Fortalezas (Argus)

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-Uno es casualidad, dos son coincidencia, pero tres, es un patrón -comentó Dimitri después de escuchar la versión de Felicia. Todo parecía demasiado rebuscado como para que se tratara de un evento totalmente aleatorio.

-Otra posibilidad que, quizás, no hemos contemplado, es que esto sea un boicot de talla mundial -comentó el hombre de traje negro y corbata roja.

- ¿Por qué alguien querría manchar nuestra imagen? Hasta donde yo sé, los únicos que podrían representar algún tipo de "amenaza" son Dimitri, y la señorita gótica -respondió Argus. Cuando giró su cabeza hacia la chica de negro, esta la vio con una mirada tan fría y afilada que la temperatura parecía haber descendido. Incluso con la diferencia de tamaños, siendo Argus casi el doble de grande, no pudo evitar sentirse intimidado.

-El motivo es incierto. Es difícil encontrar alguna razón para atacarnos, específicamente, a nosotros ocho. La lógica dice que es por nuestro dinero, aunque esta es una manera muy poco ortodoxa de extorsionarnos- comentó Dimitri. -Otro punto que, muy probablemente, no le pasó por la mente a ninguno de nosotros es que esto es un desestabilizador- explicó.

-Explica, cerebrito- demandó Felicia, hablando por la confusión generalizada. Argus estaba confundido, pero sabía de qué hablaba Dimitri. Pocas cosas podías desestabilizarte. Quizás algo en lo que nunca fuiste hábil... o en algo que se te daba a la perfección.


*Sydney, Australia. Seis días antes de la reunión*


Cinco de la mañana en punto. Como era costumbre, Argus se levantó de un salto de la cama para ir por Venus, una enorme mastín española que siempre tenía energía de sobra. Se puso un short y una camiseta deportiva, se tomó un batido de proteína y salió a correr mientras el sol despuntaba. Por el camino, como era costumbre, saludaba y le deseaba los buenos días a quien pasara. Era una rutina de diario.

Mientras tomaba un descanso, vio una pequeña niña que intentaba subirse a un árbol para bajar su cometa, pero se caía tan pronto se subía al tronco. Una ocasión, logró trepar un poco más y subir bastante, pero se le acabaron las fuerzas y cayó. La niña gritó, pero de inmediato, fue atrapada por Argus, quién ya presentía que la niña se caería.

-Gracias, señor- dijo la niña estando ya en el suelo. Argus se arrodilló y le sonrió amablemente.

-Debes tener más cuidado la próxima vez- dijo él. Miró al árbol y como si no fuese nada, saltó y bajó la cometa. -Mantenla volando donde puedas verla- aconsejó. La niña le sonrió y regresó corriendo a jugar. El hecho de verla ahí afuera lo animaba. Ver que los niños aún disfrutaban jugar afuera y ejercitarse. Era una pena ver a tantos aislarse en su hogar por pereza.

De pronto, su teléfono sonó. Era el gerente de la cede de Golden Eye Fitness, una franquicia de gimnasios y clubes deportivos.

-Jefe, tenemos un problema. Lo necesitamos aquí de inmediato- solicitó el gerente. Argus suspiró, pues se escuchaba agobiante.

- ¿Tengo tiempo de ir a casa y darme una ducha? -preguntó Argus.

-Sí, no creo que este problema vaya a ningún lado- respondió el gerente. Tras colgar, Argus regresó corriendo de vuelta a su casa, dejó a Venus en el jardín y se dio una ducha. Se puso las primeras prendas que se encontró y condujo hasta la cede.

Al llegar, se arregló un poco la camisa y se preparó para lidiar con lo que fuese el problema. En la entrada, estaba Reginald, un hombre que ayudaba con el mantenimiento. Estaba arreglando una luz a una altura considerable, y la escalera se tambaleaba un poco. AL ver esto, Argus se acercó y la afianzó.

-Gracias, señor. Grant- agradeció el anciano con una sonrisa amable.

-Hay que tener más cuidado, Reggie. No querrás arruinar tu juventud con un accidente- bromeó Argus. Ambos rieron y se despidieron. Sin embargo, la sonrisa pronto desapareció, pues ahora debía lidiar con el problema. Se dirigió a la oficina del gerente. Al llegar, vio a un tipo bastante pedante y grosero junto con quien parecía ser su novia. El tipo vociferaba todo tipo de cosas y no parecía estar dispuesto a resolver el problema por las buenas.

-Señor gerente, me parece que usted me llamó- dijo Argus al entrar por la puerta. Todos los presentes se giraron a verlo.

- ¿Y este gorila sin pelo quién es? -cuestionó el tipo de forma extremadamente agresiva. Arguus hizo caso omiso y se colocó junto al gerente.

-Mi nombre es Argus Grant. Soy el dueño de este y otros establecimientos. Un placer- respondió Argus extendiendo su mano de forma amistosa. El tipo lo miró con desdén e ignoró el gesto.

-Bueno, pues verás, tu inepto gerente no quiere aceptarme estos cupones, que claramente, me otorgan un 50% de descuento en mi inscripción, que dicho sea de paso, es un robo absoluto- dijo el hombre con extenuante prepotencia. Argus observó los cupones y preparó su respuesta.

-Bueno, pues verá, en primer lugar, el precio es debido a que tenemos a los mejores instructores de toda Australia. Y en segunda, estos cupones expiraron hace casi ya tres semanas- explicó Argus. Él tipo bufó con desagrado y lo miró como si fuese un idiota.

-Sí, pero, ¿y qué? Son tan sólo dos semanas- dijo el tipo, que se mostraba muy cerrado de mente.

-Señor, debe entender que no podemos aceptarlos. Si aceptásemos cada cupón que es aplicado a destiempo, se volvería un caos administrativo y no podemos permitir eso- respondió Argus.

-Escucha, pared caminante, a mi me importa un comino tú y tu estúpida compañía. Vas a hacer mis cupones válidos o en este mismo momento llamó a la policía. -amenazó el sujeto, que ya tenía su teléfono en mano. Argus detectó el olor a problemas y no le agradó nada. Tras pedirle al gerente que saliera, se quedó a solas con el tipo y su novia.

-Mire, señor, no puedo ayudarle. Los cupones ya no son válidos y no puedo hacer excepciones. Así funcionan las cosas. Si no le parece, hay decenas de gimnasios en esta ciudad que lo aceptaran y por la mitad del precio. No es muy complicado- explicó Argus. El tipo lo miró con rabia y se acercó peligrosamente a él.

- ¿Acaso me estás llamando idiota? No sabes con quién te estás metiendo imbécil- dijo el tipo, que ya se había quitado la chaqueta y se ponía en una guardia de combate muy deficiente -Tus músculos de mierda no me asustan- dijo con arrogancia.

-Amigo, no tenemos que llegar...-Argus no pudo terminar pues el tipo lo golpeó en el rostro. En realidad, Argus no sintió ningún dolor. La falta de técnica lo hizo parecer el golpe de un niño. El tipo retrocedió mientras se quejaba del dolor de su mano, ahora rota.

-Mike, deja de hacer el ridículo y vámonos- imploró la chica a su novio.

- ¡Tú no te metas, tarada! -gritó el tipo para después golpear a la chica y derribarla. Argus ya había visto suficiente. Caminó hacia el tipo y lo tomó del hombro con la fuerza de una boa constrictor.

-Es tiempo de que te marches- espetó Argus. Sin soltar al tipo, que parecía un niño pequeño tratando de soltarse del agarre, lo llevó afuera y lo lanzó a la calle. -Espero no volver a verte por aquí- amenazó Argus. Una vez hecho eso, miró a la chica, quién sangraba de la nariz. -Ve la hospital y cuando puedas, llama a la policía. Si surge algún problema, no dudes en pedirnos ayuda- ofreció gentilmente. La chica le sonrió agradecida y se marchó. De pronto, golpe metálico se escuchó, seguido de un agudo grito.

Argus corrió hacia el lugar, temiendo que algo le hubiera pasado a Reggie, y así fue. La escalera estaba derribada y a un lado, el cuerpo de Reggie, abierto por la mitad y sin cabeza. La escena era grotesca, pero sobre todo, inexplicable.

Argus llamó a la policía y les mostró la escena. Tras responder todas sus preguntas y ser descartado como sospechoso, regresó a casa, consciente de que sus abogados lo podrían manejar. Pero, a él le inquietaba Reggie. ¿Qué demonios le había pasado? ¿Quién le querría hacer daño? A esas dudas, se agregó la confusión, pues Venus ladraba desde el jardín a algo en la habitación de Argus. Le extrañó toda esa situación, pues Venus no solía ladrar. Al entrar a su habitación, vio una cobra rey enrollada sobre la cama. Argus se sobresaltó, pero la cobra comenzó a deslizarse hacia la ventana en cuanto lo vio.

Argus estaba más que confundido. Quiso ver hacia donde se había ido la serpiente, pero algo más llamó su atención. Sobre la cama, había un sobre marrón con su nombre escrito en él...

A La Luz de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora