Capítulo 19

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Las horas habían pasado como un relámpago. La celda estaba oscura y la cama dura. Laura apenas había podido dormir aunque se sentía agotada y la cabeza le dolía a horrores. Recuerdos y recuerdos pasaban por su mente. Personas, muchas personas a las que quería. Laura habitaba en el espacio neural de su mente. Recordaba insignificantes momentos que relacionaba con el presente. Como aquel día que se recordaba sentada en la parada del bus, aun cuando Naiboa no era de los ruedianos. Recordaba el bullicio que se esparcía mientras esperaban la guagua. Todos a su alrededor mantenían una conversación distinta pero todas referidas a un mismo tema, el gobierno. Ya estaba cansada, ese día estaba harta y tomo sus gafas para taparse los ojos como si eso le tapara los oídos y pudiera dejar de escuchar a la señora mayor que se sentaba a su lado.
- Hasta cuando tenemos que aguantar que nos maltraten - decía la señora
- Este gobierno no da más. Ya han subido el precio del transporte 5 veces- Laura ya no quería escuchar lo que sabía. En ese momento indiscutiblemente la señora no creía que aún de ese modo era feliz teniendo en cuenta todo lo que vino después. Laura soltó un resoplido cansada y la señora notó su resistencia a escucharla por lo que dijo algunas palabras más y se calló, pero no fue suficiente, el grupo de al lado ahora hablaba de la indignación que habían tenido que pasar para comprar divisas. Laura hizo caso omiso de nuevo, ella era feliz junto a Luis aunque el mundo se desmoronara, cosa que vino después. Miró por unos instantes al frente, justo le quedaba el cementerio delante y un grupo enterraba un ser querido, miró luego más a la derecha y vio como un minusválido en silla de ruedas luchaba debajo del sol del mediodía para bajar de la acera. Miró a su alrededor y sintió pena por esas personas que vivas y físicamente bien ahora solo se dedicaban a quejarse sin más. Ella estaba cansada del palabrerío y mirando de nuevo el cementerio de preguntó si el espíritu del fallecido se habría separado de su cuerpo al morir, se preguntó que habría después de la muerte y si el alma del fallecido podría mirar con pena a sus allegados. Se preguntó tantas cosas que sabría no recordaría luego que dejo de existir en ese lugar pasando al limbo paralelo. Se encontraba ahora recordando aquel pasado y a punto de morir. Cuando volvió a poner los pies en tierra, recordó a sus compañeros y donde se encontraba, el día anterior los habían declarado traidores y condenados a morir sin un juicio justo. No quería saber ni pensar en Matthew que luego de su muerte pasaría a viudo y sus problemas se resolverían, era mejor de ese modo. Sabía que Nancy en cambio sufriría mucho, pero la entendería y a Luis lo había perdonado por sus engaños, ahora morirían al mismo tiempo. Si había algo con lo que su conciencia no estaba en paz era con Raquel, no debía haberla tratado de aquel modo, Raquel era su amiga de siempre y haría cualquier cosa por poder decirle que estaban en paz.

Un soldado con el arma bajo del brazo vino a sacarla de sus desolados recuerdos mientras ordenaba que se levantara. La condujo por un pasillo solitario hasta que salieron fuera y los ojos de Laura trataron de acostumbrarse a la luz. El tiempo era húmedo y oscuro, apenas serían las 9 de la mañana e iban formando el pelotón de fusilamiento un grupo de soldados, esa sería la hora de su final pensó para sí misma y vio a Matthew moverse quien apenas se fijó en ella. Miró al frente decidida y allí frente a la pared verde ensangrentada vio a sus compañeros, a Luis, todos parecían perderse en cavilaciones excepto Olivia que lloraba y rezaba. Ocupó su lugar y le amarraron las manos a la espalda, su mirada advirtió a Luis y no tuvo tiempo de mirarle a los ojos porque alguien dio una voz de mando.

-¡Levanten armas!- en ese momento recordó a su madre, a su familia ¿volvería a verlos? Quería pensar que si, soltó un suspiro y quedó lista, hasta que volvió a ver a Mathew salir de unas oficinas y asentirle al superior. Le pareció que venía hacia ella y así fue, llegó como una tromba marina mientras todos lo observaban. Le desamarró las manos limitándose a hablar y Laura no quiso que la tocara, no quería que la sacara de allí y desde el momento que lo vio asentir supo que no lograría que la dejara morir en paz

Tu amor es mi paísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora