#26. SMS

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Al día siguiente.


Los mensajes de texto tienen el increíble y poco entendible poder de hacerte sentir cosas, muchas, dependiendo de quien los envíe.


Mandamos mensajes todos los días, a todas horas, todo el tiempo, prácticamente vivimos conectados a nuestro celular, me incluyo en eso. Pero no siempre nos damos cuenta de lo importante y de lo mucho que nos hace sentir un simple mensaje, unas simples palabras en una pantalla.


A veces nos hace sentir cosas lindas y a veces cosas feas. Pero en fin, nos hace sentir.


Yo lo comprendí hoy. Exactamente después de que me desperté.

Me desperté con un mensaje que era de él, decía "Tenemos que hablar". Un tenemos que hablar nunca es bueno, por lo cual me preocupé, pero tenía la esperanza de que fuera cualquier otra cosa positiva, no siempre tiene que ser algo malo.


Contenté "Llamame cuando puedas". Luego de que me vistiera, higienizara e ordenara, mientras desayunaba mi celular sonó, por fin me estaba llamando. Me moría de la curiosidad de saber que pasaba, que quería decirme. Tenía la esperanza de que fuera algo bueno, pero presentía que era algo malo.

Todo el rato que pasó entre mi mensaje y su llamada, lo pasé pensando en él y en lo que teníamos que hablar, tenía algo de nervios porqué sentía que no controlaba la situación, y no lo hacia. Y también algo de miedo, aunque no sabía bien el porqué.


— Hola.— Dije cuando atendí el telefono.


— Hola.— Contestó.


Era su tono serio, su tono "estoy enojado pero no lo demuestro. Con ese simple hola descartó por completo mi esperanza de que ese "tenemos que hablar" fuera algo bueno.


Y en ese momento lo supe, sabía lo que iba a decirme, lo que iba a recriminarme, reclamarme. Sabía que íbamos a discutir, que estamos lejos y que no lo íbamos a poder solucionar con un beso, o con una caricia. Sabía que estaba enojado, y sabía también que yo no tenía defensa, no tenía excusa, no tenía nada para decirle que pudiera cambiar lo que el iba a decirme, lo que él pensaba. No tenía forma de negarle su argumento, porqué sabía que él tenía razón. Era culpable de los hechos.


Sabía que una inevitable pelea se acercaba y eso era lo que yo menos quería, especialmente porqué estábamos lejos.

Entendí porqué tenía miedo antes, miedo a separarme de él.


— ¿Como estas?.— Pregunté.


La típica pregunta que todo el mundo hace generalmente por compromiso, yo por primera vez se la preguntaba a alguien enserio. Siempre voy a querer que él este bien, aunque ni siquiera yo lo este.


— Bien.— Contestó.


Un bien que no sonó para nada bien.


— ¿De que querías hablarme?, ¿pasó algo?.— Pregunté.


Casada con Finn Harries [EDITANDO 2021]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora