Comienza la pesadilla

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Un hombre un poco viejo se levanta muy temprano para trabajar, mejor dicho para pescar, así se gana la vida. Suelta un silbido llamando a sus fieles perros que siempre lo acompañan en su bote. Vuelve a silbar una segunda vez porque antes ninguno de los perros apareció lo que le resulta muy extraño. Revisa los lugares donde los animales suelen estar pero nada.

–¿Dónde estarán? –se pregunta, entonces sólo queda buscar en el río, sus animales suelen ir allí y jugar en el agua.

El hombre camina hacia la costa y encuentra a uno de sus animales tirado sobre un charco de su propia sangre y con su panza desgarrada dejando, obviamente, sus vísceras fuera.

–¡No! –se estremece y no puede ver el cuerpo de su perro fiel que ahora está muerto, luego escucha unos chillidos de dolor de parte de su otro animal que se encuentra a unos metros más adelante, éste está tirado en la orilla y chilla mientras lucha por soltarse de algo que está enredado por sus patas traseras.

–Espera amigo. –El hombre corre a su ayuda y cuando se acerca nota que lo que está atrapando a su perro son líneas de pescar y anzuelos que se clavaron en su piel.

–Ay, no. Te salvaré amigo. –Él se arrodilla y justo cuando está por tocar al animal, las líneas se ajustan y algo lo jala rápidamente hacia las aguas de río, el hombre solo se queda mirando, estando paralizado, las aguas permanecen quietas por un momento y el perro no vuelve a salir.

–No... pu-puede ser... –habla aterrado y con la respiración agitada. Cuando logra reaccionar lo que hace es correr con miedo para alejarse lo más que puede de ese lugar, hay algo en el río, algo malo.

Unas horas antes...
Es de noche y merodeo por las costas de río, no sé por qué pero no puedo alejarme demasiado, tal vez sea porque allí es dónde morí.

Camino y camino sin saber a dónde diablos ir, en eso dos perros, uno marrón y otro negro se meten en el agua a jugar pero luego se dan cuanta de mi presencia.

–¿Cómo es que pueden verme? –me pregunto, lo hubiera hecho nada si esos putos perros no hubieran comenzado a ladrar, ambos me ladran y gruñen.

–¡Cállense! –grito comenzando a molestarme. Aún así continúan y sin aviso corren hacia mi para atacarme, el marrón se lanza–. ¡Basta! –exclamo y reacciono en ese momento clavandole los ganchos de mi mano derecha en su panza, luego la muevo hacia un lado rasgándolo y sacando sus tripas. Mi mano terminó cubierta de sangre. De repente el perro negro me ataca pero en vez de cortarlo, unas líneas se envuelven por él y muchos anzuelos se clavan en su piel haciéndolo sangrar.

Así empezó, jamás pensé que yo sería capaz de algo así, algo tan cruel y horrible, no olvidaré el miedo en los ojos de ese hombre, ni la sangre en mis manos...

Ese maldito pescador le contó a todos lo que pasó con sus animales y advirtió a los demás que hay algo en el río, una cosa extraña que no se puede explicar, suerte que nadie le creyó, es más, todos piensan que está loco. 

Después de esa noche noté que algo cambió, me siento mucho más fuerte que antes, entonces entiendo que el miedo me hace fuerte, fuerte para comenzar con mi venganza. Ya es de día y mi funeral. Mi familia se acerca al río para despedirse de mí.

–Mar... es mi culpa –se lamenta Sergio conteniendo el llanto–. No debí decirte que vayas a esa maldita fiesta. –Puedo sentir la tristeza y rabia en su voz.

–No Sergio, es mía, debí ser una mejor hermana mayor –interrumpe Oriana dándole un corto abrazo.

–Que bueno que se dieron cuenta pero... con eso no me devolverán la vida –pienso mientras los observo estando debajo del muelle recostada por uno de los pilares de madera.

–Vamos, tenemos que ir al entierro –dice papá, todos asienten y se marchan en sus autos.

–¿Qué van a enterrar? Mi cuerpo esta aquí –murmuro al tocar mi pecho. De repente escucho pasos y risas que se acercan a la orilla en donde me encuentro, son Dario y Clarisa, ella es una de las perras amigas de Marisa, al parecer ambos tiene una cita.

Terror AquaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora