Sarang
Finalizada la cena, los acompañé a los cuartos. Cada uno se eligió uno. Volví a la cocina a hacerles un té a cada uno, los puse en una bandeja y tomé las cosas para cambiarles las vendas. Subiendo las escaleras, una idea se cruzó por mi cabeza y fuí a mi cuarto a buscar cinta, un cuaderno y fibrones de colores. Fui primero con el que parecía más jóven. Entré suavemente a su cuarto después de tocar su puerta y no recibir respuesta. Estaba sentado en la cama, sin remera y sin pantalón, mirandose las heridas y apretando los ojos a causa del dolor. Me arrodillé frente a él y tomé su mano.
-Duele mucho, ¿no?
Dije con pena. El asintió y una lágrima se deslizó por su mejilla. Sentí mi alma destrozarse en siete pedazos y caer al suelo. Con mi pulgar la sequé.
-Voy a cambiarte las vendas. El médico me pidio que lo haga una vez cada tanto. Agradezco que los hayan bañado en el hospital.
Intenté decir en modo de chiste, pero el no se rió. Tragué saliva y comencé a cambiar sus vendas. Se quejaba un poco cuando pasaba el desinfectante por sus heridas. Era lógico, le debía doler horrores. Pero esperaba algún quejido más fuerte. Aún no entendía por qué intentaban ahogar sus sentimientos. Finalicé, le dejé el té y una aspirina en la mesa de luz y lo ayudé a acostarse. Lo miré. Pensé en cómo podía establecer una conversación con él. Luego, pensé en que debería intentar volverme un poco mas cercana a él antes. Volví a arrodillarme a su lado.
-No entiendo por qué no quieren hablar. Me gustaría hacerlo, pero debe ser muy difícil para ustedes. Posiblemente aún no confien mucho en mí, pero necesito, aunque sea muy lentamente que intenten abrirse a mí. ¿Crees que podrás intentarlo?
Otra vez movió su cabeza de manera positiva.
-Genial. Podemos comenzar por que anotes tu nombre aquí.
Le pasé el cuaderno y el fibrón verde. Como pudo escribió Hyuk. Le sonreí.
-Muchas gracias, Hyuk. ¿Cuántos años tienes?
Él levantó sus hombros una sola vez.
-No es posible que no sepas...¿17? ¿18? ¿19?
Miró abajo.
-Es una pena...Te vez como un niño aún.
Esbozó lo más parecído a una sonrisa que había visto en la cara de cualquiera de ellos hasta ahora.
-Bien, no puedo saber nada más de tí hasta que no puedas hablar. Pero prometeme que intentaremos formar un vínculo más fuerte.
Levanté mi dedo meñique y él entrelazó el suyo con el mió. Le sonreí y le besé la frente. Comencé a acariciarle con suavidad su cabello sedoso, mirando como él lentamente cerraba sus ojos, preso de la fatiga y el dolor. No lo culpaba. Necesitaba descansar mucho.No había pasado mas de cuatro horas con ellos, y ya los sentía como parte de mí. Veía al pequeño Hyuk como un bebé, un hermano menor. Había tomado un gran cariño por él en muy poco tiempo. No merecía tanto dolor, haber pasado por cosas tan horribles siendo tan jóven.
Cuando noté que estaba por quedarse dormido, me paré y me retiré del cuarto, apagando la luz detrás de mi.
Hyuk
Quedé a oscuras. El pánico se apoderó de mí. ¡Otra vez esto no! Mi respiración se entrecortaba y me senté en la cama. Una o dos lágrimas se cayeron de mis ojos. No importara cuánto tiempo estuve encerrado, cuánto siglos habían pasado desde mi creación. Mi fobia a la oscuridad sería algo que jamás abandonaría mi cuerpo, ni mi alma. Oh, cómo desearía que todo acabara. No pude evitarlo y, sin darme cuenta, comencé a gritar, haciendo que Sarang corriera dentro del cuarto y prendiera la luz.
Al ver la claridad, volví a respirar normalmente y con cuidado me recosté de nuevo.
-Hyuk, ¿qué pasó?
Preguntó ella con dulzura, volviendome a acariciar el cabello, ayudandome a relajarme otra vez. Tomé su mano, preso del terror.
-¿Le tienes miedo a la oscuridad?
Solo acerté a decir que sí con la cabeza. Ella imitó mi gesto.
-Lo tendré en cuenta.
Prendió una pequeña luz que estaba cerca de mi cama y volvió a besar mi frente.
-Descansa, ¿si?
Se paró y volvió a irse, cerrando la puerta. Me envolví en las sábanas y miré al rededor. Olí la almohada y me moví para acomodarme sin que me dolieran las heridas. No recordaba cuándo había sido la última vez que me había sentido tan cómodo, tan querído, tan cuidado. Sarang era distinta a Elizabeth. Lo sabía. Confiaba en ella.
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Everything will come true [Vixx]
Fanfiction-La idea no es completamente mía, muchas cosas las base en un fic que no es mio, pero tengo permiso para usarlo por la escritora original- Sarang no creía en la magia, ni en las cosas sobrenaturales. Ella era una chica normal de 22 años, trabajando...