— ¿Debería renunciar? — pensó en voz alta mientras caminaba de regreso a su casa.
Se llevó su mano al codo izquierdo, hacía unas horas atrás se había golpeado en el lugar debido a sus carreras por cumplir con lo que decían sus superiores. Cayó después de ese golpe, y aún así, fue regañada; hecho que ahora la llevaba a pensar en el renunciar, al final de cuentas tenía de un buen currículum debido que empezó en Big hit hacía ya un tiempo, seguramente podría entrar a otra agencia bien. Estaba por terminar la universidad y ello le daba más chance de buscar otro trabajo.
— Toma.
— ¡Ah! Dios... — se llevó una mano al pecho soltando el aire.
Imagino al chico sonreír debajo de su mascarilla, pues notó de sus ojos achicarse en cuanto a su reacción. Soobin le entrego una bolsa negra con desinflamantes dentro y algunos analgésicos.
— Iba a la sala de prácticas cuando ví tu pequeño percance. Imaginé que te servirían — explicó.
Ella hizo una pequeña "o" con sus labios volviendo a cerrar la bolsa con los medicamentos. Sonrió.
— No debiste molestarte, estoy bien — comentó para calmarlo.
Si bien, el golpe no era algo de que preocuparse, aún dolía bastante a pesar de haber ocurrido hace horas, tenía molestias al flexionar el codo. Pero no iba a admitirlo frente a Soobin. Ambos siguieron caminando sin decir nada. Era tarde, pasada de las diez de la noche, ya no había tantas autos por la calle, las farolas iluminaban la calle dando un ambiente, de cierta forma, cálido, a pesar de estar en otoño. Ambos portaban de chamarras abrigadoras, sin embargo, la diferencia, es que él estaba aún más cubierto que ella, una mascarilla y una ostentosa bufanda gris a juego con un gorro de lana del mismo color, en una busca por ocultar su ya conocido rostro.
— Yang-Mi trabajas mucho, aún estando lastimada, debes ser más cuidadosa — pidió.
Inconscientemente sonrió. Le gustaba como él pronunciaba su nombre, le gustaba como él la llamaba, el tono que utilizaba al pronunciar su nombre, una voz aterciopelada, dulce, armoniosa.
Siguieron caminando.
— ¿No deberías estar con el resto de los chicos? — desvió el tema a manera voluntaria — Tu agenda...
— Está bien, ha estado tranquilo estos días — sonrió, y ella imaginó de sus hoyuelos al no poder verlos — Mañana grabaremos para un episodio de un To X Do por la tarde.
— Oh... Aún así deberías descansar, aprovechar de tu tiempo libre.
— Eso hago, quiero cenar hoy contigo.
Para nada que espero la respuesta. Rió avergonzada, sintió de sus mejillas calentarse, seguramente estaba roja, así que mantuvo su mirada al frente mientras continuaban con su caminata.
Era consciente de sus sentimientos por su amigo, desde hacía bastante tiempo que los tenía por él. Jamás había sido obvia, mantenía siempre la línea entre ambos, y ahora una más marcada que antes.
En el pasado, solo existía aquel límite de si amistad la cuál, temía perder. Ahora, con el paso de los años, no solo existía del límite de su amistad, era un límite laboral, que este mismo llegaba incluso a extenderlo en su amistad intentando el evitarlo si a su alcance estaba.
Tomando la decisión de incluso, olvidar de sus sentimientos, para enterrarlos y continuar con su relación laboral.
No era ninguna estúpida, ambos pertenecían a diferentes mundos que convergen en un momento. Se había hecho bien la idea de que quizás, hasta en algún momento su amistad terminaría por acabarse por la relación laboral.
Terminaron por llegar al pequeño departamento que la joven alquilaba, ambos entraron dejando los zapatos en la entrada para colocarse las pantuflas. Él terminó por sentarse en uno de los sofás quitándose de la mascarilla y bufanda; y ella se dirigió a si habitación a dejar de sus cosas antes de volver a salir.
— Hacía bastante que no cenamos juntos — comentó al dirigirse a la cocina en busca de algo a preparar.
— ¿No fue la última vez hace cuatro años? — se levantó para ir con ella a la cocina.
Sacó unos tazones, volviendo al refrigerador para ver qué ofrecer. Lamentó el hecho de no tener nada realmente bueno, tenía que ir pronto por más provisiones.
— Eras aprendiz aún — volvió al desayunador quedando frente a él — Solo tengo botanas... No suelo comer en casa.
— Veamos una película entonces.
Afirmó en un movimiento de cabeza llenando ambos tazones de algunas papas que tenía en la despensa para ir a la sala. Ambos se sentaron en el mismo sofá uno a cada extremo.
Yang-Mi tomó en control entrando a Netflix buscando de alguna película que fuera del gusto de ambos. De alguna forma se sentía ansiosa, hacía bastante tiempo que no se encontraba en alguna situación similar. Volteaba de vez en cuando de manera discreta viendo el perfil del chico de cabellos negros.
Soobin por su parte, no prestaba para nada atención en ella, se sentía cómodo y agradecía poder tener un espacio en su agenda para pasar con ella. Comía las papitas sin mucho atención a los nervios de su amiga, hasta que finalmente escogió de una película.
— No deberías dejarte pisotear — comentó él.
Se sorprendió un poco del ambiente que tomo el cuarto en cuanto hizo ese comentario, se removió un tanto incómoda en su lugar, dirigió su vista a Soobin solo para darse cuenta que éste ya la estaba viendo fijamente.
Soltó una corta risa apenada.
— No puedo quejarme. Todo beneficio trae sus negativas — comentó con la mirada baja.
— Mi amistad contigo no debería ser algo para que te juzguen laboralmente.
Ella volvió a reír alzando la mirada. Notó del miedo en la mirada del chico, a pesar de los años, aún sabía leer sus emociones, aún sabía leer sus ojos.
— No voy a alejarme — dijo para tranquilizarlo. Y para convencerse a sí misma.
— Yang-Mi, eres muy amable de cuidar de mi, me gusta que cuides de mí.
Su corazón enterneció en cuanto notó aquella sonrisa tímida en el chico mostrando de sus encantadores hoyuelos.
Volvieron su atención al televisor, después de sonreírle de manera corta.
Maldijo a Soobin en su mente, al igual qué ella, él ya la conocía tan bien, que podía adivinar de sus pensamientos, y por ello a sus palabras dulces. No eran mentira, era una verdad que desde hacía tiempo quería decirle, pero si bien, el poder sus palabras en ella, ahora no podía pensar en renunciar.
No supo que se quedó dormida hasta al día siguiente que despertó el sofá en la misma posición en que se quedó anoche. Los rayos entraban por su ventana chocando contra el rostro del joven que dormía plácidamente al otro lado del sofá teniendo de una bella imagen de este.
Tan tranquilo, su piel parecía tener una suavidad, sus pestañas negras resaltaban sobre su piel blanca. Sus labios rosas, tan pacífico. Mentiría si no decía que aquella imagen del idol durmiendo en su sofá quedaría eternamente grabada en su memoria.
Se levantó yendo por su móvil, eran poco pasado de las ocho, se hincó a un lado de Soobin moviéndolo levemente para que despertará.
— Soobin — dijo dulcemente.
Él fue abriendo de poco en poco sus ojos, quedándose ambos viéndose fijamente en silencio.
— Buenos días — dijo él en un tono ronco, sonriendo.
Y esa sonrisa mañanera la hizo reconsiderar en sí en algún momento debería de confesar de sus sentimientos.
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Scenery | Choi Soobin
Fanfic- Déjame llorar en tu próxima presentación. - - - - - - - - - - • Heterosexual • Historia corta • Soft • No se permiten copias o adaptaciones Febrero 2021