Capítulo Uno

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Terminaron de almorzar una media hora después, de inmediato David se fue a su habitación, diciendo que iría a hacer diseños que tenía pendientes. En parte era así, aunque lo principal fue que se sentía molesto con su hermano, por todo lo que pasó después de que le dijo que encontró a su persona

— David no digas cosas que no, sabes que no me importa eso, solo quiero concentrarme en que estés bien, asi que olvida eso —comentó Emilio separándose del abrazo— No quiero escuchar más de eso —finalizó la conversación.

Soltó un suspiro frustrado David, sintiendo sus manos temblar, rápidamente se sentó a su escritorio, tomando una hoja de papel y un lápiz comenzando a hacer trazos, sintiendo como su cuerpo comenzaba a relajarse de inmediato.

El resto del día pasó bastante tranquilo, ha decir verdad, se la pasó el resto del día en su habitación, incluso comió ahí mismo, ya que el rizado no estaba porque fue a una reunión y en la cena no hablaron demasiado.

[...]

A la mañana siguiente David se levantó a la misma hora de siempre, lo extraño fue cuando vio entró a la cocina y se encontró a Emilio preparando el desayuno, lo cual no era normal, ya que siempre se levantaba después de que él se fuera.

— ¿Qué haces despierto? —intrigó David.

— Quiero hablar contigo, ¿qué es lo que pasa? Has estado evitandome desde ayer en la mañana —preguntó el rizado.

— Nada, solo me sentí ansioso y me concentré demasiado en dibujar para calmarme —mintió, mirando fijamente su plato.

— De acuerdo —aceptó Emilio a pesar de saber que su hermano le estaba mintiendo, no quería presionarlo.

El desayuno continuó en total silencio, al terminar David solo se despido de lejos y salió de la casa caminando al consultorio de su psicóloga.

La terapia duró solo media hora, ya que su terapeuta noto que se encontraba indispuesto, por lo que mejor decidió terminar la sesión antes, pues aunque quisiera no habría ningún progreso.

David no dijo nada más y comenzó a caminar a la florería, mientras sostenía un sobre en sus manos. Una vez que llegó abrió la puerta escuchando la clásica campana, anunciando que había entrado. En tan solo unos segundos el castaño ya caminaba hacia él con una sonrisa.

— Hola, supongo que vienes de nuevo por una margarita —comentó con gran felicidad, recibiendo un asentimiento como respuesta.

Los dos jóvenes caminaron a donde estaban aquellas flores, de inmediato David tomó la que más le gustó, agradeciendo con una sonrisa, mientras extendía el dinero.

— ¿Todo está bien? ¿Te noto extraño? Si no quieres decirme, no hay problema, es que a veces soy muy curioso —preguntó el castaño.

— No, digamos que me moleste con mi hermano —contestó haciendo las señas correspondientes.

— Quizá deberías comentarle tu molestia, hablarlo y ver que se puede hacer, no es bueno guardarse las cosas; al menos eso hago cuando me molesto con mis padres, ya que no tengo hermanos —musitó Joaquín peinando el rizo que cayó en su frente.

David se encogió de hombros como respuesta. Ambos caminaron al mostrador para que el castaño pudiera dar su cambio.

— Te a traje algo —señaló David una vez que tuvo la mirada del joven sobre él, extendiendo le el sobre con una sonrisa tímida— Lo dibujé ayer para calmarme, pues me comencé a poner ansioso —agregó haciendo las señas correspondientes.

Joaquín abrió el sobre con mucho cuidado, haciendo su sonrisa aún más grande cuando vio que era un dibujo suyo, hecho a la perfección a lápiz. Sintió una gran emoción que no pudo evitar dar un brinquito.

La Oportunidad De Amar Con Margaritas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora