Hallábase ofuscado el Capitán Matthew mientras el coche en el que iba recorría gran parte de una cuidad a pedazos. La noche anterior apenas había pegado un ojo entre aquel dichoso dossier y la picante cobija propiciada a los soldados para pasar el invierno. Esa mañana su humor era negro, sin hablar del dolor de cabeza que le empezaba a martillar en la frente
-Genial!, lo que me faltaba- murmuró para sí mismo llamando la atención del chofer que parecía muy atento a la carretera.
-¿Desea algo Capitán?- Matthew cambió su vista hacia el espejo retrovisor del coche donde se encontró con la mirada curiosa del chofer.
-Solo dígame algo teniente Hosman ¿Queda alguna parte de esta ciudad que no esté chamuscada por las bombas?
-Solo el Registro Civil Capitán, Verá, antes de que llegáramos este lugar era más una jungla que pueblo. Muchos de sus habitantes quemaron parte de la ciudad con la Guerra Civil. Luego llegaron nuestras tropas y para intervenir y librarse del ejército tuvieron que bombardear otra gran parte incluyendo el ministerio de defensa- El capitán volvió a observar por la ventana los grandes edificios derrumbados y matizados por el humo. Aquella ciudad fantasma le provocaba un malestar que no podía explicar, desde que había escuchado en las noticias el inminente desastre en el centro de la urbe donde tantas familias perderían la vida, por alguna razón no quiso formar parte de aquel absurdo, pero allí estaba.
-Ya veo -dio por terminada aquella charla, volviéndose a sumir en sus pensamientos mientras divisaba la hermosa bahía azul llena de buques de guerra.&&&
Laura caminaba muy aprisa saliendo del registro civil, casi corría indignada, su hombro chocó con el encargado de cuidar la puerta y este se volvió hacia ella confundido
-Lo siento- siguió su camino fuera de aquel lugar, alguien le lanzó un piropo pero ella apenas prestó atención. Cada vez era más difícil la situación para que Luis volviera, y en su discusión con el oficial a cargo del caso este le había dejado caer que Luis no quería volver. Dobló por la acera en la que iba y busco sitio en unas de las jardineras que daba acceso a un pequeño parque de niños, allí tomo asiento y estiró su rostro poniéndolo al sol, suspiró agotada y decidió relajarse. No lo había pensado hasta ese momento, o a lo mejor no lo quería pensar pero y si era cierto que Luis no quería volver. Hacía un mes no se comunicaba con ella y el miedo de perder el único familiar que le quedaba la hacía sentirse muy sola. Luis era el único motivo por el que sentía que debía permanecer viva y seguir adelante. Pero y ¿si era cierto que no quería volver? -NO- pensó para sí misma mientras apretaba los parpados al sentir que el sol empezaba molestarle, bajó la cabeza observando las pequeña ramitas verdes que crecían pegadas al concreto. ¿Y si estaba en problemas? Negó con la cabeza recordando su promesa de que regresaría por ella y se maldijo mentalmente por estar atada de pies y manos. Se sentía tan inútil y con tanta rabia por dentro luego de la discusión con aquel oficial a cargo del caso que le ardían los cachetes. Observó el Registro Civil una vez más desde el lugar donde estaba y dándose cuenta de que lo único que la separaba de la oficina donde había sido atendida por aquel orangután sin ética era una cerca muy baja, lo primero que se lo ocurrió para matar su enfado fue agarrar unas cuantas piedras del parque y lanzarlas al ventanal de cristal. En su primer intento la piedra dio contra la pared, soltó una carcajada desequilibrada y siguió en su segundo intento, esta vez levantó aun más su lance, pero falló nuevamente, se sentía tan bien lanzando piedras al muy hijo de su abuela que tomó otra para seguir con la tarea, volvió alanzar la piedra y en esta ocasión fue a dar justo donde quería rompiendo el cristal con un estridente sonido, los guardias corrieron por los alrededores, pero pensó que aún le quedaba tiempo para otra hazañas al recordar el pedazo de torta que Nancy le había dulce tan apetecible.-Disculpa pequeña torta, pero tengo una gran misión para ti- estiró el brazo lo más que pudo y cuando estuvo a punto de lanzarla, una mano la agarró por la muñeca.
-Suélteme- Quejándose por lo fuerte que la apretaban trató de soltarse pero no lo logró
-¿Qué problema tiene usted con los cristales?- aquella voz era tan gruesa que la curiosidad la hizo voltearse.
-No, son los cristales, es ese maldito oficial que...-al ver al hombre de casi un metro noventa vestido de militar su voz quedó apagada. Sus amplios hombros parecían el horizonte e infundían miedo, en cambio los ojos verdes suavizaban el serio rostro marcado por los pliegues que se le formaban en el entrecejo. Laura miró el auto paqueado en la carretera y pensó en lo absorta que habría estado que ni siquiera se había percatado del ruido del auto al llegar.
-¿Ese maldito oficial qué?... Matthew volvió a repetir las palabras de Laura en busca de una explicación y esta por primera vez en su vida se sintió cohibida, sabía que estaba metida en un gran lío, pero ni 40 cm más, ni los grados en una charretera la harían amilanarse, así que levantó su frente, lo miró justo a los ojos y con una calma que no supo de donde salió le dijo
-No tengo porque justificar mis acciones, y menos en plena calle agredida de esta forma. Aún tengo mis derechos como ciudadana aunque ustedes mismos sean los culpables del realengo que se ha armado en Naiboa.- Matthew la miró levantando una ceja puesto que esperaba cualquier respuesta menos aquella. Algo le causó gracia al recordarla tan pequeña y con tanta fuerza en el brazo y hasta le pareció divertida aquella reacción. Pero como todo buen militar dispuesto a ganarse el respeto mantuvo gélida sus facciones como si no hubiera pasado nada.
-Le digo que me suelte- volvió a repetir Laura
-Usted no está en posición de pedir nada, recoja sus piedras y veremos si las lanza en el juzgado- Laura pensativa miró las piedras del suelo, levantó la vista y recorriéndolo de arriba abajo, observó sus piernas largas bien torneadas y su pecho tan bien formado. Aquel hombre despedía tanta masculinidad por donde quiera que lo mirase
- No me diga- lo miró directo a la cara y orgullosa de su valentía se sintió invencible
-Pues elimine de sus palabras los pronombres posesivos porque las piedras no son mías, están en el parqué, forman parte del medio ambiente. O acaso cree que todos somos como su gente que se apropian de lo que no les pertenece. Matthew la observó pacientemente, admirando cada uno de sus femeninos gestos, sus cejas oscuras y espesas adornando unos grandes y expresivos ojos color marrón. Bajó y admiró su boca, pero justo en ese momento sintió unas fuertes ganas de callarla a besos. Empezó a sentir que se excitaba como un adolescente en su primer beso y trató de controlar la situación
-Deje de jugar y no me provoque- se acercó aún más y le quitó la torta que traía en la mano, viendo al Teniente Hosman quien llegaba delante los guardias
-Capitán he informado a los guardias-
-Muy bien teniente Hosman- Matthew se giró a los guardias y dio su primera orden
-He atrapado a la señorita irrumpiendo el orden mientras tiraba piedras a una de sus oficinas. Condúzcanla y si necesitan un testigo búsquenme.- Entregó a Laura a las autoridades quien lo miraba con cara endemoniada.
-Al que deberían conducir es al oficial inútil que tiene ahí arriba, o conducirse ustedes mismos que lo único que han hecho es chupar como sanguijuelas a nuestro pueblo. ¿Para esto querían gobernar en Naiboa?, para quitarnos la poca paz que teníamos- Laura gritaba como loca señalando a todo mientras se retorcía haciéndole fuerza a los guardias. Matthew que la observaba de lejos aun no sabía si se trataba de una desquiciado o cuanto de cierto había en sus palabras pero de algo si estaba seguro. Su trabajo en aquel lugar no sería para nada fácil o satisfactorio.&&&
-¡No pienso hacerlo General!- exclamó furioso Matthew mientras soltaba un fuerte golpe sobre el escritorio del general O' Neils
-Capitán Adams, no es un pedido es una orden- espetó el otro mientras le lanzaba una mirada fulminante- Laura Vargas no puede permanecer en prisión por más tiempo. Vaya haga lo necesario para que la suelten y oblíguela a contraer nupcias.
-Con todo respeto general. No soy uno de sus guardias necesitados y si voy ante el juez es para acusarla. Todos en ese registro saben que fui testigo de lo que hizo, no puedo cambiar de parecer así de un día para otro o perdería el respeto que me deben. - Matthew se pasó una mano por el pelo y frunciendo el entrecejo inquirió
-¿Por qué se interesa tanto en esa mujer?- El general disgustado no le dio respuesta solo se movió a uno de sus archivos para extraer un expediente que soltó de un tirón encima de la mesa
- No se trata de su moral, se trata de algo más gordo que podría costarnos la destitución y el fracaso de nuestras misiones- El general abrió el expediente y lo giró sobre la mesa para que el otro lo viera.
- Luis de la Torre Vázquez es el novio de Laura Vargas y una de figuras de la lucha clandestina en Naiboa. Salió hace dos meses del país en una embarcación ilegal. Hace un mes nos ha llegado la información de se prepara para volver después de recaudar fondos y alistar hombres para la lucha. Hace unos días ha establecido contacto con los rebeldes de Naiboa y lo único que sabemos es que preparan algo grande que no nos puede tomar desprevenidos.
Por lo que nuestros superiores ordenan una misión encubierta donde mantengamos bien vigilada a Laura y podamos obtener información de los movimientos de Luis a través de ella- Sacó de entre los papeles una foto de Laura mientras regaba las plantas de un lugar que parecía ser su casa y se las mostró- Matthew no pasó desapercibida aquellas piernas largas y aquel pelo castaño que le caía sobre el cuello.
- General entiendo su punto de vista, pero para que obligar una boda. No tiene caso, la chica tiene novio y está claro que ella nos odia a todos.
-No me importa si nos odia. Mienta Capitán, diga que se ha enamorado perdidamente y necesita esposa para establecerse aquí o dígale que necesita el dinero de las nupcias y amenácela con dejarla en la cárcel. No sé...invente algo. Usted ya ha trabajado de esta forma, así que no creo sea muy difícil para usted improvisarse una historia creíble- Matthew suspiro cansado, miró la foto de la chica una vez más y maldijo por lo bajo pidiendo que aquella loca no le diera mas problema que el de sentirse tan excitado al verla.-Eso sí- pidió el general - trate de moverse rápido con este asunto porque no podemos seguir dándole largas a Laura con el tema de la ciudadanía de Luis o tendremos más problemas como el de ayer.
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Tu amor es mi país
RomanceLaura ahora vive en un país dominado por sus enemigos, y el Capitán Matthew Adams forma parte de ellos. Ella odia a los militares y el aborrece tener que permanecer en aquel lugar. Pero en la vida sucede lo que menos se espera y nada es lo que pare...