Capitulo IX

3.2K 111 18
                                    

Dolor.

Es lo unico que puedo sentir en este momento, es una sensación que se extiende por ada centimetro de ru cuerpo, de una manera cruel y despiadada, aún repierdo los golpes de la mañana.

Era tarde, cinco de la tarde para ser exacta, no me habia levantado de la cama, me habia quedado dormida, solo de sesa manera podia dejar de sentir dolor, por que, para mi, dormir es como morir por un rato, no sientes nada, no observas nada, como estar muerto.

Aun traía la ramera que mi padre me habia roto hace un rato.

El cuerpo me duele a horrores.

Me levanto de la cama dando el primer paso, cojeando, me dirijo al baño; cierro la puerta tras de mi, me resbalo asta quedarme sentada e el piso, y comienzo a llorar, mis sollozos se escuchan por todos lados per esta vez no me importa que alguien me escuche, lo unico que queria era dejar salir todo este dolor que tenia dentro, si llorar era lo unico que podria hacer, eso haria.

Me levante, me plante frente el espejo observe cada parte de mi cuerpo, cada dia tenia unas marcas peores que las otras, mi espalda estab roja e hinchada, tenia marcas del amor que, segun mi padre, me demostraba, pero cada día estaba más segura de que mi padre me odiaba y, de alguna manera, queria hacerme la vida un asco. Las marcas del cinturon se notaban aún mas que los moratones que tenia.

Escucho unos golpes en la pierta, muy suaves.

-¿Hija? ¿Puedo entrar?- era mi madre, no conteste, intente ñonerme la ramera rápidamente para que mi madre no mirara lo que mi padre habia hecho. La puerta se abrio y mi madre me observo de pies a cabeza, se llevo una mano a la boca y las lágrimas no tardaron en salir de sus ojos, se acerco a mi, intento abrazarme, pero me aleje- ¿Qué pasa hija?- dijo aún con lagrimas en los ojos.

-¿Donde estabas mamá? Mi padre me golpeo y ¿do de estabas tu para defenderme? ¿Donde?- una lagrima se escapo de mi ojos, la limpie rapidamente no queria que mi madre me viera llorar, ya no.

-Jane tuvo un accidente en su automóvil hoy en la mañana, me tuve que ir a eso de las diez, pero tu estabas dormida así que decidi dejarte dormir- hizo una pausa para ver si repondia, al ver que no lo hice prosiguió- esta en el hospital muy grave, solo vine a ver como estaba y a llevar un poco de ropa. Lamento no haberte podido ayudar hija, no pense que tu padre podria hacerte esto en plena mañana, lo siento.- sus lagrimas aun salian a cascadas de aus ojos.

-Dejame darme un baño y cambiarme, te acompañare al hospital, quiero ver como esta Jane-mi madre salio del baño y me quede frente al espejo mirando a la chica de aspecto cruel y triste que estaba en el espejo, que en un momento fue feliz, pero esos mome tos por mas hermosos que parezcan cuando terminan son horribles.

Me duche rapidamente tratando de no lastimarme las heridas que mi padre me habia hecho, me puse unos vaqueros, una ramera negra con unas vans azul cielo, me arregle mi cabello, que estaba revuelto.

-¿Nos vamos mamá? Ya estoy lista- se levanto del asiento de la sala y mi miro.

-Claro, vámonos- dijo tamando una bolsa que estaba en la mesa de centro.

Salimos por la puerta principal y nos dirijimos al auto de mi madre, un Ferrari murciélago color amarillo, mi padre se lo habia regalado depues de haberle pegado, como siempre.

En camino hacia el hospital ninguna de las dos hablo, ells, mi madre, se dedicaba a manejar y yo solo miraba los grande edificios de la hermosa ciudad donde vivimos.

Cuando llegamos al hospital, nos pasaron a la habitación 156 que quedaba al final de un pasillo, oarecia como si lo hubieran sacado de una historia de horror, frente a la puerta estaba un banco de color azul, no combinaba bien con lo demás, era todo de color blanco, y el una esquina estaba una planta muy verde, me pregunte si era de plástico o era natural, pero toda mi atención se desvío hacía el chico que estaba sentado en el banco, tenia sus codos en las rodillas y su cabeza estaba en sus manos, levanto la cabeza y sus ojos se encontraron con los mios, esos hermosos ojos cafes que me robaban el sueño, noche tras noche.

Edward.

UltraviolenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora