Anastasia Romanov

5. La huida

Cuando me desperté, estaba dentro de una furgoneta en movimiento, al lado mío conducía Strekotin. Por la ventana se veia la puesta de sol, ya que se hacía de día. No entendí nada hasta que lo recordé todo. Me hubiera gustado de que  hubiese sido una pesadilla y despertar para que volviese a la normalidad, pero en ese momento me di cuenta de que ya no podría ver nunca más a mi familia. Los Romanov desaparecieron para siempre.

- ¿A dónde vamos?- le pregunté al guardia asustadiza.

- No lo sé. Ahora mismo mi intención es que nadie te descubra, ya que toda la gente está en contra de tu familia.

- ¿Por qué me has salvado? Ahora te estaran buscando por toda Rusia los bolcheviques.

- Te salvé anoche porque lo veo injusto que por una política que creó tu padre, lo pagueis toda la familia y podría haber salvado también a tus hermanos si no fuera por el poco tiempo que tenia en ese momento.

De repente empezé a llorar por todos los momentos que pasé con mis hermanas, Alexis, mis padres y, por último, por mi casa que nunca podría volver a ver. No me había dado cuenta antes de lo bién que había vivido hasta hacía pocos meses. Strekotin me vió la tristeza que llevaba dentro de mi e intentó animarme con un abrazo, aunque no nos dirijimos la palabra hasta llegar a las afueras de San Petersburgo. 

- ¿Me llevarás a un orfanato, verdad?

- No tengo elección. Pero por otra parte, piensa que en pocos meses serás mayor de edad y podrás irte dónde te apetezca. 

-Muchisimas gracias  Strkotin, nosé como agradecerte por todo lo que has hecho por mi. 

En poco tiempo, aparcó la furgoneta delante de un edificio grande, aunque no lo suficiente como mi palacio, con un patio. Se rodeaba con una gran reja. La verdad es que me daba escalofrios pensar que me quedaría ahí sin nadie con quien confíe. Además, me daba mucha pena dejar a Strekotin, un buen guardia al que estaban a punto de condenarlo a muerte. 

- Cuidate mucho, y ni se te ocurra revelar tu identidad a nadie. Porque si se entera alguién, correrás un gran peligro, sobre todo con el movimiento político de estos mese. - Me dijo.

-No te preocupes tanto por mi. El que sí que está en un grave peligro eres tú por salvarme. No quiero que te pase nada, después de todo, eres el único a quién tengo ahora mismo. - Nos dimos un gran abrazo y me fui adentro del orfanato. Esta era la última vez que vi a Strekotin, un buen hombre la verdad.