Confession

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Jinyoung estaba en el asiento del copiloto. Al avanzar unos cinco minutos en el trayecto, había comenzado a llover, pero él estaba preocupado por algo superficial, como era no haber llevado un paraguas.

Su atención la desviaba a propósito, dado que Jaebeom no había respondido formalmente a su confesión, pero tampoco había dado una negativa. Sin quererlo, su cabeza divagaba en todo ese diluvio, y su corazón seguía palpitando fuerte cada vez que lo miraba.

Aunque hubiera aceptado sus sentimientos, estaba seguro que el pelinegro no había resuelto todas sus dudas con respecto a su relación. ¿Qué diferencia existía al no tener recuerdos?

Llegaron, aparcaron, bajaron y se adentraron al recinto.

Jinyoung fue el primero en pasar, oyendo la puerta cerrarse tras él. Giró su cabeza un poco, quitándose la gabardina, medianamente mojada, encendiendo las luces del pasillo principal y la sala.

El silencio de su propio hogar le parecía realmente angustiante. Mencionó que prepararía un poco de té para los dos.

Jaebeom, por su parte, dejó su saco en el perchero, dirigiéndose al sillón de la sala. Permaneció ahí con los codos apoyados en los muslos, mirando a la pared hasta suspirar.

—¿Por qué huiste de mí? —preguntó de pronto.

Jinyoung lo había escuchado desde la cocina.

—No entiendo qué dices

—El té puede esperar, necesito que vengas conmigo —demandó.

Algo en el tono de su voz erizó la piel de Jinyoung; no preguntó por segunda vez, dejó la charola con las tazas para caminar hacia la habitación.

Raspó sus palmas contra su pantalón para limpiar el sudor en ellas, tomando asiento en el sillón contrario al del mayor, quien lo veía algo inquisidor, sin dejar que apoyar su barbilla en sus manos.

Esos ojos negros parecían perforarlo, como acusándolo de un error fatal e incorregible que solo podría perdonarse si tuviera inmunidad diplomática. Se sintió acorralado por esos ojos, sin poder escapar, aunque, irónicamente, tuviera un espacio enorme para hacerlo.

—Huiste de mí —repitió Jaebeom, con semblante serio, recostándose sobre el respaldo. —La noche del restaurante...

—Espera... ¿Lo recuerdas?

—Ligeramente. Imágenes, palabras, alguno que otro aroma

—Pero lo recuerdas —repitió Jinyoung poniéndose en pie, como intentando acercarse.

¿Sería posible que...?

—Eso no importa ahora. Lo que quiero saber es por qué escapaste

—¿Escapar? —dijo el castaño, privado de una excusa que explicara su comportamiento.

Si Jaebeom tenía una ligera idea de lo ocurrido, entonces significaba que conocía el motivo de todo lo que los había llevado ahí.

Levantó la mirada, notando que Jaebeom también se ponía de pie hasta quedar cara a cara. Jinyoung llevaba un sonrojo en sus mejillas, mismas que el pelinegro se dedicó a acariciar, con tanta suavidad que el roce de una pluma podría resultar áspero en comparación.

—Tenía miedo, Jaebeom

—¿De qué?

—De... De no tener... De sentir lo que siento ahora; de entregar mi corazón una vez más, y encima, a un hombre

Jaebeom apretó, levemente, la mano que acariciaba la mejilla de Jinyoung hasta tomar parte de la nuca y el cuello de éste.

No poseía su memoria exacta, pero comprendía su forma de sentirse. ¿Por qué tantas veces necesitaba sacarse de sus pensamientos a Jinyoung; o por qué no soportaba permanecer por mucho tiempo en la misma habitación sin un deseo imperioso de besarlo, de no compartir su preciosa presencia con nadie?

This Children [Bnior/JJP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora