Celos

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En ocasiones no sabemos las emociones que estamos experimentando, hasta que las explotamos.

Silencio, eso abundaba la habitación, solo podía escuchar mi respiración agitada, el estar a ciegas tampoco ayudaba a calmar mi respiración - ¿Por qué estabas con Jean?- al fin rompió el silencio y no lo pensaba desaprovechar - me invitó a comer- algo comenzó a recorrer mi cuerpo, primero mi pierna, abdomen, pecho y de nuevo abdomen - quiero la verdad- sus manos me tomaron del costado girándome para quedar boca abajo, mis brazos quedaron totalmente cruzados - te repito mi pregunta ¿Qué hacías con Jean? - Me seguía recorriendo con esa fría tela, así que intenté sonar más segura - me invitó a comer- sentí un golpe en mi trasero y luego sentí la tela volverme a recorrer y sobando la zona donde me azotó - dije sin mentiras- instantáneamente mi respiración se aceleró más de lo debido y dije mi respuesta un poco más alterada - solo comimos lo juro-

-esa no fue mi pregunta y lo sabes- dejo la tela y ahora la punta de sus dedos era lo que recorría mi cuerpo - dime la verdad-

- te juro que esa es la verdad- mi respiración seguía acelerada, el hormigueo de mi estómago no paraba y mi abdomen bajo comenzaba a dar punzadas - eso es mentira ¿Por qué diablos mientes? - antes de que me diera otro azote hable - te lo juro, es verdad- noto mi nerviosismo - estas mintiendo, antes del almuerzo tienes una hora libre ¿estabas esperándolo? -

-no, a esa hora tomo filosofía, adelante mi clase para poder salir antes del instituto- siguió acariciando mi cuerpo y de la nada me dio otro azote - ese es por no contarme- otro golpe -este es por no contestar- esperaba mi cuarto azote cuando sus manos comenzaron a sobar la zona -me importas mucho, no quiero que nada te pase, eres mi niña y te tengo que cuidar mucho- me giró de nuevo regresando a mi posición inicial, sus manos comenzaron a subir desde mis pies hasta la orilla de mis pantis - me gusto como toleraste ese pequeño castigo- bajo mis pantis con una lentitud impresionante, mi feminidad punza cada vez más -quiero tus piernas quietas y bien abiertas- no me opuse para nada y al momento hice lo que pidió -eres una buena chica- sus palabras solo hacían que mi excitación aumentara y miles de escalofríos recorrieran mi cuerpo. Sus manos se deslizaron debajo de mí y desabrocho mi sujetador, al instante me lo quito por completo y quede expuesta ante él y sus deseos. 

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