TENSIÓN

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TORY

––¿Quién demonios es este imbécil, Larusso? –– demandó con curiosidad el traidor de Johnny Lawrence, sacándome una sonrisa sarcástica.

––¿Papá? –– cuestionó la princesa Larusso hacia su progenitor, pero este aún parecía hallarse en shock al ver al señor Barnes.

––¿Asustado, Danny? –– espetó con burla mi nuevo instructor. ––Vamos, ha pasado mucho tiempo.

––¿Qué demonios haces aquí? –– soltó en tono nervioso el señor Larusso, provocando que Mike Barnes se encogiese de hombros. –– ¡Contesta!

––Cuidado con tu tono, Larusso. –– le advertí, posicionándome delante del señor Barnes. –– Estamos en un espacio público, no hay reglas que no podamos infringir.

––No amenaces a mi padre. –– espetó en tono rabioso la niña mimada de este, noté que Miguel aún seguía tenso, no decidía intervenir.

––¡Silencio! –– intervino el señor Lawrence, dirigiendo su mirada hasta mi instructor, soltó: –– ¿Quién demonios eres tú?

––Un antiguo conocido de Danny... ¿Cierto? –– manifestó Barnes con ironía. –– Deberías preocuparte de él, presenta indicios de un ataque de ansiedad.

––¡Papá! –– exclamó preocupada Sam, posicionándose cerca de él. ––¡Dime algo, por Dios!

Miguel y yo nos miramos fijamente, las palabras se me quedaron atoradas en la garganta y fui la primera en alejarme, volví a estar al lado del señor Barnes.

No podía razonar, estando tan cerca de él.

Aún me dolía observarlo y me odiaba por ello, pero más odiaba el hecho de saber que para él no había significado nada.

––Tory...–– susurró Miguel de manera cautelosa, provocando que mis lágrimas no tardasen en formarse, pero no podía permitirme tal humillación, ya no. –– Yo...

––Es mejor que nos vayamos, Nichols. –– espetó bruscamente Mike, sonaba cómo una orden y me sentí aliviada, necesitaba irme de aquí. –– Fue un gusto verte, Danny Boy.

––Eres un maldito hijo de puta. –– murmuró con furia, pero le corté, ya me tenía harta con tanto dramatismo innecesario.

––Él es un verdadero Sensei, un Cobra Kai de pies a cabeza. –– solté molesta, notando cómo Lawrence se tensaba. –– No cómo al perdedor que tiene al lado, ambos son patéticos.

––¡Estás loca Nichols! Todos lo saben y por eso Miguel se alejó de ti, todo lo que tocas lo destruyes. –– escupió molesta la maldita perra Larusso.

Esas palabras me hicieron retroceder, apretando mis puños lo suficientemente fuerte para preparar un ataque, pero Barnes me detuvo, negando con su cabeza.

––Tú solo te victimizas, cómo tu padre. –– proclamó en tono frío, logrando que la perra se tornase un poco más pálida. –– Ambos solo provocáis y después no os hacéis responsables de vuestros actos. La señorita Nichols está lejos de estar loca, tú más bien, estás más cerca de la desesperación de quedarte sola y te agarras a lo primero que ves ¿No es así?

––¡Con mi hija no te vas a meter, maldito! –– espetó rabioso el señor Larusso, cuando estuvo a punto de asestar el primer golpe, un policía pasaba por nuestro lado y Daniel se quedó paralizado ante la presencia de este.

––¿Qué está sucediendo aquí? –– demandó autoritario el agente.

––El señor Larusso no acepta que le digan las verdades sobre su hija, agente. –– mencionó en tono tranquilo Barnes. –– De ahí, que quiera resolverlo a golpes.

SERENDIPIA  (COBRA KAI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora