Forks

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Para Harry pasaron siglos, viviendo en el presente y pasado. Fue un momento indescriptible para el pelinegro, observar cada día del pasado dónde él estaba presente, viviendo cada día del presente como si fuera suyo cuando era de miles personas.

Harry se levantó del suelo en dónde había caído cuando algún mago estúpido intentó matarlo, volver a la vida no era lo más emocionante del mundo, menos si tenías un dolor de espalda producto de haber caído mal.

Podrías haber caído en un mejor sitio. – escuchó las últimas palabras que diría la pelinegra.

—Ten un poco de respeto, morí aquí. – contestó Harry mientras observaban dónde estaban. — Ten un buen descanso eterno.

Harry sentía su cuerpo extraño, no había necesitado uno por un largo rato y volver a sentirlo era raro, tal vez se debía a qué no necesitaba respirar o que su corazón simplemente no latía, las nuevas sensaciones eran confusas pero no mal recibidas.

Caminó tranquilamente por el lugar, sin que el tiempo importara, porque ahora eso no era relevante para él.

El número 12 de Grimmauld place estaba frente al pelinegro pues el hechizo de ocultamiento no servía para engañar a la muerte y a la vida.

La puerta se abrió en cuanto el de ojos verdes estuvo frente a ella, la casa reconocimiento a su dueño.

— ¿Papá Harry? – preguntó el niño de cabellos azules que estaba frente a la chimenea con Luna a su lado.

— Lamento haber tardado tanto Teddy. – se disculpó el azabache viendo cómo su hijo lo había esperado. — ¿Qué haces despierto a esta hora?

Era de madrugada, solo habían pasado unas horas para los mortales, pero para el pelinegro fueron siglos.

— No volvías y prometiste contarme una historia de tus aventuras... ¿Por qué tardaste tanto? – Teddy comenzó a llorar, Harry que había empezado a sentir de nuevo a menor escala después de años de entrenamiento se acercó a paso rápido al infante y lo cargó.

— Tuve que resolver un problema cachorro, pero no pienso separarme de ti nuevamente. – era una mentira piadosa, en algún punto ambos se separarían y Harry lo llevaría a descansar para siempre. — Estaré todo el tiempo que necesites.

— Creo que tu padre y yo tenemos que discutir algo serio cariño. – habló la única rubia haciendo sonreír a Harry, ella se había dado cuenta. — Kreacher te acostará esta vez, ¿De acuerdo?

El pequeño asintió antes de ser levitando por el elfo doméstico, el cual apareció cuando lo nombraron, hasta su habitación en el tercer piso de la casona Black.

— ¿Señor de la muerte y la vida? – dijo más para ella que para su amigo. — Me dió un susto terrible escuchar que te había asesinado Harry, han puesto al mundo mágico en estado de alerta y Granger se ha lanzado rápidamente por tu puesto.

Harry suspiró con cierta irritación, realmente el mundo mágico era dependiente de el.

— Alguien me mató Luna, no sé quién fue, pero me hizo un favor. – dijo el pelinegro. — Esto es peligroso para Teddy y para tí, empaca la ropa que tengas aquí y pídele a Kreacher que haga para Teddy, estén listos a mi regreso, nos iremos de aquí.

Fue todo lo que escuchó Luna antes de que el pelinegro desapareciera en el aire.

///

El ministerio era un caos total, magos y brujas corriendo de un lado para el otro como gallinas sin cabeza.

Todos estaban tan ocupados que no notaron la llegada de la persona por la cual se había desatado el pandemonium.

Harry observó la sala buscando a quien realmente necesitaba, el rubio de ojos grises estaban atrapado por tres aurores con varita en mano mientras que el rubio solo las sobre sus piernas con aire despreocupado, como si los que estuvieran en su posición fueran ellos.

AeternumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora