Sumisa

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-Arrodíllate- Ordenó y la castaña sonrió.


-Obligame.


Jennie se había levantado enojada, Lisa la hacía obstinar y a la vez, la hacía sentir las nubes, era realmente molesta su actitud.


-Así sea lo último que haga, tú serás mi sumisa, mía y solo mía ¿Comprendes?


Lisa gruñó y giró su mirada, no le daría el placer, por supuesto que no. Entonces, Jennie se desnudó y ella no pudo evitar mirarla.


-Bien ¿Te gusta lo que ves?


-¿Cuándo me dejara ir?- Preguntó ignorando la pregunta de su dueña.


-Nunca, ahora pequeña ¿Qué tal si me haces gritar de placer?- Sonrió, para después tantear su polla, ésta, inmediatamente se irguió orgullosa y la menor gruñó en lo bajo por lo débil que era su piel y emociones ante esa mujer.


Ante esa sádica.


-Cómeme el coño, mi amor.


Abrió sus piernas y la menor flaqueo, jamás había visto una de esa manera... Tragó pesado y aunque trató de resistir, su deseo pudo más y acercó su cara a esa apetitosa vagina.


-Mmh... Si, justo así- Jadeo hundiendo más el rostro de la castaña hasta su interior -Chupa el clítoris, pequeña- Casi suplicó, Lisa increíblemente obedeció y eso sacó una ligera sonrisa en la ojiverde.


Lo estaba logrando, pronto iba a dominar a esa salvaje.


Lisa mordió un poco aquel botón rosado y palpitante logrando que Jennie gimiera, sujetó más la cabeza de la menor para hundirla más, quería que esa lengua traviesa y curiosa quedara en su interior para toda la eternidad.


-Dios, así... Así.


Lisa penetró profundamente el interior de su ama y ésta, sollozaba de placer, pidiendo más, exigiendo aún más atención, así que la tailandesa decidió meter tímidamente un dedo mientas que su lengua volvía al botón necesitado. Jennie se arqueó y pegó su cabeza al respaldo del sofá, apretó el cabello de Lisa y gimió más fuertemente.


-Y-ya cas.... Joder.


Sus paredes vaginales se apretaron, Lisa no dejaba de chupar, morder y lamer su clítoris mientras que su dedo entraba y salía de manera rápida en su interior.


-Saca el dedo.... Mete la ¡Oh! Justo así- Suspiró apretando con fuerza las hebras del cabello de la menor, Lisa había obedecido sin dar pelear, metió su lengua a las profundidades de su coño y aquello provocó una de las corridas más placenteras que jamás tuvo la mayor.


-¡Dios!


La morena limpió todo su interior como una gatita obediente y se levantó con la polla plenamente levantada, exigiendo a gritos la misma atención.


-Eso fue... Increíble- Respiraba con irregularidad hasta que su vista se posó en aquel bulto entre las piernas de Lisa, sonrió pícara y al levantarse tumbó a la menor al sofá -Alguien desea atención- Jugó tocando por encima de su ropa, Lisa tragó pesado.


-Oh mierda.


Fue el susurró que soltó al ver a Jennie bajar rápidamente su pantalón junto a la ropa interior y meter la polla de lleno a su boca... Se sentía exquisito y sus manos involuntariamente se movieron hasta la cabeza de la mayor para ayudarla con el oral.


-Delicioso- Murmuró al alejarse de su miembro, Lisa respiró irregularmente y Jennie volvió a atacar sin filtros su polla.


Lisa movida por el deseo, empezó a mover sus caderas para follarse la boca de Jennie como su lujuria se lo pedía, así que sujetó bien su cabeza y empezó a bombear su pene en la boca de la pelinegra.


-Ah, que gran boca- Siseo excitada, cada movimiento era más duro y rápido que el anterior, metiendo toda su polla hasta la garganta de la mayor.


Estaba extasiada y a Jennie aquello le gustaba, seguía dejándose follar hasta que sintió el pene de la menor tensarse, supo que ya se vendría y puso más empeño a sus movimientos.


-Oh por Dios.


Lisa había cerrado los ojos, sus manos se mandaban solas y se sentía muy cerca de acabar, Jennie era una experta en mamadas, a veces rozaba la cabeza de su polla con los dientes y hundía su pene hasta la mitad y la otra la manejaba con las manos, la castaña estaba en las nubes.


-¡Mierda!- Se corrió finalmente en la boca de la mayor, esta, como toda una experta bebió todo lo que soltó para luego lanzarle una sonrisa inocente.


-Eso apenas es el principio... Querida.


Lisa abrió los ojos como platos y suspiró.


¿Esa vieja jamás se cansaba de tener relaciones sexuales o qué?


Era eso lo que pasaba por su pequeña cabeza.

Stop | Adaptación (Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora