Soledad

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Vio al tipo enorme alardeando que le ganaría, era su contrincante de esa noche, sonrió porque obviamente todos apoyaban al tipo con más músculos que cerebro. Ese era el problema, como se ve pequeña la gente piensa que no podrá porque no ven más allá de lo común, que lástima que lo acabara igual que a todos.


-Bien pequeña, ¿te moverás o voy por ti?- Habló el tipo y sacó su dedo corazón para provocarlo, lo logró, se acercó corriendo y ella solo observaba pacientemente como iba a golpearlo, vio su abdomen y optó por ese sitio, mientras él corría como un toro se colocó de perfil a esperarlo, se acercó lo suficiente hasta que pudo estirar su pierna y así darle una patada en la boca del estómago, como supuso, cayó como un costal de papas al suelo.


-¿Qué decías- Preguntó al acercarse a su cuerpo, sin esperar respuesta volvió a golpearlo dándole otra patada, esta vez en el cráneo para asegurar su victoria, las personas se habían envuelto en un silencio sepulcral, todos estaban sorprendidos. Atónitos.


Lentamente se acercó al animador y le extendió su mano, exigiendo su dinero, el hombre señaló una mesa donde se encontraba otro tipo y se acercó a él haciendo la misma seña, él levantó con cuidado un bolso grande y se lo extendió sin decir palabra alguna, también estaba impresionado por lo que vio.


Le quitó el bolso y salió de allí sin mirar atrás.


-¡Oye! Gran pelea chica- Felicitó alguien antes de que saliera completamente del lugar, pero ella lo ignoró, siempre lo hacía.


Toda su vida se ha reducido a una sola palabra, soledad, siempre ha estado sola y lamentablemente lo sabe desde que tenía uso de razón, la habían abandonado en una casa hogar por nacer diferente, era rara y nadie la quería. Solo las hermanas que atendían el orfanato, pero ellas no estaban cuando le hacían maldades los demás chicos, recibió grandes golpes por ser diferente y tuvo que aprender a no confiar ni en su propia sombra, cuando cumplió quince entendió que ya nadie la adoptaría. Y las hermanas con todo el dolor de su alma le dijeron que a los dieciséis debía marcharse porque ya no podía estar allí, así es, la corrieron de es lugar hace ya ocho meses, desde ese entonces no ha tenido donde dormir, a veces nada que comer y bueno... Queriendo morir.


-Ya debe ser tarde- Se dijo así misma mirando la luna en todo su esplendor.


Caminaba mientras fumaba un cigarrillo, pensando en dónde pasaría la noche, no tenía teléfono ni nadie quién la esperase en casa, ni siquiera tenía casa, tampoco conseguía ningún hotel disponible, ignorando al mundo continuó consumiendo su cigarro cuando un camión negro frenó bruscamente a su lado, unos tipos bajaron y la miraron de arriba abajo.


-¿Estás sola niña?- Preguntó uno de ellos.


-Sí ¿Qué quieren?- Dijo tosca. Ambos se habían lanzado contra ella y en movimientos rápidos logró golpearlos para quitárselos de encima.


-Quédate quita- Gruño y Lisa le plantó un golpe en la cara a uno y una patada casi mortal al otro, quitándolos así de encima suyo.


-¡No me toquen idiotas!- Gritó, tomó nuevamente su bolso y comenzó a caminar hasta que oyó como recargaban un arma, se detuvo en seco.


-Eres buena pequeña, pero dudo que puedas con ésta.


-Muy rudo, como no pudiste conmigo tienes que esconderte tras un arma, pobre imbécil- Se burló y se dirigió al camión, pero ellos la sujetaron antes de montarse y la lanzaron al suelo con fuerza.


-Eres bastante bonita y como sabrás, nos gusta probar la mercancía a ver si está en buen estado... Antes de venderla- Dijo. Lisa sonrió.


-Seguro, pero dudo que te gusten las pollas amigo- Río, ambos se miraron con asco para luego bajar su pantalón rápidamente.


-¿Qué mierda? Es más grande que el mío, imposible.


-Es una fenómeno que nos traerá muchísimo dinero ¿Ya lo usaste niña?- Preguntó el que la sujetaba, negó.


-¡Oh, que bien es virgen! Seguro alguna vieja cachonda pagará excelente por una esclava sexual con un pene descomunal, ganaremos bastante dinero amigo.


-Solo conozco a una que nos hará ganar buen dinero y es la señora Jennie Kim- Subieron su pantalón y con extremo cuidado la subieron al camión.


-Hay que tratarla como si fuera oro hermano, esta chica es especial- Oyó después de que cerraron las puertas.


-¿Qué edad tienes? – Escuchó detrás y cuando se volvió su corazón se cayó, había una pequeña frente a ella, no era la única, habían más allí.


-Dieciséis años ¿y tú?


-Diez, pero dentro de poco cumpliré once y seré grande- Explicó con inocencia y Lisa tragó pesado.


-Que no te de lástima, tu destino no será muy diferente al de esa niña ni al de todos nosotros- Dijo una mujer un poco mayor justo cuando el camión se detuvo.


Oyó voces y por fin abrieron las puertas, salieron unas chicas y algunos más, pero la tailandesa salió repartiendo golpes a todo el que se le acercaba, pero no pudo hacer mucho cuando cinco hombres la habían sujetado. Aún así, no dejo de intentar luchar.


-La quiero para mí, súbanla a mi habitación ¿Cuánto pides por ella?- Oyó, se detuvo para mirar a quién la estaba comprando, era una mujer, obviamente mucho mayor y muy hermosa. Pero igual de enferma que todos allí.


La miró con tanto odio que se sorprendió a si misma teniendo esa clase de pensamientos, por primera vez hacía alguien más. 

Stop | Adaptación (Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora