#24. Que quede entre nosotros

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Estaba en la ducha cuando el timbre sonó. Había utilizado el poco tiempo que tenía antes de que Paul llegara para ir a la tienda del hotel y comprar alguna cosa que fuera digna de ser usada. Mi objetivo era encontrar algunos lindos zapatos, ya que mi filosofía dice que con unos lindos zapatos se puede conquistar el mundo, pero nada había en esa tiendita que complaciera mis expectativas.

— Llegas demasiado temprano.— Dije mientras abría la puerta envuelta en una toalla.

— ¿Te acuerdas hoy cuando estábamos hablando y te prometí que no nos acostaríamos?.— Dijo mientras entraba a la habitación con toda su elegancia. Asentí.— Bueno, me estoy arrepintiendo.— Terminó de decir mientras me miraba.

Sonreí mientras negaba con la cabeza.— ¿Qué es eso?.— Pregunté mientras señalaba su mano.

— ¿Esto?.— Preguntó mientras levantaba la botella.— Es champagne.— Dijo muy tranquilo mientras se tiraba en la cama... como si estuviera en su casa.— Te conozco hace un día, tengo que dejar una buena impresión.

Rodé los ojos.— Estoy viajando por todo el mundo, no me quedo mucho tiempo en el mismo lugar, no tengo tiempo para eso de buenas y malas impresiones. Hago amigos y ya. Mientras no me rapten.— Dije en tono de broma.

Los dos reímos.— Espero que no hayas elegido los zapatos porque te compré unos..

— No inventes..— Dije mientras me ponía la ropa interior intentando que no se me viera nada.

— No, es en serio.— Dijo y sacó una bolsa que decía "Jimmy Choo".

— No lo puedo creer.— Dije completamente impactada.

— Espero que sean tu talla...

— ¡Por favor! ¡son hermosos!.— Eran unos Jimmy Choo dorados. Los amo. Amo el color, dorado intenso, dorado pasión, dorado, dorado... no se, dorado los amo tanto que no puedo ni hablar.

— Tal vez no sepa como coquetear pero se lo que nos gusta a los hombres, y es definitivamente esto.

Yo seguía como boba mirando los zapatos. Les deben haber costado una fortuna.— No los puedo aceptar, de ninguna manera.

Créanme, me duele rechazarlos, pero ni siquiera yo siendo yo, la persona con menos sentimientos en la tierra, los puede aceptar.

— Si no los usas me voy a ofender.— Dijo.— ¿Sabes la vergüenza que pasé entrando a la tienda a comprarlos?.

— Gracias a dios ocultaste la tarjeta con el precio, sino hubiera muerto de un paro.

— No seas exagerada..

Respiré.— Son hermosos, pero de verdad no los puedo aceptar..

— Bueno... yo no los puedo usar, tendré que tirarlos.— Dijo muy tranquilo.

¡¿Tirarlos?!. Mis ojos se abrieron como platos. Pensé que los devolvería a la tienda, no que los iba a tirar. Tirar unos Jimmy Choo... ¿se imaginan?, ni la persona más loca del mundo tiraría unos Jimmy Choo nuevos.

— ¡No, no, no!, esta bien, los usaré.— Dije y una sonrisa se dibujó en los labios de Paul.— Pero solo por esta noche, luego puedes hacer lo que quieras con ellos.

— Esta bien.— Dijo aún sonriente.

Paul salió a arreglar lo de su habitacón después de que tomáramos un poco de champagne. Yo me quedé y terminé de arreglarme.

Me maquillé un poco, nada muy grotesco, esta vez me hice algo más natural intentando que mis ojos fueran los protagonistas. Me dejé el pelo suelto pero me hice algunas ondas para que no quedara lacio y aburrido.
Para terminar me puse el vestido negro y los zapatos que Paul me había prestado.

Casada con Finn Harries [EDITANDO 2021]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora