Capítulo 2.

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        Estaba algo confundida. No sabía que hacer. No podía dejar a los chicos solos, ni siquiera para llamar a una ambulancia. Parecía que estaban entre la vida y la muerta. No supe cuando tomé el suficiente valor y tomé lo primero que encontré para acercarme a la caja de vidrio, donde el primer chico se encontraba. Él pareció entender inmediatamente mi plan, porque a medida que me acercaba, él se corría, dejandome espacio. Golpee el vidrio hasta que se rompió en un agujero lo suficientemente grande para que el pueda salir sin pincharse. Cayó en mis brazos y de milagro lo atrapé antes de que tocara el piso. Lo recosté con cuidado y con una pinza que encontré -que parecía un elemento de tortura- comencé a quitarle los vidrios que previamente tenía clavados. Él hacía un esfuerzo por no quejarse por el dolor. No entendía por qué lo hacía. Es algo natural gritar cuando algo duele. Pensé que tal vez estaba intentando mantener un lado firme. 

        Cuando acabé, repetí el procedimiento con el vidrio escrito. El chico estaba atado, asi que busque algo filoso para poder cortar los hilos. Encontré una navaja y con paciencia me deshice de sus ataduras. El chico se desplomó al igual que el anterior y lo sostuve fuerte entre mis brazos, temiendo que se cayera. Lo dejé junto al otro. Volví a hacer lo mismo con el siguiente chico, pero este parecía lo suficientemente sano para que no lo tenga que llevar yo como a los otros dos, solo pasé su brazo por mis hombros y lo llevé con ellos. 

        El siguiente estaba detrás de una reja y busqué desesperadamente unas pinzas para poder romperlas. Al encontrarlas, las corte para hacer un agujero lo suficientemente grande para que los dos pasemos. Mis manos temblaron al desatar los hilos de las argollas que estaban en sus brazos. Al no tener los hilos manteniendolo de pié, también cayó, con un gemido, en mis brazos. Lo dejé en el piso, y con la pinza que usé para abrir la reja, rompí las argollas y las deslicé por su piel, retirandolas de ella. No me alcanzaba el tiempo y la fuerza para arrastrarlo con el resto así que dejé que descanse en ese lugar, que parecía libre de objetos punzantes.

        El quinto chico, el mas jóven, estaba trás una celda. La llave no parecía estar en ningún lado. Comencé a desesperar, cuando recordé que a veces en mis bolsillos olvido clips. Casí grito de emoción al encontrar uno, y poder usarlo como llave falsa para dejar libre al niño. Pero antes, con sumo cuidado y mucha impresión, levanté su mano haciendo que se retire del vidrio en el que estaba apoyada y con mis propios dedos quité los vidrios que habían quedado en su piel, no me importaba que me lastime. También tuve que romper sus argollas para terminar de liberarlo. Tampoco tuve otra opción que dejarlo con cuidado donde estaba.

        Me acerqué al último chico y dudé un segundo antes de rasgar mi camisa, tomando un pedazo de tela y atandola a su brazo, donde la lastimadura se encontraba. De esta manera, logré detener un poco la hemorragia. Lo desaté e hice que se recueste sobre el sillón donde se sentaba, para que descance unos segundos, mientras yo subía a buscar a las enfermeras y doctores que esperaban arriba mi vuelta.

Leo

        ¿Quién era ella? ¿Por que nos había ayudado? Estaba subiendo las escaleras. ¿Simplemente nos liberaría y se iría? ¿Cuál era el sentido de eso? Estaba muy confundido, y el dolor no me dejaba pensar claramente. Miré mis brazos, por fin libres de las argollas, aunque repletos de sangre. ¿Por qué le dió tanta impresión encontrarse con el líquido rojo? ¿Qué no es algo completamente normal que las mujeres provoquen estas cosas en sus hombres?

        Comencé a ver manchas blancas a causa del dolor que invadía todo mi ser, cuando la vi volver. Me estremecí al ver que no nos había abandonado. Venía con mas gente detrás, que nos subieron a unas camas extrañas, que se podían mover con alguna clase de artefacto que no conocía. Ví que una mujer sostenía una aguja con un líquido dentro, y supuse que sí era normal hacer sufrir a los hombres. Miré como ella tomaba los seis muñecos y los ponía dentro de una extraña bolsa, antes de sentir un pinchazo en mi piel y caer en un profundo sueño.

Everything will come true [Vixx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora