LAUREN POV
―Bueno, eso podría haber salido mejor. ―Me senté en la tapa del inodoro cerrada y sostuve mi cabeza en mis manos, preguntándome qué demonios acababa de pasar. Había levantado la mano para tocar la puerta y antes de darme cuenta, Piper voló sobre mí, abrió la puerta y de repente estaba mirando a Camila en sujetador y bragas.
Fue un total accidente... o una bendición. Un hermoso, jodido regalo de Dios, envuelto en un paquete de curvas sensuales y ojos marrones brillantes, rematado con un arco de encaje negro a la espera de que lo desenvuelva de ella. Jesús, lucía bien. Simple, pero lo suficiente como para volverme malditamente loca. Cada vez que la mirara por el resto del día, pensaría en ella de pie en su ropa interior negra, conmocionada como el infierno cuando me vio. Simplemente revivir ese momento era demasiado.
Me levanté, encendí la ducha y entré, dejándola fría durante unos minutos.
El resto de la tarde, las cosas fueron torpes con Camila y me estaba matando. Evitaba mirarme y salió de la habitación cuando entré en ella. Obviamente, no quería estar cerca de mí. Quería hablar con ella y pedirle disculpas de nuevo, así podríamos volver a la normalidad, pero no podía estar a solas. Tuve una hemorroide llamada Ashley siguiéndome dondequiera que iba.
Alejandro me mantuvo al día sobre los últimos informes meteorológicos.
―Parece que van a volver a abrir ese puente mañana a las 5 a.m., suponiendo que la lluvia se ralentice durante la noche como están diciendo que lo hará.
Me enteré de que Alejandro pasaba sus noches en su apartamento viendo programas de policías viejos y escuchando en su escáner de la policía, lo que supuse era la forma que tenía la información privilegiada sobre el cierre del puente.
―¿En serio? Bien, eso es bueno. Voy a tratar de sacar mi camioneta antes de que oscurezca, entonces mañana voy a estar en mi camino, muy temprano.
Alejandro me miró y asintió lentamente. Parecía un poco triste por escuchar que me iba.
―Estaba pensando, tal vez más tarde en el verano, podría volver y, ¿me mostrarías qué tipo de peces podemos sacar de ese lago de ahí atrás?
―Eso suena muy bien, Lauren. Puedes volver aquí en cualquier momento que desees. Tal vez la próxima vez puedas alquilar una habitación y botar ese viejo sofá. ―Se inclinó sobre la isla para darme la mano.
―¿Alejandro, acabamos de tener un momento? ―bromeé, tomando su mano y dándole un apretón firme de regreso.
Alejandro se rió en voz alta.
―Creo que lo hicimos.
Me perdí la cena, pasando las siguientes tres horas abarrotando ramas debajo de las llantas de mi camioneta para conseguir que arranque. Entré y todo estaba bastante tranquilo. La cocina estaba limpia a excepción de un plato de comida cubierto con plástico en la isla. Me acerqué y estaba encantada de que la nota en la parte superior tenía mi nombre en él. No conocía la letra de Camila, pero estaba bastante segura de que dejó esto para mí. Si un guisado y papas rojas eran su idea de una ofrenda de paz, iba a casarme con esa chica mañana.
Me senté y me zambullí directamente.
―Hola.
Levanté la vista de mi plato para ver a Camila de pie en la esquina de la cocina, jugando nerviosamente con su collar de plata. Me quedé mirando el collar toda la noche de ayer tratando de ver lo que estaba grabado en él. Probablemente pensó que estaba mirando sus tetas, pero habría tenido razón acerca de eso también. Me aclaré la garganta.
―Hola. Uh... gracias por esto. Está delicioso, más que delicioso ―le contesté, con la esperanza de que no tuviera salsa por toda la cara.
Sonrió tímidamente y se acercó a la nevera, agarrando el galón de leche.
―No hay problema. ¿Lograste sacar tu camioneta? ―preguntó mientras me sirvió un vaso alto.
―Sí, por suerte. Realmente no quería tener que esperar por una grúa. ¡Quién sabe cuánto tiempo habría tomado!
―Alejandro dijo que te vas mañana.
―Sí, me gustaría tratar de irme temprano, antes de que Ashley ponga su agarre en mi pierna y trate de ir conmigo.
Camila se rió entre dientes, pero no una risa sincera como había oído en los últimos días.
―Escucha ―continué―. Tenía la esperanza de hablar contigo antes de irme, pero parecía que no querías hablar conmigo toda la tarde, así que no presioné. Acerca de hoy, en el baño...
―No lo hagas ―me cortó Camila―. En serio, está bien. Sé que no fue tu culpa. ―Se mordió el labio y empezó a jugar con su collar nuevo.
―Sé que no es mi culpa, pero todavía me siento mal por ello. Pareces tan... incómoda conmigo ahora y así no es como quiero dejar las cosas. Le dije a Alejandro que podría volver pronto, a pescar con él. Sería bueno si no me odiaras.
Rodó los ojos.
―No te odio, estaba avergonzada. Ha pasado... mucho tiempo... desde que alguien, ya sabes, me ha visto así. No estaba preparada exactamente. ―Se quedó fuera en la habitación de la familia, evitando el contacto visual.
―Oye, ¿qué puedo hacer para que las cosas vuelvan a ser como eran esta mañana?
―Nada, en realidad. Está bien. Me voy a la cama, estoy cansada. ¿Tal vez te veré en la mañana? ―Me dio una sonrisa educada que no llegaba a sus ojos y se giró por el pasillo hacia su apartamento. Sabía con esa sonrisa que no había acabado. No quería que me vaya de esta manera tampoco. Mi mente daba vueltas con lo que podría decir o hacer en esos diez pasos que había caminado para hacer que se quede aquí y que las cosas vuelvan a la normalidad.
¡Momento de la bombilla!
―¡Camila! ―llamé en un susurro. En el momento en que ella se dio la vuelta, me había sacado la camiseta y bajado mis pantalones alrededor de mis tobillos, de pie allí en nada, excepto mis bóxeres y mi sujetador deportivo.
―¡Dios mío! ¿Qué estás haciendo? ―Se rió y cubrió sus ojos de la misma manera que había hecho yo antes.
―Pensé que sería justo. Te he visto, ahora me has visto y podemos volver a la normalidad.
Se asomó a través de sus dedos, cerrándolos rápidamente cuando se dio cuenta de que no tenía ninguna prisa en vestirme de nuevo. Continuó riéndose y dijo en un tono apagado:
―Ponte tu ropa de nuevo, loca.
¿Qué demonios estaba haciendo? Esta podría ser la cosa más tonta que alguna vez pudiera haber hecho, y había hecho un montón de cosas estúpidas. Estaba de pie frente a una chica por la cual estaba extraordinariamente atraída en nada más que mis bóxeres, diciéndome a mí misma que no me ponga dura allí mismo, delante de ella. Cada vez que ella me sonría y miraba hacia el sur, tenía que pensar en cosas no sexuales en mi cabeza.
Control remoto. Spray de pimienta. Chaquetas de invierno. Palos de golf.
―Lo haré... si prometes pasar el rato aquí conmigo por unos momentos. Si sigues de frente por ese pasillo, voy a seguirte, justo así.
―Incluso tú no eres lo suficientemente valiente como para hacer eso. ―Me estaba desafiando.
Nunca había retrocedido de un desafío.
―En realidad, es bastante caliente esta casa, ¿no crees? ¿Tal vez estaría más cómoda con estos fuera? ―Moví mis cejas y empecé a tocar la banda elástica de mis calzoncillos.
Sus ojos siguieron mis manos mientras su boca se abrió. Levantó las manos por encima de su cara otra vez y se dio la vuelta, mirando hacia el pasillo, pero no se movió hacia adelante.
―Está bien, está bien. Me quedo, solo súbete tus pantalones.
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Room For You (Camren Gip)
FanfictionHace cuatro años, mis sueños se hicieron añicos en un instante. Traté de recoger las piezas y pegarlas nuevamente de la mejor manera que sabía, pero siempre había algo que faltaba. Un padre o otra madre para mis dos niñas. Pero entonces, Lauren Jaur...