—¡¿Me puedes explicar cómo llegaste hasta aquí?!
Un susurro alarmado de Sombra Diurna le recordó lo que estaba pasando, luego de haberse quedado conmocionado al ver la muerte de aquél proscrito a causa del monstruo.
El pelaje de los gatos presentes se recortaba contra la oscuridad entre las vallas, apenas visible entre la penumbra.
—¿Te das cuenta de lo peligroso que es esto? ¡Pudiste haber muerto! —continuó el siamés en voz baja.
Colibrí miró a su alrededor con ojos dilatados de temor. Ahora que toda la adrenalina del momento se había disipado, solo quedaba una sensación de temor luego de ver las heridas que tenían algunos de los guerreros.
—¿Sombra Diurna? —preguntó Ala de Golondrina con un maullido confundido al acercarse cojeando—. ¿¡Es ese Colibrí!?
—Ala de Golondrina, e... esto no es lo que parece...
—¿No es lo que parece? ¡Porque lo que estoy viendo es que un aprendiz de curandero nos siguió todo el camino a territorio hostil! —bufó la tricolor.
—¡No lo regañes por culpa mía! —interrumpió Colibrí con un gimoteo, nervioso al notar que la mirada de los demás gatos se centraba en él—. Yo... puedo decirles todo...
Empezó explicando cómo los había seguido desde el cercado de los caballos, evadiendo la patrulla de escolta del Clan del Viento y la manera en que se mantuvo siempre a más de dos árboles de distancia, tratando de tener siempre el viento en contra.
—Cuando entraron al bosque les perdí el rastro y tuve que seguir el Sendero Atronador hacia el interior del poblado —explicó con voz temblorosa.
—¿Y cómo nos encontraste? —continuó Ala de Golondrina, sacudiendo la cola.
—Creo que yo podría ayudar a explicar eso.
Un enorme atigrado gris, de rayas color gris más oscuro y patas marrones se acercó con paso cauteloso, sus ojos anaranjados centellearon cuando la luz artificial de una ventana le alumbró el rostro.
Colibrí levantó la mirada hasta el gato que habló, acercándose de entre las sombras, el gato tenía unos anchos y musculosos omóplatos, una cabeza aplanada y ovalada, y bigotes rizados, tan cortos como los de una musaraña.
Algunos guerreros dieron un respingo y soltaron un bufido rabioso cuando detrás del atigrado gris caminó el enorme perro que había dado la distracción antes. Ahora, bajo la escasa iluminación de las luces Dos Patas se podía notar un pelaje corto y denso, de color marrón claro y plagado de cicatrices que habían sanado hace muchas lunas.
—Envainen las garras, guerreros. Atlas no les hará nada —continuó el gato, deteniéndose a media cola de Sombra Diurna y Ala de Golondrina—. Mi nombre es Russel y hablo en nombre de Atlas.
—¿Hablas en nombre de un chucho? —preguntó Tormenta Carbón, mofándose con un gruñido.
—Cierra la boca, Tormenta Carbón. —le espetó Corazón de Halcón, callando al guerrero carey.
Russel le dedicó una rápida mirada a los guerreros del Clan del Viento y luego se volvió hacia los gatos del Clan del Trueno, que empezaban a reunirse alrededor de Colibrí.
—Este joven gato me explicó todo. Siempre he sabido la clase de gatos que hay entre estas guaridas de Pelados, pero nunca supe de gatos que vivieran lejos, entre su propia especie.
"¿Pelados?"
Colibrí no entendía el nombre del todo, pero supuso fácilmente de que estaba hablando de los Dos Patas.
—Gracias por tu ayuda —maulló Meloso, interrumpiendo a Ala de Golondrina, que ya había abierto la boca para replicar—. Sin tu ayuda esos corazones de zorro habrían hecho más daño del que ya hicieron.
Colibrí divisó un delgado gato marrón acercándose tras el guerrero rubio, sus delgados flancos y su pelaje andrajoso le indicó que era una solitario.
—¡Me has salvado la vida! —ronroneó lleno de agradecimiento al posar una zarpa en el largo pelaje de Meloso—. Si no hubieran estado aquí, esos comedores de carroña me habrían arrancado la cola.
—¡Tienes suerte de que hayan llegado estos excrementos de ratón o estarías muerto! —le espetó una voz, Colibrí se volvió hacia el gato que había hablado y notó sus opacos ojos azul hielo, mientras ondeaba una cola anillada lleno de rabia, pegado al suelo y con las zarpas de Garra de Leopardo en el cuello.
A su lado, había seis gatos más inmovilizados contra el suelo de la misma manera, algunos aún bufando de rabia y tratando de soltarse del agarre de sus captores, otros respirando de forma agitada sin decir ni una palabra.
—Si no te callas, voy a terminar de pelar esa linda cola que tienes, cerebro de liebre —le gruñó Narciso, presionando su cuello con más fuerza.
—¿Entonces? ¿Eso es todo lo que piensas decir?
Ala de Golondrina se volvió hacia Colibrí y pasó su mirada entre él y Sombra Diurna.
—Ulular de Búho debe estarse volviendo loca buscando a su aprendiz, espero que tengas un buen motivo para estar aquí. —le riñó.
—Tenía que ayudar, no podía quedarme con las zarpas pegadas mientras ustedes arriesgaban su vida por rescatar a mi hermano y a Pluma Negra...
La gata tricolor pareció comprender un poco los sentimientos de Colibrí, pero aún así mantenía los ojos convertidos en dos llameantes rendijas.
—Sinsajo, Sombra Diurna. —se volvió hacia los dos guerreros—. Ustedes dos revisen alrededor y busquen un lugar donde pasar la noche, no tarda en llover.
Ambos asintieron y se dirigieron hacia el Sendero Atronador, doblando en una de las esquinas y desapareciendo tras la valla.
—Meloso, tú y Colibrí revisen a los heridos. Pon sus habilidades de curandero a buen uso.
—Por supuesto —respondió el guerrero y le hizo una señal a Colibrí con la cola.
Colibrí lo siguió entre los gatos heridos, la mayoría no tenía más que uno que otro rasguño pero Susurro de Serpiente tenía una oreja desgarrada y Corneja parecía sangrar profusamente de un corte en las ancas, Eleboroso ya estaba revisando las heridas de ambas para cuando llegaron con él.
—Si dejaras de moverte tanto podría saber en donde más te lastimaron —gruñó el gato blanco.
—¿Hay algo que podamos hacer para ayudar? —preguntó Colibrí con timidez, acercándose a la gata negra.
Corneja se volvió hacia el joven aprendiz de curandero y lo fulminó con la mirada, entornando los ojos mientras un leve gruñido brotaba de su garganta.
"¿Qué le pasa?" Pensó Colibrí, retrocediendo unos pasos.
—Corneja, ¿es que a caso no sabes lo que significa tener por lo menos un una pizca de simpatía? —Eleboroso le dio un leve empujón, obligando a la gata a bajar la cabeza.
—Lo siento. —le espetó a Colibrí y se quedó mirando el suelo.
Colibrí compartió una mirada con Meloso antes de acercarse a Susurro de Serpiente. La peluda gata del Clan del Río se lamía las heridas del resto del cuerpo, aunque un hilillo de sangre le recorría un lado del rostro y bajaba por su cuello.
—¿Te duele mucho? —le preguntó al olfatear la herida, aún tibia y fresca.
—No tanto, apenas siento la oreja en realidad. —respondió la gata.
—Lo mejor sería poder hacerte un vendaje de telarañas, pero no sé donde podría encontrar aquí. Así que de momento solo voy a limpiarte la herida.
Se acercó con cuidado y empezó a pasar la lengua vigorosamente por la herida de la gata hasta limpiarla, parecía que ya estaba dejando de sangrar con cada lamida.
—Fue muy valiente lo que hiciste —señaló Susurro de Serpiente, quedándose quieta—. Si no hubiera sido porque encontraste a ese gato con su... perro... amigo... ¿acompañante? Tal vez no habríamos logrado acabar con esos proscritos.
Colibrí se sintió hervir de vergüenza, pero no dijo nada y se limitó a seguir limpiando la herida de la gata.
"Valiente, ¿eh?"

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Los Gatos Guerreros: La Estrella del Alba - 2
FanfictionUna amenaza se extiende a lo largo y ancho de las aguas del lago, Sombra Diurna se ha convertido en un guerrero digno del Clan del Trueno, pero su dura aventura apenas llega al principio. Luego de que la paz entre los cuatro clanes se deshiciera dur...