Capítulo 5.

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Leo

        La casa de la misteriosa chica era muy distinta a la de Elizabeth. Era un penthouse algo grande, y se veía agradable. Nos habían sentado a todos en un sillón de cuero. Ella estaba parada frente a los seis con una sonrisa. Nos incomodaba un poco.

        -¿Les gusta el jajjangmyeon? Puedo cocinar casero para todos.

        Ninguno respondió. Nos miramos entre nosotros y la volvimos a mirar.

        -Bueno, tal vez sea un poco difícil que hablen...posiblemente tengan bastantes traumas después de lo que les sucedió... No esperaré muchas respuestas suyas, pero al menos me gustaría que me digan que sí o que no con la cabeza -dijo, mientras hacía los gestos.

        Nosotros asentímos coordinadamente.

        -Esta bien. Entonces jajjangmyeon. 

        Se fue a la cocina, dejándonos solos. No nos había atado. No nos había encerrado. ¿Por qué? Esta chica era rara. Miré a N.

        -Yo tampoco sé por qué, Leo. 

        Me dijo a través de nuestras mentes, casi leyendo mis pensamientos. Pasaron unos minutos en silencio, hasta que la voz de Ken retumbó en la cabeza de los otros cinco.

        -La verdad...se siente bien estar...Libres.
        -¿Se puede llamar libertad a esto?-preguntó Hongbin
       -En realidad, más que con Elizabeth. No estamos atados. No nos está lastimando. ¿Qué le pasa?-Ravi estaba perdiendo la cabeza.
        -¿Tal vez tiene otra cultura?-preguntó Hyuk.
        -No digas idioteces.-respondió bruscamente Hongbin.        
        -¡Chicos, a comer!

        Su voz nos interrumpió. 

Sarang

        Llegaron a la cocina en fila india, uno detrás del otro, perfectamente alineados y caminando casi a la vez. Estos chicos eran totalemente extraños. Se quedaron parados junto a las sillas. No se sentaban.

        -Sientense.

        Se sentaron. ¿Por qué tenía que decirles yo cuando tenían que sentarse? Tal vez estaban algo incomodos con la situación, la vivienda nueva, etc.

        -Me presenté anteriormente, pero tal vez no recuerden mi nombre. Soy Sarang. Un gusto. Dado que...no espero que hablen mucho de su vida, les hablaré un poco de la mía. Pero antes, ¿todos estan en condiciones de comer? ¿Les duelen las vendas?

Leo

        Por el cielo, esta chica hablaba demasiado y muy rápido. ¿Por qué nos preguntaba si nos dolía y si podíamos comer? Tal vez solo lo hacía por si podíamos para hacernos doler mas y que ni siquiera podamos tomar los palillos con las manos. Elizabeth a veces lo hacía. Aunque algo en ella te decía que no lo haría. 

        Respondimos a sus preguntas con movimientos de cabeza, como ella nos había pedido y la miramos.

        -Bueno, coman entonces. ¿Por qué se demoran tanto?

        Nos apresuramos a tomar los palillos por miedo a que se enojara. De todas maneras, ¿por qué se enojaría si no comemos? ¿Qué no es normal que los hombres coman miserias y que las mujeres cenen como reinas? Esto era todo muy extraño. Comenzamos a comer. Ni bien el primer bocado de comida tocó mi lengua, sentí un placer inexplicable. Había pasado tanto tiempo desde que había comido algo tan delicioso...solo tenía la oportunidad de hacerlo si pasaba la noche con Elizabeth, pero Hongbin era su preferencia. Casi no lo hacía con el resto. Aunque tengo que admitir que conmigo mas que con los otros cuatro.        

        -Por favor, no coman tan rapido. No sé hace cuanto no comen y puede que les haga mal. ¿Jugo?

        Disminuímos la velocidad y respondimos con un movimiento positivo. Ella también comía.

        -Bueno, tengo un cuarto preparado para cada uno de ustedes. Sientanse libres de elegir el que más les guste mientras no se peleen por uno como los niños-soltó una risita-. No sé hasta cuando van a estar conmigo así que espero que en algún momento se abran a mi. No quiero estar hablando sola como si fuesen estatuas...Y además, los necesito.

        Por alguna razón sus palabras atravesaron mi pecho. Nos necesitaba. ¿Por qué mentía? Elizabeth nos había dicho veces innumerables. Pero también se fugó y nos intentó quemar vivos. Si no fuese por esta chica...Seríamos polvo. Sin embargo, servirle para agradecerle sería horrible para lo que podría pasar si Elizabeth volviera. 

        -Cierren los ojos.

        Obedecimos. Escuchamos como ella retiraba los platos que teníamos frente a nosotros. Sentí un escalofrío cruzar mi espalda cuando la sentí detrás de mi. Luego, volvió a posar otros.

        -Abran.

        Me encontré con una sustancia espumosa y marrón. No estaba segura de lo que era. La copa se veía fría.

        -¿No les gusta?-dijo algo decepcionada.

        Nadie dijo nada. Tomamos las cucharas, las enterramos en lo que se encontraba frente a nosotros, llevandose un poco con sí y acercandolas a nuestra boca. Chocolate. Ninguno pudo abstenerse a soltar un sonido de placer al tenerlo otra vez en nuestras papilas gustativas. Siglos habían pasado desde que lo había probado por ultima vez. Continuamos comiendo, siendo felices por primera vez en mucho tiempo. 

        Aunque todo esto aún era extraño y tengo que admitir que algo sospechoso, Sarang -así se llamaba al parecer- era muy buena con nosotras, y lo disfrutabamos. Pero tenía miedo. Tal vez solo estaba actuando por hoy...

       

Everything will come true [Vixx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora