Capítulo 8

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El cielo que se dejaba ver entre los grandes edificios desgarrados por la guerra permanecía azul e inmóvil. Y las calles por donde las piernas de Laura se habrían paso estaban desiertas. Sin notar el clima y concentrada en las simples líneas de la acera que divisaba, Laura caminaba dispuesta sabe dios a donde. Sentía que iba a algún lado pero no lo pensaba mucho, solo percibía la felicidad y simpleza que le trasmitía caminar junto a las jardineras florecientes. Era mágico sentirse de aquella forma y disminuyó su paso para tomar una florecilla de esas que llaman brujitas, la tomó en sus manos para disfrutarla y una pequeña gota roja cayo sobre uno de los pétalos. Miró a su alrededor dubitativa y al levantar la vista notó que el lugar por el que caminaba no estaba tan hermoso como lo recordaba. Las jardineras estaban llenas de cenizas esta vez, y la pequeña tienda de rosas que antes veía colorida ahora yacía fría , sin ventanas, sin techo y cargada de manchas provocadas por el fuego. De la belleza de aquel lugar solo quedaba la flor en su mano y ahora se desvanecía desvencijada por el tiempo. Laura quería todo aquella magia de vuelta, la emoción, la esperanza, pero todo se había ido. Miró hacia la florería nuevamente y esta vez solo habían escombros, pedazos del lo que fue una vez, como si el tiempo nada perdonara en un instante se llevara. Se acercó un poco más, angustiada y deseosa por rescatar el lugar que había sido, pero un estrepitoso ruido la hizo ensordecer, miró hacia el edificio que había al cruzar la esquina y vió como el humo salía de la cima mientras se deshacía en pedazos, escuchó una voz suave, la voz de su madre, miró hacia la tienda y esta vez volvió a verla reconstruida, su madre la llamaba desde la puerta para que entrara al lugar. Se giró emocionada para ir hacia ella, pero el brazo de Matthew la agarró fuertemente sin querer soltarla.

-Es solo un fantasma, escuchó como este le decía- Laura se volteo para mirar a su madre nuevamente pero solo encontró cuerpos inmóviles y putrefactos por doquier. El cuerpo de Luis yacía desmembrado a su lado. Vió su cara por algún lugar y los ojos abiertos inmóviles la miraban de forma acusadora. El corazón de Laura comenzó a latir aceleradamente, sintió que se asfixiaba, que caía por algún abismo. Abrió los ojos sofocada, dándose cuenta de que todo era un pesadilla y de un tirón se sentó en la cama, su cuello estaba empapado en sudor y sus mejillas ardían, la sensación de tener a Matthew agarrándola del brazo parecía tan real que enseguida reviso su antebrazo en busca de alguna marca rojiza, pero nada, el cuarto estaba vació y el sol de la mañana se colaba entre las rendijas de la ventana y la cortina. El reloj de la pequeña mesita marcaba las 10 : 25 am.

-¿las diez?, ¿Cómo he podido dormir tanto?- dijo esta vez levantándose de la cama.

-Puf- bufó molesta pensando en que ahora tendría que aguantarse el día entero en aquel caserón, pero sobre todo lo que le molestaba era tener algún tipo de conversación con Elizabeth, Laura sentía que cada vez que conversaban era el blanco de una agotadora entrevista para el puesto a mejor esposa , Elizabeth siempre dispuesta a indagar sobre su vida como si a Laura le interesara contarla. Se volvió a recostar en la cama sin ganas de salir fuera y apretó la almohada fuertemente contra su cara, pasaron unos minutos hasta que se decidió por tomar un baño, la sensación de ver a Luis muerto enfermaba su mente y le causaba pánico, apretó el jabón fuertemente con un escalofrió recorriéndole la espalda y negándose a si misma la visión que rondaba por su cabeza
hasta que salió de la habitación una vez vestida y dispuesta a hacerse ella misma su desayuno. Cruzó el pasillo que daba a la saleta y miró desde allí a todos lados en busca de algún ser vivo presente pero no vió a nadie hasta que llegó a su destino. En la cocina las empleadas la miraron desconcertadas al entrar y una de ellas dijo algo en un lenguaje que no entendió. La otra le asintió con la cabeza mientras se secaba la mano con el delantal.

-Desea desayunar señora- preguntó a Laura-

-Si pero, sigan en lo suyo yo misma lo prepararé - La otra volvió a murmurar algo y y le hizo un ademán a Laura para que se detuviera, pues esta ya se dirigía a la nevera

Tu amor es mi paísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora