13 || ¿Quieres sentirlo?

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La vibra en su santuario se convirtió en algo totalmente diferente desde la presencia de la familia Stark Rogers.

Ya no se sentía tan solo como antes, las risas de los adolescentes resuenan en cada rincón, puedes encontrarte con una nueva pelea cada cinco minutos. Ya no hay más comida rápida, si no comida casera.
Por fin usa ese salón con una gran mesa al centro, aunque la reemplazó por algo que encaje más.

Allí estaba, contemplando como poco a poco, esas personas se adueñaron de su lugar, lejos de sentirse invadido, amaba que lo hayan hecho.

—Mierda —musitó una castaña joven, mirando su helado derramado en el piso.

—Lenguaje —comentó Strange sin darse cuenta.
Haciendo fruncir el ceño de la menor.

—A ti no te queda —suspiró yendo por algo para recoger el desastre.

Stephen sonrió, esa niña es un encanto, a veces.

Una vez que Sarah terminó de limpiar el helado, se quedó viendo al Alfa sin decir nada, acto que lo hizo sentirse incómodo.

—¿Está todo bien? Se que todo esto puede ser complicado —tragó saliva.

—Me hace la misma pregunta siempre que nos vemos, no muerdo, puede preguntar lo que sea —mostró sus dientes en una sonrisa—. Se nota que no convive mucho con adolescentes —recargó su peso sobre la pared tras ella.

Stephen soltó un risilla, dejando salir los nervios con aquella acción.

—No es eso, es que no estoy acostumbrado a tener tanta gente en mi casa, mucho menos jóvenes y próximamente un bebé —se mordió el labio, eso del bebé tal vez no sea pueda—. Se siente diferente, me gusta —dijo sincero.

Su amigo tuvo razón, le agarró bastante cariño a la familia, probablemente salga lastimado cuando se vayan.

—Papá puede hacer de cualquier lugar frío y solitario, un lugar cálido lleno de amor —relajó su postura luego de bastante tiempo.

Se sentía a la defensiva con ese hombre, tal vez era su instinto tratando de proteger a su padre Omega de cualquier Alfa que pueda aprovecharse, no sabía porque, pero por primera vez se dio el lujo de confiar en él, no parece tan malo después de todo.

—¿Llamaste fría y solitaria a mi casa, Sarah Alexis? —arqueo una ceja.
Escuchó tantas veces como la regañaron usando sus dos nombres, que quiso hacer lo mismo.

Mala idea.

—¿Me llamó Sarah Alexis? —se postura se volvió más erguida, moviendo constantemente su pie derecho

—Tengo miedo de responder —tragó saliva, cada intento por caerle bien a la menor, no terminaba muy bien.

Sarah rio como no lo hacía desde que todo empezó, de manera brusca las risas se convirtieron en lágrimas, no de felicidad, sino de dolor.
Alexis corrió a abrazarlo, aferrada con fuerza al torso de Strange.

Ha escuchado un millón de veces que ella no es culpable de lo que está pasando, pero en el fondo sigue sintiendo esa culpa.

El Alfa no la detuvo, la dejó desahogarse, incluso se permitió abrazarla.

—¿Quieres ir por un helado? —sugirió al ver que la menor no se calma.

—No —le puso más fuerza a su abrazo—. Quiero... —trató de controlar la nueva ola de emociones que se venían.

—¿Qué te parece ver una película? —animó.
Sarah negó.

—Silencio, eso es lo que quiero, Dr. Strange —limpió su rostro para mirarlo sin dejar de abrazarlo—. Silencio —dijo antes de refugiarse entre los brazos del hechicero.

ʙʀᴏᴋᴇɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora