Después de la guerra

4.8K 416 107
                                    

Cenizas, el suelo y el cielo, por dónde sea que se veía cenizas caían. El hechizo final, aquel que destruyó a el-que-no-debe-ser-nombrado, aún resonaba como el eco en una cueva.

El silencio vino después, los mortífagos que quedaban empezaron a escapar o al menos lo intentaron, rápidamente fueron apresados por los pocos magos que quedaban de pie.

Los alumnos de Hogwarts gritaron, festejando la caída del señor oscuro, los maestros suspiraron aliviados al sentir que el peligro había pasado, lo que quedaba de la orden del fénix se reunieron para empezar a contar los muertos.

Todos mientras veían al elegido, al niño-que-vivió-y-venció, el cual veía sus manos fijamente ajeno a lo que sucedía a su alrededor.

Harry Potter se sentía vacío, toda su vida se había reducido a una sola cosa, eliminar a Voldemort; pero ahora, justo después de haberlo hecho y regresar de la muerte algo en el faltaba no sabía que, pero era importante.

El pelinegro se vió interrumpido de sus pensamientos cuando una castaña y un pelirrojo, ambos lastimados con sangre seca en sus caras y ropas, se acercaron y lo abrazaron.

Al instante el pelinegro se tensó y se alejó apuntando los con la varita de sauco, la varita que era suya desde que había desarmado a Draco Malfoy en su mansión hace algunos meses.

- ¡Tranquilo Harry, somos nosotros! - la voz de la castaña hizo que Harry bajara la varita antes de suspirar.

- ... - su voz no salió de su garganta.

- ¿Qué dices compañero? - habló esta vez el pelirrojo.

- Se acabó... - dijo con su voz ronca por los gritos de los hechizos que había lanzado en la batalla. - Al fin se acabó.

Lágrimas salieron de los ojos esmeralda las cuales recorrieron sus mejillas, la guerra había acabo después de dos años la guerra al fin había terminado, pero ¿A qué costo?

Cada mago caído estaba en el gran comedor, reunidos tanto luz como oscuridad. Porque a pesar del lado en el que se encontraban Harry se negaba a dejarlos afuera, cometieran errores o no, asesinos o no eran humanos y fueron parte de la comunidad tan pequeña que eran los magos de Inglaterra.

- Harry se que lo que menos deseas escuchar es la burocracia del ministerio, pero el la comunidad mágica no puede seguir sin ministro y... - Kingsley lo interrumpió en cuanto vió al apenas adulto caminar en el gran comedor.

- Si lo sabes, ¿Por qué me lo estás diciendo? - gruñó el pelinegro acercándose al cuerpo de Remus, el último amigo de sus padres en morir, su esposa Nymphadora a su lado con su cabello color castaño oscuro apagado en lugar de los colores excéntricos que siempre mostraba.

- Eres el líder de la luz, lo que la comunidad necesita es que los guíes... - Harry soltó una risa que interrumpió a todos los que lloraban por la tristeza y felicidad mezclada.

- ¿Le estás pidiendo a un adolescente de 17 años que asuma el puesto de ministro? Porque eso no suena a algo muy bien pensado. - dijo el pelinegro reanudando su caminata hacia donde el cuerpo de Fred descansaba con su gemelo abrazándolo con dolor y tristeza.

- La comunidad cree en ti. - dijo el moreno como si eso explicara la situación.

- ¿La misma comunidad que me tachó de mentiroso y buscador de atención hace unos pocos años? ¿Solo por qué derroté a Voldemort ahora todos me seguirán como corderitos al pastor? - Harry no entendía la ironía de lo que estaba viviendo.

Casi un tercio de la comunidad mágica inglesa estaba muerta, una pequeña parte fugitiva por pertenecer al bando oscuro, otra parte cagada de miedo a la espera de recibir noticias acerca de la victoria o derrota de la batalla y una pequeña parte eran los que se mantuvieron al margen del asunto sin meterse en ningún bando.

AeternumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora