Ajuste de cuentas

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Hoy está lloviendo torrencialmente, es una tormenta que sorprendió a todos, pesadas y feas nubes cubren el cielo y en vez en cuando se iluminan por las descargas de los rayos.

–Que clima –digo estando recostada en el muelle con los brazos detrás de mi cabeza, la lluvia cae sobre mi rostro, las gotas son frías y sopla el viento que te congela, suerte que no siento nada. Estoy completamente mojada por la lluvia y eso me gusta–. ¿Cómo estará Fer? hace tiempo que no lo veo –me pregunto, poniéndome de pie.

En ese momento siento una especie de dolor o algo así en mi estómago, no lo puedo explicar, es como un mal presentimiento. 

–Oriana... –murmuro con los ojos en la nada, entonces algo me hace caminar hacia la calle, no sé por qué pero ahora si puedo alejarme del río, recorro la ciudad hasta llegar a mi casa, me quedo parada frente la puerta dudando si abrirla o marcharme lejos–. Ori –murmuro de nuevo, entonces aparezco dentro de la casa, justo en mi cuarto. Allí veo algo muy doloroso para mí, todo está revuelto y hay un poco de sangre en la cama, Oriana se encuentra en una esquina, su ropa está desgarrada y tiene fuertes golpes en todo su cuerpo y rostro.

En ese momento la puerta se abre dejándome ver a Sergio, está agitado y su cara es de mucha preocupación.

–¿Qué pasó? ¿Qué haces aquí? –habla con una voz quebrada, en eso ve a nuestra hermana que permanece inconsciente–. Ay no... Ori –susurra acercándose y tomándola en sus brazos.

–Yo no fui Sergio –digo sin mirarlo, seguramente cree que yo ataqué a nuestra hermana.

–Ya sé que no fuiste vos... ¡Fueron ellos! –exclama tratando de controlar el llanto.

–¿Ellos?

–Oriana últimamente iba a bares de mala muerte y conoció a unos sujetos peligrosos. Mira cómo la dejaron... –seca sus lágrimas–. También la violaron –agrega haciéndome enojar más de lo que ya estaba.

–¿Esos sujetos eran los que me pediste que matara? –pregunto y él asiente–. Lleva a Ori a un hospital, yo me encargo de lo demás –murmuro al caminar hacia la salida y haciendo aparecer los ganchos en mis manos.

La lluvia continúa pero con menor intensidad, una camioneta negra recorre las calles si ningún apuro.

–Jajaja, le dimos una buena lección a esa perra –comenta un sujeto en el asiento de atrás.

–Después de lo que le dí, ya no podrá olvidarse de nosotros –ríe uno mientras toca su entrepierna.

–¿Qué haremos con el hermano? –pregunta el que va conduciendo.

–Le daremos un tiro y listo –responde el que está en el asiento de acompañante.

–Hey... miren eso que va caminando allá –señala el sujeto que va en el volante, es una chica solitaria que se encuentra totalmente mojada, el auto se acerca y una de las ventanillas se baja–. ¿Quieres que te lleve muñeca? –le pregunta mirando detenidamente el rostro de la muchacha, tiene cabello negro y largo, sus ojos son oscuros y con largas pestañas. Ella sonríe y responde:

–No quiero mojar tu coche.

–No te preocupes por eso, sube. –Ella asiente y sube atrás con los otros dos hombres, el auto se enciende, en total son cuatro y todos tiene entre 20 y 25.

–¿Qué haces sola por la calle a esta hora y con esta lluvia? –le pregunta uno de ellos tiene el cabello castaño.

–¿Qué hacen ustedes? –contraataca ella.

–Vamos a una fiesta.

–Me gustan las fiestas –ella sonríe fríamente.

–¿Quieres ir con nosotros? La pasaremos muy bien todos –dice uno sonriendo con malicia. La camioneta se detiene en un estacionamiento desierto que está resguardado de la lluvia.

–¿Y la fiesta? –pregunta la chica ingenua.

–Vos nos divertirás a los cuatro –comenta uno, entonces los dos hombres que estaban al lado de la muchacha la toman de los brazos inmovilizándola y la amordazan con una trapo.

–Disfrutaré mucho esto –murmura uno de ellos en su oído. Este es rubio y de ojos claros.

Lentamente baja su mano y comienza a tocar los senos de ella por debajo de su ropa y luego comienza a besar su cuello dejando moretones hasta una mordida. Los demás miran como su amigo hace de las suyas pero notan algo extraño en ella, no tiene la cara de pánico que sus otras víctimas tenían, no lucha para liberarse, sólo que queda quieta con sus rostro neutral.

El rubio de un movimiento brusco rompe la ropa de la chica dejándola con su corpiño y jeans, los demás ríen pero la muchacha no muestra nada, ni siquiera miedo.

–¡¿Qué es lo que te pasa?! –él se molesta y le pega una fuerte cachetada en su mejilla izquierda haciendo que esta se torne roja.

–Sólo continúa –murmura ella mirándolo a los ojos.

Esto hace que el rubio se enfuesca y le de otra cachetada, luego toma las piernas de ella y comienza a quitarles los jeans mientras besa y lame los muslos de la chica hasta llegar a su cintura.

–Despídete de tu virginidad –dice mientras abre el cierre de sus pantalones. Ella comienza a reír. 

–Ya no soy virgen –dice seca mirándolo fijamente, los demás se miran entre sí confundidos. Entonces, en las manos de ella comienzan a aparecer unos ganchos y unas líneas negras suben por sus brazos resaltando en su piel pálida.

–¿Qué carajo pasa? –Ellos miran como la ropa rota de la misteriosa chica se arregla y vuelve a su lugar. De repente avanza y con un movimiento casi invisible para los ojos, deguella a uno de los hombres regando sangre sobre los demás.

–¡Carajo! –El castaño se apresura a sacar su arma pero la muchacha es más rápida y clava sus ganchos en su vientre y lo abre salvajemente haciendo caer sus entrañas.

–Dios... –el rubio abre la puerta desesperado y se aleja corriendo pero algo se enreda en sus pies y termina cayendo, mira y nota que son las líneas nagras que la chica tiene por sus brazos, trata de liberarse pero no puede–. Agr... estas cosas tiene vida propia –dice luchando, en eso dirige su mirada a la camioneta la cual se sacude bruscamente acompañado por gritos de dolor.

Todo continúa hasta que se detiene por un momento y la puerta trasera se abre lentamente dejando ver a la chica, está cubierta de sangre y en su mano lleva el miembro de uno de sus amigos, la chica le sonríe y camina hacia él.

–No. –El rubio se arrastra pero ella le da una fuerte patada dejándolo boca arriba–. ¿Por qué haces esto? –pregunta él muerto de miedo.

Ella sube sobre él sentándose en su cintura y lo sujeta con sus piernas, lentamente se acerca y susurra en su oído.

–Esto es muy personal, ustedes malditos violaron y maltrataron a Oriana –su voz se llena de odio y le da una fuerte cachetada a rostro del rubio marcando unas cortadas en su mejilla derecha.

–¡Déjame! –dice él adolorido.

–Lo pensé por un momento pero... –ella se inclina y besa su cuello hasta morderlo como él lo hizo.

–¡Ah! –reprime un grito.

–No lo haré porque no me hiciste gozar ni un poco –dice antes de cortar su cuello y como no es suficiente, le saca los ojos con sus ganchos.

Entonces la muchacha sonríe fríamente al ver los cuerpos y siente que es hora de regresar, llega al muelle y se arroja al agua. La sangre de su cuerpo se limpia con las aguas hasta quedar completamente limpia.

–Fue un ajuste de cuentas –dice cínicamente mientras sonríe.

Terror AquaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora