N I N E | 009

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にんじん


La pelinaranja arrugó la nariz y seguidamente estornudó sonoramente. Las pelusas salieron disparadas en todas las direcciones a su alrededor provocando mas estornudos por parte de la chica.

—¡No puedo más! —se rindió el pelirrojo dejándose caer en forma de cruz en el suelo. La chica lo miró de reojo sin dejar de hacer los abdominales y con una mueca peculiar en el rostro.

—Debes estar bromeando, es tu propia rutina —exclamó sorprendida—. Pensaba que estabas acostumbrado a hacerla.

—Claro que lo estoy, pero yo la repito tres veces ¡Tres! No nueve —se quejó intentando recuperar el aliento. Desde el suelo contempló el rostro incredulo de la chica que no dejaba de subir y bajar haciendo abdominales sin mostrar ni una pizca de cansancio o dolor a pesar ser la decima vez que repetían la exaustiva rutina de abdominales del pelopincho.

El pelirrojo pensó que de no ser por sus estornudos hubiera asegurado que era una maquina en el cuerpo de un humano. Miró el reloj de pared resoplando. Llevaban seis horas entrenando y ella no había empezado a sudar, permanecía imperturbable. Las únicas muecas que hacía eran el resultado de no haber barrido aquella sala en mucho tiempo. Desde el punto de vista del chico la resistencia de su compañera parecía no tener límite.

—Lo siento, supongo que no he tenido en cuenta mi regeneración —se disculpó la pelinaranja dejándose caer en el suelo al lado de su compañero.

—Tu regeneración es realmente alucinante Keiko-chan —comentó con dificultad el pelirrojo.

La chica emitió un sonido de disconformidad con su garganta. Desde luego no podía considerar su propio quirk como "alucinante". Su quirk no le había ayudado a llegar hasta donde estaba, de no haberlo entrenado hasta pulirlo por completo y llevarlo más alla de sus propios límites no habría conseguido entrar en ninguna academia de héroes.

Keiko siempre había tratado de verlo de forma positiva, de ese modo podía estar agracedida de al menos haber nacido con un quirk. Sin embargo, cada vez le costaba más mantenerse positiva al respecto. Su quirk no era alucinante, un quirk útil hubiera sido cualquier otro que le hubiera permitido salvar a los demás; no a si misma.

—Estoy muerto... —suspiró el joven cerrando los ojos y haciendo una mueca.

La pelinaranja giró su rostro hacia él. Las gotas de sudor resbalaban por su frente y su camiseta había desaparecido apenas habían comenzado a entrenar, de lo cual hacían ya varias horas. Su pecho desnudo subía y bajaba frenenticamente tratando de normalizar sus pulsaciones. Probablemente sus musculos ardían. Y en comparación con él la respiración de la chica era pausada y tranquila. Había insistido en triplicar los ejercicios que el propio pelirrojo tenía la costumbre de hacer pero no era suficiente.

«"Alguién podría haber salido herido por intentar protegerte."»

La voz del bicolor volvió a su mente como una canción pegadiza que no podía sacar de su cabeza, una canción que distaba de ser alegre y que la llenaba de sentimientos que no quería albergar. A pesar de que en realidad no había sucedido nada, la culpa por lo que podía haber sucedido no la dejaba en paz, así como no podía sacar de su pecho esa incomoda sensación de impotencia e inseguridad que la molestaba desde el ataque los villanos. No quería ser un problema para los demás.

La chica se levantó de un salto haciendo que el pelirrojo abriera los ojos.

—Aún no hemos entrenado el combate cuerpo a cuerpo —dijo sonriente.

El pelopincho resopló llevándose el brazo a la cara retirando el sudor de su frente y luego tapando sus ojos mientras buscaba un excusa para descansar un poco más. De repente se incorporó de golpe mirando a la pelinaranja, quien por la expresión del joven supo que había tenido una brillante idea, o lo que él consideraría una brillante idea.

𝐇𝐀𝐑𝐌𝐋𝐄𝐒𝐒  || BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora