CAPÍTULO ONCE

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-Los ingleses resistirán hasta el último francés -dice un soldado galo en su idioma con amargura.

Y tiene razón: los franceses están encargados de mantener el perímetro defensivo alrededor de Dunkerque mientras que nosotros les negamos la subida a nuestros barcos y zarpamos sin mirar atrás. Me hace sentir sucia.

Harry continúa guiándome por la destruida Dunkerque hasta un cuartel general. Necesita ver a su hermano antes de que abordemos un destructor que nos llevará a Inglaterra.

-¿Seguro que nos dará tiempo para volver por Garry? -le pregunto. Harry le dijo a Garry que nos esperará en una fila mientras volvíamos junto con los franceses.

-No volveremos por él -replica Harry sin aminorar la marcha-. Zarparemos con algunos oficiales de mi hermano.

-¡Pero eso no es justo!

Harry detiene su apresurado paso y choco con su ancha espalda. Me voltea a ver y se inclina hacia delante, hasta que su rostro casi roza el mío.

-La supervivencia no es justa -dice con impaciencia.

-Ya lo sé -le espeto dando un paso atrás-. Pero eso no me quita la culpa.

-Pues tendrás que aprender a vivir con ella -gruñe.

Continuamos nuestro camino y llegamos en menos de cinco minutos. El cuartel está bajo tierra, así que tenemos que descender por un tramo de escaleras oscuras y húmedas antes de llegar a las puertas de metal que nos llevan a una sala poco iluminada donde varios oficiales atienden teléfonos y escriben en máquinas. Parece que algo va mal porqué Harry se acerca a uno de ellos con el ceño fruncido.

-¿Qué pasa?

El hombre levanta la vista y niega con la cabeza lentamente.

-Tendrán que esperar más tiempo, hijo. El destructor fue hundido por un torpedo -revela.

-¡Mierda! ¿Hace cuánto?

-Menos de diez minutos.

Harry se despide del oficial dándole da una palmada en el hombro y desaparece por uno de los pasillos. Estoy por seguirlo pero luego lo pienso mejor y decido quedarme a esperarlo aquí.

Los hombres revolotean por la habitación, chillando como cerdos en el matadero. Un oficial joven que lleva unos papeles se tropieza y cae a bruces. «Patético» pienso con desprecio mientras le ayudo a recoger las hojas esparcidas por el suelo.

-No nos queda mucho tiempo -susurra para sí mismo-. Se están acercando. Con cada hora nuestro perímetro se hace más pequeño -Me mira como preguntándome mi opinión y después vuelve la vista a sus papeles, levantándose-. Necesitamos más hombres en los puestos. ¡Más hombres! -chilla y desaparece por el oscuro pasillo también.

Vuelvo a ocupar una de las raídas sillas junto a la puerta y espero. Harry no tarda en volver. Su cara está pálida y todavía tiene el ceño fruncido.

Me hace un gesto para que lo siga y salimos de ahí para internarnos de nuevo en las calles de Dunkerque.

-Vamos a esperar al siguiente barco -dice tomándome del brazo. Me suelto de su agarre de inmediato.

-No -Tomo otro camino. Con suerte me llevará a un puesto de control.

Harry me sigue.

-¿Adonde crees que vas? -brama.

-Los puestos de control necesitan más hombres.

-Sí, hombres -dice Harry con frialdad.

Pongo los ojos en blanco.

-Combatiré.

-No -Su tono se ha vuelto más suave-. Hay que volver a la playa. Por favor... ¿Diana? ¿Lucy?

-No y no -respondo sin dejar de caminar a grandes zancadas.

-¿Sophie?

-No.

-¿Joanna?

Llegamos a un puesto de control que está bajo el fuego enemigo.

-¡Tenéis que ayudarlos! -chilla alguien en francés. Es un hombre ancho y altísimo de barba rubia-. Ah, son ingleses.

-Puedo ayudar -le digo en su idioma. El hombre no espera a que se lo diga dos veces: me indica con el dedo que me ocupe un lugar detrás de los sacos de arena y me deja municiones. Me pongo en posición y Harry me copia.

-Vámonos. Tenemos que ir a esperar, Smith -insiste. «Es necio como una mula. Pero yo soy todavía más necia que él»-. Amanda, por favor. ¿Carolina? ¿Estefania?

Comienzo a disparar en dirección de donde es lanzada la lluvia de balas.

-Vete si quieres -le espeto-. Me quedaré a ayudar.

-Entonces me quedaré contigo -replica Harry, testarudo.

-No necesito de tu protección -repito enojada al tiempo que una bala casi me roza el brazo. Harry dispara en la dirección de donde provino.

-Claro que sí. ¿Darcy? ¡Oh, tal vez Catherine! Eso sería raro, mi hermanastra se llama así. ¿Nicole? ¿Holly? ¿Gemma?

-Nunca lo vas a adivinar -respondo con los dientes apretados.

-Así que es uno difícil -canturrea y sonríe ampliamente-. Me gustan los retos.

-¿A qué estamos jugando? -grita alguien para hacerse oír por encima del ruido. De repente el fuego cesa. Aún así me quedo en posición y sin apartar los ojos de donde provenían las balas del enemigo.

-Trato de adivinar el nombre de su hermana -replica Harry tranquilamente al hombre.

Levanto la vista para gritarle que deberíamos de concentrarnos pero me quedo sin palabras. El hombre que nos interrumpió es un joven muy guapo. Tal vez uno de los hombres más guapos que he visto en mi corta vida. Es alto, de ojos azules y labios sensuales. Su pelo rubio tiene aspecto suave y las facciones de su rostro son delicadas, como si un artista las hubiera esculpido con sumo cuidado. Su sonrisa es blanca y seductora.

-¿Por qué? ¿Está buena? -pregunta.

Frunzo el ceño.

-No -replico sin pensar y saco una fotografía mía que tengo guardada en el saco-. Es ella.

-Se parece mucho a ti -dice el joven guapo echándole un vistazo.

-Somos gemelos -gruño.

Harry me arrebata la fotografía antes de que pueda reaccionar.

-Me voy a quedar con esto -dice. Trato de quitársela pero hace un buen trabajo manteniéndola lejos de mi alcance. El joven guapo se aleja de nosotros riendo.

Harry besa la fotografía y luego la mira.

-Eres mía ahora -le dice a la yo de la foto.

-Bicho raro. ¿Para qué la quieres? ¿Acaso te la vas a jalar viéndola?

Harry me mira a los ojos y sonríe.

-Tal vez.

DUNKERQUE → Harry Styles. (Dunkirk) / TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora