†La Historia de Alastor Parte 1†

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Nueva Orleans, año 1903

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Nueva Orleans, año 1903

La olla liberada un agradable aroma a camarones, pimienta y arroz por toda la cocina, al fondo se escuchaba un suave jazz en la radio mientras el sonido de sus tacones acompañaba el ritmo de la música al desplazarse por toda la habitación; eran cerca de las 2 de la tarde y el sol iluminaba toda la casa, estaba en la espera de que ambos llegarán, todo iba bien hasta que el sonido de la puerta cerrarse de golpe irrumpió la armonía de la música.

La mujer dejó de cortar las verduras, bajó el volumen de la radio y se dirigió rápido a la sala de estar en donde se hallaba en la puerta un niño de aproximadamente unos nueve años con una expresión de tristeza y el rostro hinchado.

—¡Pero! ¿Qué hiciste esta vez? —. Dijo a modo de saludo la madre del pequeño: una mujer de piel oscura en un vestido amarillo de mangas largas, un mandil blanco y tacones negros.

—Nada, fue solo otra pelea —. El niño se encogió de hombros e hizo una mueca de indiferencia; lucía desaliñado: su ropa estaba rasgada y cubierta de lodo con algunas manchas de sangre, tenía moretones en varias partes del cuerpo y unos rasguños, pero eso parecía no importarle. Sacó un papel arrugado del bolsillo de su pantalón y se lo entregó a su mamá. Ella lo miró como alguien que sabe que esto es algo habitual.

—Otra nota de mal comportamiento del colegio y otro citatorio —. Se masajeó las sienes y se acercó a él, lo tomó de la mano y lo condujo hasta la cocina para limpiar sus heridas. Ya estando allí mojó un trapo blanco sobre un tazón que contenía agua caliente con sal, lo exprimió y colocó sobre los rasguños que tenían los brazos del pequeño Alastor y posteriormente sobre su rostro.

—¿Y esta vez con quien fue? —. Dijo en cuanto terminó de limpiar las heridas de su hijo. Hubo silencio, él solo desvió la mirada y apretó los labios.

—Y bien ¿No vas a decirme ahora con quien te peleaste caballerito? —. Dejó el trapo sobre el tazón y se cruzó de brazos en espera de una respuesta.

—Con Jeremy Thompson —. Finalmente habló.

—Ajá, y esta vez la razón fue, porque… —. Dejó de hablar para que su hijo siguiera el hilo de la conversación.

—Él dijo que tu piel es oscura porque siempre te duchas en el fango como los jabalíes, y que en algún momento comenzarías a ruar como ellos —. Su madre abrió los ojos con asombro y no pudo evitar soltar una carcajada. —Oh vaya esta vez sí que se lució ese niño, muy creativo de su parte —. Ante la respuesta de su madre, Alastor bufó molesto.

—¿No estás molesta por eso? —. Le reprochó haciendo de sus manos pequeños puños.

Ella siguió riendo unos segundos más antes de contestarle. —Mi pequeño, la gente siempre dirá cosas desagradables de otros, y está en uno mismo si hace caso de ello o no, pero déjame decirte que, si haces caso a lo que dicen, harás exactamente lo que ellos quieren: que es que les des tu atención, ese niño no sabe lo que dice, pero quiso hacerte rabiar y lo consiguió.

El Rojo Significa Te Amo (Charlastor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora