Encuentros

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Lisa estaba recostada en el sofá-cama observando la pequeña puerta que la apartaba del exterior, ya llevaba semanas allí y sinceramente quería irse, le había dado asco la manera en que aquella pelinegra que ni su nombre sabe se había referido a sus hijos. Como si no le importara, quizá, de verdad le da igual y por eso es como es.


-Debo salir de aquí.


Se levantó rápidamente y empezó a revisar cada pared del lugar, buscando una salida o alguna abertura para pedir ayuda y ser escuchada al menos.


-¡Maldita sea!- Gruñó golpeando con fuerza la pared, su mano dolió y cerró los ojos frustrada.


La sonrisa macabra de la mujer se le había quedado grabada a fuego en la cabeza, la manera en la que se refirió a su negocio, a lo que hacía... Simplemente era repugnante y no planeaba volver a dejarse usar por aquel ser, preferiría la muerte a tocarla nuevamente.


-¡Papá ya llegué!- Escuchó, su corazón latió con fuerza y reuniendo todo el aire que tenía, gritó. Gritó hasta que Ella la oyó


-¡AUXILIO!- El último que pudo dar antes de caer al suelo con lágrimas en los ojos, jamás saldría, al menos no viva. De eso estaba segura.


Ella quedó muda al oír aquel desgarrador grito, así que girando hacia todos lados para asegurase de que nadie la veía, bajo al dichoso sótano, el único lugar de la casa al que su madre no le permitía entrar.


-¿Hay alguien aquí? ¿Hola?.


Sus piernas temblaron, se levantó y golpeó la puerta sin cesar hasta que la chica del otro lado llegó y también la golpeó.


-Está cerrada, Dios mío ¿Estas allí?- Preguntó asustada y Lisa asintió sonriente sabiendo que no iba a verla pero la felicidad de escapar le llenaba el alma.


-Sí... Si por favor, debes ayudarme. Por favor- Sollozo sin saber que más hacer o decir, oyó golpes del otro lado y minutos después la puerta finalmente se había abierto, revelando del otro lado a una castaña con los ojos más lindos que nunca observó.


Eran color miel, hermosos, su cabello era largo y castaño, su piel era blanca y muy preciosa, Lisa quedó muda al ver a esa chica frente a ella bastante preocupada ¿Estaba preocupada por ella? Una don nadie, eso le infló el corazón.


-¿Pero qué...


No pudo terminar de preguntar cuando alguien la empujó dentro de la oficina y oyó cuando la puerta fue cerrada nuevamente.


-Vaya, pero que lindo encuentro. Ella, no sabía que fueras tan curiosa hija.


Jennie estaba frente a ellas con una enorme sonrisa en el rostro... Lisa abrió los ojos como platos y Ella tembló completamente del miedo.


-No digas nada pequeña, ya sé que querrás oír la pequeña historia del porque está señorita está aquí, pero eso será luego ¿sí? Ahora hay que subir porque tu padre y hermano ya deben estar en camino, apúrate- Ordenó fría abriendo la puerta y colocándose a un lado de esta.


Ella miró nuevamente a la más alta y Lisa asintió lentamente, ambas sujetaron sus manos como si se conocieran de toda la vida para luego soltarse casi con dolor, Jennie rodó los ojos y terminó de apurarlas para luego ambas salir de allí.


-Eres un monstruo.


Escupió alejándose de ella hasta su habitación.


-Ya lo sé querida, pero más te vale callar o... Terminarás en venta, así como ella- Amenazó sonriente, Ella tragó pesado y una lágrima floja bajó por su rostro.


-No siempre te saldrás con la tuya mamá, así como la descubrí yo... Puede describirlo cualquiera.


Siseo para después dejarla hablando sola, subió hasta su recamara y cerró la puerta de un portazo colocándose a llorar, entendiendo finalmente quien era su verdadera madre y las barbaridades que hace a escondidas, Dios... No dejaba de pensar en la morena del sótano, al verla allí tan tímida y vulnerable le había removido el corazón.


-Debo ayudarla- Susurró para sí misma mientras abrazaba sus piernas protectoramente.


No fue a cenar, no habló con nadie y no dejó que nadie se le acercara hasta la noche, salió de su habitación asegurándose que todos estaban dormidos y bajó con cuidado hasta el sótano.


-¿Chica, estas allí?.


Lisa abrió sus ojos pesadamente y como pudo, se colocó de pie.


-¿Tú de nuevo? Pensé que ya no existías- Bromeó sin ganas, pudiendo respirar llena de alivio al saber que su dueña no le hizo nada a su propia hija


-Por un momento también yo lo pensé, pero solo me amenazó- Se sentó contra la puerta que daba hacia donde Lisa estaba encerrada y está, hizo lo mismo


-Debes tener cuidado y fingir que nunca me encontraste, ella estaba furiosa.


Ella suspiró y un par de lágrimas bajaron por sus ojos.


-Jamás imaginé que ella fuera capaz de hacer algo así, secuestrar a alguien, amenazar a su hija... Es una maldita pesadilla.


-Caras vemos, corazones nunca sabremos- Murmuró la morena.


-Quiero ayudarte de verdad... Pero no sé cómo- Sollozo abrazándose a si misma.


-Me ayudarías mucho si te mantienes al margen por un tiempo, estaré feliz de saber que estas bien...


-Ella, mi nombre es Ella ¿tú?- Terminó por ella y Lisa sonrió sin importar que la linda castaña del otro lado no pudiera verla.


-Lisa...Lisa Manoban. 


Y así comenzaron los verdaderos problemas.

Stop | Adaptación (Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora