14-."Los demonios de Enio"

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Se encontraban en una posada de la villa, el amanecer  se filtraba por la ventana hasta llegar la luz a la cama en la que dormía la Lectora del cielo, mientras que el caballero dorado dormitaba en un sofá.

A decir verdad, la mujer se la había pasado la noche pegada a la ventana, pues las estrellas gritaban y gemían de dolor.

Estaba ocurriendo aquello que la joven había profesado, jóvenes eran sacados de sus hogares y poseídos por los malvados espíritus que junto con Enio salieron de la caja de Pandora, poseyendolos y masacrado así a sus propias familias.

—Vamos Milo, tenemos que movernos.— Comentó mientras se acercaba al mayor y le movía levemente para que se despertara.

Recibió un quejido por respuesta, por lo que nego con la cabeza.

Se encontraba dispuesta a despertarle, hasta que un silbido resonó dentro de su cabeza sin previo aviso, no sabía que era pero no le daba buen espina.

—Bueno, saldré por algo de comer. Acuéstate en la cama.—

Sin esperar a recibir respuesta, tomó su capa y salió de la posada.

No podía dejar que el hombre que le acompañará sintiera un cosmos distinto y amenazante, por lo que se alejo lo más que pudo.

—¿Que quieres?, ¿Quien eres?— Pregunto al adentrarse a un callejón entre casas de la villa, no había mucha gente fuera, puesto que apenas amanecía.

—Aracne, eres amiga de los caballeros de Athena, ¿No es así?—
La voz de una mujer hablo, con decoro y como el terciopelo, casi seductora.

—No.— Declaro mirando hacia los lados y dando vuelta, buscando ver algo.

—¿Entonces por qué llevas uno contigo?— Pregunto sin vergüenza, haciendo que la pelinegra apretara la quijada. —Si me ayudas a llegar hasta la cámara de Athena, te salvaré, incluso puedo hacer que el hombre que quieres en tu cama sea tuyo.— Continuó, como si pudiese leer los pensamientos de ________, tal como ella leía las estrellas.

—El defenderá a Athena hasta el final.— Contestó seco, y rápido.

—Si te pones de mi parte, me aseguraré de que olvide su labor como caballero un momento.— Volvio insistir aquella voz, que emitía un cosmos suave.

_________ había escuchado a Milo hablar dormido, no dejaba de repetir cosas relacionadas con el Santuario, Athena y de pedir perdón por irse. Deseaba tanto que dejara todo aquello y huyera con ella. Sus pensamientos estaban echos un huracán.

—Bien.— Declaro con determinación y extendió los brazos  para recibir algo en las palmas.

Una daga cayó en sus manos casi por obra mágica, miro alrededor.

Sabía lo que debía hacer con aquella daga.

Cuando ________ llegó a la posada se acercó a él y le beso.

—¿Trajiste comida?— Pregunto Milo en pesado mientras le abrazaba por la cintura y la obligaba a recostarse sobre el.

—Aun no hay nada.— Comentó la pelinegra y le beso nuevamente, más profundo e incluso desesperado. —Regresemos al santuario.—

"La Reencarnacion De Aracne" (Milo de Escorpio y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora