Béisbol y la caza

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Luna estaba complacida, ver a su hermano del alma reír despreocupadamente y jugar como adolescente junta a dos de los tres Cullen de apariencia más joven era una vista digna de admirar.

Una ligera lágrima recorrió su mejilla, consiguiendo la atención de la matriarca del clan de vampiros.

— ¿Está todo bien querida? – preguntó Esme preocupada consiguiendo la atención de Edward de inmediato.

— He visto a mi Harry consumirse en la indiferencia por siete años, verlo sonreír por más leve que sea junto a otras personas que no sea yo o Teddy calma mi corazón. – explicó Luna con un suave susurro.

El pelinegro que había escuchado lo que dijo su hermana, solo pudo suspirar internamente, él mejor que nadie sabía que Luna había sido junto a Teddy lo único que lo mantenía cuerdo.

Harry dejó de jugar unos instantes con Emmett para sonreírle a su rubia hermana, siendo lo único que parecía ser suficiente para mantenerla tranquila y en paz.

— Te preocupas demasiado por él, ¿Verdad? – volvió a hablar Esme.

— Tanto que algunas veces lo considero insano. – afirmó la rubia aún sonriendo. — Cuando estábamos en guerra fui secuestrada por el bando enemigo, Harry se dejó capturar por ellos para poder rescatarme, se arriesgó aún sabiendo que si lo atrapaban sería asesinado. Nuestras almas se juntaron en algún punto de nuestra vida escolar, ante la muerte soy su hermana y por la magia soy su alma gemela, me preocupo tanto por él que incluso olvido que la única en peligro soy yo.

Luna sabía muy bien que incluso su alma gemela era muy cuidadoso con respecto a sus muy tenues emociones, un solo enojo de su aprte y podría borrar la vida del planeta, los hombros de Harry estaban eternamente cargados con una responsabilidad enorme.

Ninguna de las dos mujeres habló, más ocupadas en ver a Alice contemplar un punto fijo antes de sonreír con emoción.

— Es la hora. – exclamó la vampira más baja y como si el cielo quisiera confirmar las palabras de la vidente un trueno resonó a lo lejos.

Teddy fue puesto en el suelo después de la declaración de la vampiresa para después ocupar un lugar cerca de Esme quien sería el árbitro junto con Luna.

— ¿Por qué usted no juega madame Cullen? – preguntó Teddy viendo como el resto se dividía en dos equipos.

— Alguien debe evitar que hagan trampa y me gusta hacerlo. – dijo Esme acercándose a su lugar.

— Entonces, ¿Les gusta hacer trampa? – preguntó Luna curiosa.

— Oh, ya lo creo que sí, ¡Tendrías que oír sus excusas!, espero que se comporten o de lo contrario pensaran que fueron criados por lobos. – expresó Esme con una sonrisa.

— Usted me recuerda mi abuela Andy, es igual de cálida. – comentó Teddy haciendo que su cabello negro cambie a un azul grisáceo. — Ella fue buena conmigo mientras papá cambiaba el mundo.

— Gracias por el cumplido cariño. – dijo Esme volviendo aún más cálida su sonrisa. — Me gustaría pensar de que mi pequeña cosita hubiera sido igual de dulce que tú.

Ninguno de los dos magos indagó en el tema, ambos podían sentir la nostalgia en la madre del clan, un dolor de perdida de un ser amado irremplazable.

Un gran trueno resonó por el aire y todos los vampiros volvieron a emocionarse y comenzaron a dividirse.

Dado que eran un número impar, Luna se ofreció a jugar para poder tener la misma cantidad en el equipo para preocupación de Edward.

Harry por otro lado sonrió al ver como Luna cambiaba sus zapatos por unos adecuados para correr, unos hechizos rápidos y pronto la rubia adquirió una velocidad y fuerza sobrenatural cortesía del ojiverde.

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⏰ Última actualización: Sep 24 ⏰

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