Aparición

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La pareja viene hacia abajo del muelle entonces yo me escondo detrás de uno de los pilares.

–Es muy tierno de tu parte que me hubieras traído aquí –dice ella con su voz chillona.

–¿Te gusta? –pregunta él abrazándola por detrás, apegándola a su cuerpo y sus fuertes brazos levantan los senos de la zorrita.

–Si y mucho –responde al besarlo.

–Bueno... no hay nadie aquí. ¿Quieres darme lo que me prometiste? –habla Dario en su oído mientras baja su mano hacia las piernas de Clarisa y luego la sube lentamente debajo de su falda.

–Aún no –dice ella separándose y sonriendo con malicia.

–¿Qué? Me estás haciendo sufrir preciosa –suplica él volviéndose a acercar, esta vez la toma de la cintura quedando frente a frente, se miran fijamente, los ojos marrones de él ven los ojos verdes de ella.

–¿Por qué dan tantas vueltas? ambos quieren hacerlo –susurro entre dientes.

–Antes que nada, quiero saber algo –comenta Clarisa un poco seria.

–¿Qué muñequita? –habla Dario, él baja un poco sus manos y oprime con deseo el trasero de ella.

–Espera... –Clarisa lo empuja haciéndose la difícil, lo que es mentira porque es más fácil que la tabla del 2.

–Quiero saber si los rumores son ciertos –continúa.

–¿Qué rumores? –pregunta él un poco nervioso, lo noto por su voz.

–De que te gustaba la rarita de la escuela, ¿cómo se llamaba? –comenta enredando un mechón de su pelo pelirrojo por su dedo índice.

–De Mar, ¿no? –supone Dario haciendo que me sorprenda un poco.

–¿Yo? –me digo para luego cubrir mi boca con las manos.

–Si esa, la que murió. –Ahora me acuerdo que Clarisa estaba en la fiesta aquella noche.

–Bueno... –Dario pasa su mano por su cabello rubio algo nervioso–. Sólo son rumores, además, ella estiró la pata –agrega, pero pude notar que estaba mintiendo.

–Ah okey –asiente Clarisa ordenando su cabello.

–Basta de rodeos. –Dario avanza y toma a Clarisa en sus brazos–. Vamos a lo nuestro –dice al caminar hacia unos pastizales que están cerca de la costa. Ella ríe y se deja llevar.

–Con que... la rarita de la escuela –repito y no dudo en seguirlos.

Ellos llegan a un lugar apartado que se encuentra rodeado de pastizales altos, es perfecto porque nadie podrá verlos.

Él le enseña una manta sobre el suelo, el lugar perfecto por lo que ella termina recostándose en la manta, Clarisa sonríe coqueta mientras llama a Dario con su dedo diciendo "Ven por mi". Él obedece y se recuesta a su lado, comienza a besarla con desesperación, su boca, su cuello mientras acaricia sus piernas con su mano derecha y con a izquierda la sostiene con fuerza de la cintura.

–¿Te gusta eso? –susurra él mientras la besa y muerde el labio inferior de Clarisa.

–Claro que le gusta –pienso cruzandome de brazos, me encuentro entre los pastizales observando y esperando el mejor momento.

–Ya deja de hablar –ordena Clarisa quitando la remera roja de Dario dejando al descubierto, su ancha espalda y físico perfecto. Es muy atractivo, debo reconocerlo, juro que si no estuviera muerta, yo le entraría.

–Supongo que estoy muerta pero aún puedo hacerlo. -En eso Dario ya ha dejado a Clarisa en ropa interior.

–Hazlo ya –dice ella impaciente, él comienza a abrirse los pantalones lentamente, entonces los pastizales comienzan a sacudirse, soy yo al acecharlos.

–¿Qué fue eso? –ella se encuentra asustada y eso es perfecto.

–No es nada, sólo es el viento –habla Dario pero Clarisa le pide que vaya a ver, no quiere que la sorprendan aquí. Él se aleja y camina entre los pastizales mientras que Clarisa suelta su cabello y espera, en eso yo me acerco quedando frente a ella.

Sus ojos reflejan miedo, mucho miedo, no la culpo, me veo horrible, además mi cabello mojado cubre la mitad de mi rostro dándome un aspecto genial y espeluznante.

–No puede ser... es-estás muerta... –balbucea temblando, yo no digo nada, levanto mi mano derecha y unas líneas se envuelven por su cuerpo y su cuello, porque si intenta gritar, se lo cortaré.

–Agr... –chilla de dolor porque las líneas se ajustan poco a poco y están cortando su piel haciéndola sangrar. Mientras tanto Dario regresa y ve que Clarisa ya no está, desapareció sin dejar rastros, solo está su ropa.

–¿A dónde fue? No creo que se haya ido desnuda –piensa en voz alta. Si... ahora es su turno.

–Dario... –murmuro a sus espaldas, él voltea rápidamente y me mira fijo a los ojos.

–¿Mar...? –balbucea estando paralizado, yo avanzo hacia él y tomo su rostro.

–Shh... –indico que guarde silencio. Nuestras miradas se conectan y sus ojos brillan al verme.

–Estás viva –dice emocionado entonces avanzo y le doy un corto beso, sólo rozo nuestro labios, me alejo dejándolo aún más confundido–. ¿Te gusta? –susurro apoyando mis manos en su pecho.

–Si... mucho. –Sonríe acariciando mi mejilla. Yo le doy otro beso que corresponde sin pensar dos veces. Él rodea mi cintura apegando nuestros cuerpos. Paso mis dedos por su cabello y luego toco sus fuertes brazos, entonces Dario me alza y yo rodeo su cintura con mis piernas, sus manos sostiene mis muslos mientras que los toca y aprieta, un momento nos quedamos así, separandonos un instante sólo para respirar.

–Mmm... es muy fuerte para soportar mi peso por mucho tiempo –pienso mientras lo beso, después me separo para quitarme mi musculosa y seguir besándolo, él besa mi cuello, baja hasta mi hombro haciéndome soltar suspiros y comienza a desabrochar mi corpiño, luego me baja dejándome recostada sobre la manta del suelo, lo tengo sobre mí, besándome y acariciándome con pasión, es un poco brusco al quitarme mi jeans, me desea con desesperación pero no me importa, poco a poco termina de quitarme mi ropa interior y sonríe al verme desnuda. Ahora sé por qué mis hermanos siempre lo hacían cuando tenían la oportunidad. Se acerca y muerde suavemente mis muslos y así sube dejando una camino de beso por mi cuerpo hasta llegar a mi cuello.

–Ya no aguanto más –susurra mordiéndome el labio despacio mientras quita sus pantalones y su boxer. Vuelve a besar mi cuello y sujeta mi cintura con fuerza contra él, penetrandome y haciéndome soltar un grito no tan fuerte, continúa así, embistiendo por varios minutos, nuestra respiración se agita con cada movimiento.

–Bueno, creo que ya es suficiente –me digo en mis pensamientos. Dario ahora me tiene sobre él luego de acabar, yo me inclino y lo abrazo haciendo que se siente, estamos juntos, desnudos y nuestro calor se comparte, bueno sólo el de Dario.

–Siempre quise que fueras mía Mar –murmura besando mi cuello de nuevo, yo solo guardo silencio. Mientras que me abraza él comienza a sentirme fría, muy fría y poco a poco mi piel comienza a hacerse pálida.

–¿Qué pasa? –dice él asustado.

–Eres maravilloso pero... es hora de morir. –susurro en su oído, entonces alzo mis manos y clavo los anzuelos en su ancha espalda y comienzo a bajarlas lentamente mientras sonrío y Darío comienza a gritar de dolor.

Horas después...
Unos pescadores se acercan a la orilla para descansar de un día agotador de trabajo y encuentran algo horrible en los árboles, se trata de una chica en ropa interior que está colgada de cabeza con todo su cuerpo cortado por líneas de pescar, el mismo está cubierto de sangre en su totalidad y parece estar muerta.

–Es horrible –comenta uno de los pescadores y lentamente caminan con una linterna para verla más de cerca, de repente la chica abre los ojos y comienza a sacudirse estando aterrada–. Ella está viva, está en el río –estás son sus últimas palabras antes de morir desangrada.

Terror AquaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora