Detuve mi auto frente a la casa. Había dos carros de bomberos, una ambulancia, tres coches de policía y todos los vecinos en sus pijamas observando el desastre. Miré el reloj digital en mi muñeca. Los números verdes marcaban las 4:17 a.m. Pero si el deber llama, hay que cumplir. Por fin me asignarían un caso para mi misma y no sería la sombra de mi padre ayudando en detalles mínimos -que en realidad a veces resolvían el caso completo y mi padre se llevaba mi crédito-. Quería que reconocieran mi talento y mi esfuerzo, y esta era mi oportunidad.
Los bomberos intentaban controlar el fuego, aunque ya estaba casi apagado por completo. Los vecinos estaban asustados y hablaban con la policía. Algunos lloraban. Me bajé del auto y mi amigo Adam se acercó casi corriendo a mi lado.
-Sarang, hasta que llegas.
-Si, lo siento, me llamaste tres y media de la mañana y mi casa queda en la otra punta de la ciudad. En mi defensa, vine rápido. ¿Tu que haces aquí?
-Ya sabes, mi encanto natural me permite tranquilizar a los vecinos y pedirles información.
-Gran trabajo Adam, la mayoría llora. Engreído. ¿Que sabes?
-No hay heridos y la casa parece estar vacía. Quieren que entres. La persona que causó el incendio se esfumó y nadie entiende por qué. Según los vecinos, vive una rubia, Elizabeth, rica, extraña y misteriosa. No se a que se refieren. Nadie se anima a entrar a la casa.
-Mhm, entiendo. Comenzaré enseguida.
-Sarang. Cuídate.
-Estaré bien, Adam. No necesito una niñera, se manejar esto.Me paré frente a la puerta e insipré profundamente antes de abrirla. El crujido que causó fue agudo a insoportable, ademas de escalofriante. Tenía que admitir que estaba nerviosa, y que tenía miedo. Pero al mismo tiempo estaba intrigada y emocionada. Iba a ser profesional, no me iban a controlar los miedos e inseguridades ahora. Prendí mi linterna y comencé a caminar por el living de la casa. Por fuera era normal, pero por dentro, parecía antigua, sin mencionar que todo estaba negro a causa del fuego.
Miré al rededor y relamí mis labios secos y acto seguido, mordí mi labio inferior y comencé a caminar por la casa. Parecía estar deshabitada. Todo era ceniza o cosas quemadas. En el piso superior había varios cuartos vacíos y dos baños. Nada interesante se encontraba en ninguno de ellos. Perdí la cuenta de cuánto tiempo llevaba dentro de la casa. Me rendí y bajé las escaleras, tropezandome con la alfombra color vino tinto, doblandola y dejando al descubierto una puerta de madera en el piso.
Fruncí el seño confundida y corrí por completo. Dudé un segundo, pero luego tome la valentía necesaria, y con los dedos temblando, abrí la compuerta, revelando una escalera. Apreté mi mano sobre la linterna y sentí como mi cuerpo se tensaba. Tenía que hacerlo, no había vuelta atras y este lugar era algo sospechoso. Con cuidado, apoyé un pié en el primer escalón, asegurandome que eran firmes, y al ver que lo eran, comencé a bajar al oscuro y oculto cuarto.
Iluminé a mi izquiera. Solté un grito ahogado y abrí mucho mis ojos al encontrarme a un muchacho en una caja transparente, que se acercó gateando rápidamente y apoyando sus manos en el vidrio, haciendome retroceder a causa del miedo. Ví como se calmaba y pude observarlo más detenidamente. Sus ojos eran cruces, pero eran claramente lentes de contacto. Su piel era perfecta y las facciones de su caras estaban muy definidas. Su cabello estaba de lado, tan largo que cubría su ojo izquierdo, y negro como el carbón. Pero lo que más me sorprendió, fue ver todo su hermoso cuerpo maltratado y cubierto de lastimaduras, con vidrios enterrados en sus brazos.
Mi lavio inferior comenzó a temblar y moví mi linterna a la derecha, encontrandome con un vidrio lleno de dibujos en marcador blanco, y detrás de él, un chico de cabello azul, lleno de dibujos en el torso y los brazos. Estos estaban atados con hilos y su frente descansaba en el material transparente. Al igual que el chico anterior, estaba incríblemente herido.
Esto era horroroso. Seguí moviendo mi linterna y noté que el cuarto era circular. Vi otro vidrio y dentro de él, un chico de nariz extraña y labios grandes. Apoyaba su mano en el vidrio. Se veía casi sin vida. Mi cuerpo entero temblaba ante semejante monstruosidad. No estaba preparada para algo así.
Continué caminando en círculos y ví que detrás de una reja, colgaba una persona. Había argollas en su piel, que sostenían cuatro hilos. Su cabeza estaba echada abajo y su cabello cubría su cara. Llegué a pensar que estaba muerto. Y en ese momento, levantó debilmente su cabeza y me miró directo a los ojos. Su mirada me transmitía algo. No estaba segura qué.
A su lado, había un chico que parecía de diesiciete o diesiocho años. Tras rejas, que antes habían tenído vidrios, y sus manos estaban apoyadas sobre los restos de ellos, clavandose en su piel y ensuciando su palma y dedos de rojo. ¿Qué hacían estos chicos aquí, y maltratados de esta manera? Intenté acercar mi mano al chico, pero éste se mostró asustado, así que la retiré.
Por último, tras dos vidrios rotos, yacía un chico de piel oscura en un sillón, atado igual que todos. Su cabeza estaba echada atrás y parecía sin vida, pero cada tanto soltaba un gemido o jadeo de dolor. Vi la sangre seca en sus dedos y a través de los agujeros que tenía su sweater gris.
Retrocedí para poder ver tal escenar de más lejos, intentando contemplar todo, pero choque con algo duro. Otro grito ahogado salió de mi boca y al iluminar el objeto, vi que era una mesa de madera. Parecía ser de caoba. No estaba quemada. Sobre ella, había elementos filosos, y seis muñecos. Uno, con cruces cosidas como ojos y cabello cubriendo uno. El de la caja. Otro de cabello azul y con la tela pintada. El del vidrio escrito. Otro sin nada en especial, pero eso lo volvía distinto. El de la mano sobre el vidrio. Otro de hombros anchos y brazos largos. El de la reja. Uno más blanco y menos gastado. El niño. Uno de tela oscura y un agujero en el brazo. El del sillón.
¿Qué diablos era esto?
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Everything will come true [Vixx]
Fanfiction-La idea no es completamente mía, muchas cosas las base en un fic que no es mio, pero tengo permiso para usarlo por la escritora original- Sarang no creía en la magia, ni en las cosas sobrenaturales. Ella era una chica normal de 22 años, trabajando...