𝐇𝐀𝐑𝐌𝐋𝐄𝐒𝐒 || BNHA

F I V E | 005

パニックになるな!

—¡Achu!

—¡Deja de llenarme de gérmenes estúpida! —le gritó el rubio ceniza mientras ella se sonaba los mocos. Hizo una bola con el papel y lo lanzó a la basura llena de papeles como ése.

—Perdón —susurró avergonzada. El chico la observó desde la cocina. No le había hecho caso a la madre del jóven y había dormido toda la noche con el pelo mojado y sin una manta, como resultado había acabado pillando un resfriado. El rubio ceniza chasqueó la lengua apartando la mirada—. ¿Tus padres ya se han ido a trabajar?

Recibió un gruñido en respuesta que interpretó como una afirmación.

—¿Puedo ayudarte con el desayuno? —preguntó de nuevo. Otro gruñido salió de la garganta del chico.

«Vale, eso es un no.»

—¡Achu!

El rubio ceniza giró su cuello velozmente fulminando a la chica con la mirada. La pelinaranja abrazó el cojín con más fuerza hundiéndose en el sofá.

—Lo siento, no puedo controlarlo —susurró.

—Cada vez eres más rara —farfulló el chico volviendo a la preparación del desayuno.

—¿Rara? —repitió ella con voz nasal.

—¿Acaso el resfriado te ha vuelto aún más estúpida? —preguntó removiendo la mezcla que había en el bol. Con la cantidad de fuerza y velocidad con la que mezclaba la mitad de la mezcla acabaría fuera del bol.

—¿Por qué dices eso? —preguntó mirándole fijamente la chica.

—Por que estas siendo asquerosamente... —se detuvo a mitad de la frase cuando su mirada chocó con la mirada curiosa de la chica—. ¡Sólo deja de estornudar!

—Lo intentaré... —dijo la chica levantándose a por un pañuelo.

—Si quieres desayunar prepara el café —ordenó el chico molesto.

—Si no quieres que nos intoxiquemos será mejor que lo hagas tú —respondió tranquilamente mientras intentaba desenredar su pelo con los dedos, en vano.

—¿¡Qué clase de excusa es esa!? ¡Si no empiezas ahora mismo te mataré! —amenazó con la cuchara de revolver en la mano. Viéndolo así era imposible para la pelinaranja tomarle en serio.

—Mejor iré a vestirme... —dijo mientras se dirigía a las escaleras. Enseguida oyó las pisadas del chico detrás suya y comenzó a correr hasta encerrarse en el baño.

Lo oyó farfullar al otro lado de la puerta y bajar las escaleras refunfuñando, probablemente jurando que la mataría. Soltó un suspiro, sonrió y luego estornudó. La chica se cambió y, tras doblar la ropa que le había dejado Mitsuki y dejarla en su habitación, bajó las escaleras de nuevo.

El rubio ceniza estaba en la entrada con la mochila en los hombros y mirandola con ganas de asesinarla.

—¿Y el desayuno? —preguntó la chica preocupada por su estómago vacío.

—¡No hay para tí! —respondió gritando—. ¡Ahora mueve el culo y sal de mí maldita casa o te sacaré explotandote la cara!

—Voy...

Se dirigió a la cocina a coger su móvil y vió el bol con la mezcla fallida en el lavaplatos. Se tapó la boca con la mano y ahogó una risa para que el chico no la oyera.

Agarró su mochila y se dirigió a la entrada. El chico impaciente le miró de malas maneras mientras la chica pasaba a su lado reprimiendo una sonrisa para no molestar más al chico. Cuando ella hubo salido el chico la siguió cerrando la puerta de un portazo. La pelinaranja no se giró con el portazo ni cuando comenzó a andar mientras estaba segura de que la mirada asesina del chico estaba clavada en su espalda. No esperaba que le diera conversación durante el camino hasta la academia pero al menos podía caminar a su lado ¿No?