CAPÍTULO DOS

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Siento como si me hubieran dado en el corazón con un cañón y me doy cuenta de que tengo la mano apoyada en el pecho con fuerza. La señora Smith parece muy abatida así que la ayudo a sentarse. Volteo a ver a la abuela para ver su reacción antes la noticia: tiene la mirada vacía y me doy cuenta de que está navegando por las ciénagas del pasado. A la señora Smith se le escapa un lágrima y tomo su mano entre las mías. Sé la razón de su temor: tiene un hijo, Edmund. El joven trabaja como lacayo en la casa de un conde en el pueblo continuo. Lo más seguro es que tenga que ir a la guerra, sin importar que jamás haya tocado un fusil, y morirá.

Para mí, la guerra no es una sorpresa. Era inminente después de que múltiples asuntos que quedaron sin concluir después de en la Gran Guerra, prometiendo así una segunda contiendo todavía más sangrienta. Después del Tratado de Versalles, el fascismo en Italia y el febril rearme alemán a lo largo de los últimos años -entre otros muchos problemas-, el camino al conflicto comenzó a hacerse más corto. Pero nunca me imaginé que llegaríamos al precipicio tan pronto, y para ser sincera no creo que estemos preparados para caer a un mar de muerte, sangre y dolor.

-Bueno -dice la abuela después de un largo rato-. ¿Qué vamos a comer, señora Smith?

La señora Smith se levanta de un salto y se acomoda las faldas de su uniforme.

-Sopa, señora -responde con voz temblorosa-. ¿Quiere que les sirva?

La abuela asiente y la señora Smith se esfuma del salón.

-Linda, ¿podrías traerme el cuadro de tu tío? -pregunta, señalando al estante que hay frente a un espejo, donde hay cuadros de la familia. Me levanto y se lo doy.

La abuela contempla con abatimiento impenetrable la fotografía de su hijo, acariciando el cristal con su arrugado pulgar. No necesito verla para saber que sus ojos se le han llenan de lágrimas.

-Como te extraño -murmura abrazando la fotografía contra el pecho.

El tío Ramsay murió en combate en la Gran Guerra. Era el mayor de los siete hijos de la abuela y su preferido. Mi madre decía con rencor que le había afectado más la muerte de su hermano que la de su marido.

-Me voy a cambiar para comer, abuela.

Subo a mi habitación y me encuentro con Poppy. De niña, había sido mi canguro y después se volvió mi doncella. Me atrevo a pensar que Poppy ha sido la única persona que ha querido permanecer a mi lado sinceramente. La abrazo.

-Estaremos bien -asegura. Su voz es suave como una pluma-. El baño está preparado. Iré a escribir una carta a mi hermana -Poppy se encuentra tan sola como yo: no tiene hijos y la única familia que le queda es una hermana que vive en Leeds.

Entro a mi habitación y voy directamente al cuarto del baño, despojándome de la ropa pegajosa rápidamente. Me deshago el moño; el pelo me llega a la altura de las muñecas, negro y sin brillo, idéntico a mis ojos. Levanto la vista y me topo con mi reflejo. Una joven, de cara roja por la explosión al sol, me devuelve la mirada, con aire de espanto. Parece una criatura frágil e indefensa. «Más patética no podría ser» pienso con desprecio. Mi rostro cambia de repente. Parezco mayor.

Poppy me ha preparado la bañera. Ha hervido platas depurativas y hojas de buen olor, y estas me quedaban pegadas en la espalda y el pelo.

Soy incapaz de silenciar mis pensamientos y la ansiedad comienza a comerme por dentro. ¿Cuál será el primer ataque? ¿Y dónde? ¿Cuánto durará el conflicto? ¿Semanas, meses... años? Y con un poco de miedo me pregunto ¿Ganaremos está Guerra? Y si no lo hacemos, ¿cuáles serán las consecuencias?

DUNKERQUE → Harry Styles. (Dunkirk) / TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora