Capítulo 18

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Era la segunda vez en el año que Laura iba a la cárcel. Tras barrotes fríos y paredes mohosas los mantenían ahora como prisioneros de guerra a ella y al grupo de enfermeras incluyendo a su jefe. A pesar del número de prisioneros el silencio llenaba las celdas contiguas, una para las mujeres y otra para hombres. Esa mañana que los habían apresado Laura había visto la muerte pasar muy de cerca, recordar el horroroso momento en que los guardias ruedianos asesinaron a tiros a cada uno de los heridos que con tanto esmero habían estado cuidando. Laura se abrazaba la piel de los brazos y no quería recordar más, quería que aquel silencio engañoso acabase pronto. No estaba al tanto de que harían con ellos pero si de algo estaba segura es de que allí no se quedarían según escuchó decir a un guardia. Ya casi anochecía y todos permanecían cabizbajos y meditabundos. Todos añorando que la guerra acabase y los ruedianos volvieran a su país con la cabeza entre las piernas, pero ahora ese era un sueño muy lejano.

-¿Creen que alguien sepa que estamos aquí?- preguntó Raquel y Carmen negó con la cabeza

-No lo creo, los ruedianos tienen muchas bases y campamentos, por no decir que tienen ocupadas las dos prisiones de Naiboa. Para otros podríamos estar hasta enterrados- Ovidio del otro lado rechinó los dientes molesto

-La misma tumba en la que dejaron a los heridos los animales estos- Todos hicieron silencio y Olivia zarandeó los barrotes de la celda para hacer ruido pero estos apenas se movieron.

-Sea como sea hay que seguir adelante y si estamos unidos somos más fuertes- todos le dieron la razón y Marta otra de las enfermeras habló

-Si les soy sincera nunca pensé que terminaríamos de esta forma, siempre tuve la esperanza de que ganaríamos la guerra y ahora siento que esto es surrealista y que vamos a terminar bien.

-Todo saldrá bien querida- repitió Carmen para darle consuelo aunque todos sabían que no lo sentía de esa forma - A mí me espera mi esposo y eso me da fuerzas para querer salir de aquí con vida

-A mí me espera mi hijo, debe haber crecido mucho desde que no estoy- mencionó Olivia con tristeza.

-¿Y a ti quien te espera Laura?- preguntó Marta curiosa y Laura respondió sin la más mínima duda

-Mi vecina Nancy que es como mi madre y sus pequeños a los que adoro- pensó que a lo mejor Luis pero no quiso mencionarlo, Mathew por otro lado ya formaba parte de su pasado y después de irse apenas la recordaría como ella a él.

-¿Y tu esposo, al que aún amas?- preguntó Olivia y Laura sonrió para sus adentros con ironía

-De veras quieren saber quién es mi esposo, del que estoy a punto de divorciarme- Todos la miraron expectantes y Laura tomó asiento para contarlo pero  unos sonidos espantosos empezaron a salir de otra celda interrumpiendo su confesión. Eran los chirridos de taladros junto a un grito espeluznante que le erizaban  la piel a cualquiera.

-¿Qué es eso? - Marta se levantó despavorida mirando a sus alrededores hasta que los gritos volvieron

-Oh dios, esto nos espera a nosotros- expresó asustada Oristela, la enfermera de más edad que hasta el momento permanecía callada y nadie fue capaz de negarle nada. Todo podría pasar en ese momento.

Un guardia uniformado se acercó a los barrotes y Ovidio enfureció aún más

-Cuando dirán que harán con nosotros- enloquecido se acercó a los barrotes y cuando el guardia giró la cara Laura lo reconoció

-Luis... ¿Qué haces aquí?- salió a su encuentro y todos se miraron sorprendidos. Luis sacó algunas llaves de su bolsillo y la introdujo en la cerradura

-Ahora saldremos de aquí, hay pocos guardias en la entrada y traje armas con silenciador

-¿No te reconocieron los guardias?- preguntó Laura y Luis negó

Tu amor es mi paísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora