿Qué tienes papi? —intrigó una pequeña voz.

El castaño sonrió, tomando a la niña en brazos, su hija, habían decidido adoptar poco después de cumplir sus cuatro años de casados, aunque en realidad aún no les daban los papeles oficiales, ya que era demasiado tardado el proceso, pero aun así la pequeña llevaba poco más de cinco meses viviendo con ellos, trayéndoles gran felicidad.

Es una niña de seis años, llamada Daniela tiene el cabello rizado castaño, además de unos ojos miel. Se podría decir que desde que llegó es la consentida de todos, pues todos la adoran y ella a ellos, solo que con ninguno se lleva también como con su tío David.

— No me di cuenta cuando entraste del patio mi niña —comentó Joaquín acariciando la mejilla de la pequeña.

— Es que estabas muy ido, ¿por qué estás triste? ¿Mi papi te hizo algo? —preguntó Daniela

— No estoy triste y a tu papi solo se olvidó de algo importante, no es nada —susurró el castaño.

— ¿Papi malo? —intrigó la niña, viendo como su papá asentía— De castigo no le des cariños de adultos —comentó muy segura.

Joaquín no pudo evitar sonrojarse demasiado, iba a regañar a Emilio por decirle eso a su hija.

— ¿Cuándo tu papá habló de eso? — preguntó Joaquín.

— Le pregunté, por qué siempre te decía que ansiaba a ir a la habitación cuando me fuera a dormir y me dijo eso —contestó Daniela, recargando su cabeza en el hombro de su papi.

— Ya veo pequeña, ¿quieres que te vaya a acostar?, para que así descanses —intrigó el castaño, dándole un vistazo a la comida, viendo que todo iba bien.

La Oportunidad De Amar Con Margaritas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora