La cuidad del pecado.

284 20 8
                                    

El frío se sentía por todo mi cuerpo... temblaba... no tenía más fuerzas.

En un muelle se llevó a cabo un tiroteo, eso se sabía por la escena que se veía.

En el muelle de madera había un hombre de cabello plateado, ojos azules, con algo de barba; parecía tener unos 48 años y estaba acostado boca arriba, llevaba un traje vestir y un abrigo debido al frío. Él se estaba desangrando, haciendo un charco de su propia sangre.

Todo había acabado... mi trabajo había acabado... pero... las cosas no iban a hacer tan fáciles.

Arrecostado en uno de los postes de madera estaba un castaño de unos 36 años, llevaba traje elegante negro con corbata azul junto a una gabardina, pantalón negro y zapatos elegantes. Se veía varios agujeros de bala en la gabardina, uno en su hombro, tres en varios lados del abdomen y uno en su pectoral derecho. En su mano derecha llevaba un revolver sin balas.

Él miraba al tipo que era su objetivo, sin nadie que ayudará al peli plata estaba 100% seguro que moriría desangrado... y eso era lo que esperaba... Dejando de lado a ese tipo, pasó su mirada a una niña que estaba al frente de él arrecostada en uno de los postes e madera. Con solo mirarla podrías deducir que tiene unos 11 años, tiene el cabello carmesí, ojos azules, llevaba vestido rosa que lo llegaba hasta las rodillas; una chaqueta negra y estaba descalza.

Ella miraba al castaño con miedo y preocupación.

Y el castaño con una mirada de preocupación la veía.

—Vete... —habló el castaño con cansancio—. Ellos vendrán... y mi culparan... y no quiero... imaginar... lo que te harán...

Ella asustada negó con la cabeza repetidamente, se levantó e ignorando al hombre de cabello planteado moribundo se acercó al castaño y se acostó en sus piernas.

Tan linda... tan buena... terca... valiente... una buena niña...

—No me quiero ir, no quiero que se vaya.

Me hubiera reído... pero solo pude acariciar su cabeza para calmarla... se aferró a mi con sus brazos, no quería dejarme ir... pero aún así... no había nada de lo que pudiera hacer... Ella estaba a salvo, eso era lo único que me importa.

—Tendrás que hacerlo... Rias... vete...

Como toda niña no me hizo caso y se estuvo acostada en mis piernas... Yo ya no podía decirle algo... ya no tenía fuerzas... estaba cansado... de verdad... Lo bueno es que ella está viva y frustré los planes del hijo del viejo lesbiano... hahaha, me rió en mi mente de que le gane.

El castaño seguía acariciando la cabeza de la pequeña que se calmó y que seguramente no tardaría en dormir.

Siento que mi momento a llegado... puedo irme tranquilo... Un hombre viejo por una niña... es un trato justo.

Suspirando, el castaño cerro los ojos y todo se volvió oscuro.

One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora