Parte 1
– ¿Jugo de frutas? No es posible, estoy seguro que preparé el de licor – el sexagenario dueño del local se frotaba la barbilla, confundido por lo que estaba pasando, mientras veían junto a la otra joven el vaso que les había sido devuelto.
Como era de esperarse, el dueño del local, luego de ofrecer las disculpas del caso, ofreció una nueva bebida en reemplazo y aseguró que la cuenta no la tenían que pagar, que correría de parte de la cafetería; la pareja por supuesto, aceptó las disculpas y el ofrecimiento con gusto.
– El jugo de frutas era el pedido de Haruka – comentó el dueño.
– Espere... me está diciendo que...
– ¿Dónde está Haruka?
– Dijo que iba a la sala de personal.
– Ve a traerla – fue el pedido del dueño.
La joven fue de inmediato a aquella sala de personal, y al poco tiempo, un lamento alcanzó a oírse desde la parte trasera del local.
– ¿Ehhhhhhhhhh?
Haruka apareció raudamente en el mostrador, pero no se detuvo y siguió de frente, dirigiéndose a paso rápido hacia la mesa que había atendido, ante la vista del dueño y de su compañera. Pero, tan pronto como llegaba dio media vuelta y regresó hasta el mostrador con la cabeza agachada.
– ¿Qué pasó? – preguntó el señor.
– El vaso está casi vacío – respondió la joven.
– Oh no – la compañera balbuceó mientras ahora los tres se ponían a ver con detenimiento lo que estaba sucediendo en aquella mesa.
– N-No parece haber nada extraño – comentaba el dueño –, tal vez ella ha bebido antes.
Algunos metros más allá, en la mesa de ambos jóvenes, la situación no parecía tan normal como se pensaba.
– ¿Te pasa algo? – preguntó Alexei viendo con extrañeza a Hana.
– N-No lo sé – contestó la joven con un aparente malestar.
– Te has estado comportando de manera extraña desde hace un rato.
Las mejillas de Hana se encontraban coloradas y su mirada parecía algo cansada, con una aparente dificultad comenzó a ver directamente a Alexei.
– Es extraño – decía mientras entrecerraba los ojos como si se esforzara por ver –...
– ¿Extraño?
– No sabía que también podías separarte en dos...
– ¿De qué estás hablando?
– Hehe... Ahh la cabeza me está dando vueltas.
– Creo que entiendo lo que está pasando... cansancio, asumo que desde que comenzaste tu viaje no has tenido tiempo para descansar debidamente, ¿no es cierto?
– S-Sí... creo que tienes razón... tal vez sea eso.
En el mostrador, aparentemente no podían ver nada extraño, por lo que comenzaban a suspirar de tranquilidad.
– Creo que nos preocupamos por nada – decía la compañera de Haruka.
– T-Tienes razón, además aún pude ver la cereza en el vaso, ya que es lo que concentra el mayor nivel de alcohol, mientras no lo toque no habrá problema.
En aquel momento Hana observó el vaso.
– ¿Cereza? Tal vez un poco de fruta me ayude – la joven sacó la fruta y se llevó a la boca.