--Lou ¿crees que elegimos todos los regalos todos los regalos que los bebes pidieron?—le pregunto en cuanto entramos a nuestra casa de Los Angeles, siempre que mi esposo y yo podemos escaparnos de las obligaciones que tenemos nos vamos a descansar en ella, el resto del año vivimos en Doncaster, Louis y yo siendo cantantes, nos esforzamos mucho en mejorar nuestras voces , algo que no toma demasiado de nuestro tiempo ya que las sesiones solo son 3 veces por semana y solo dos veces en la semana es tiempo completo, lo que es maravilloso ya que podemos dedicarnos el resto de las horas a nuestra familia, aunque en la opinión de nuestro amigo Ed según el tenemos que explotar nuestro tiempo libre en otras cosas. Además que lo único que hago es pasearme todo el día en ojotas levantando juguetes tirados por toda la casa, cocinar la cena sin necesidad al tener dos mujeres que nos ayudan con los chicos que pueden prepararla mejor de lo que yo lo hago, o persiguiendo a mis activos hijos, aunque no deseo que mis hijos sean cuidados por ellas, bien podría encargarse Jay, tal cual lo hace con sus hijos Ernest y Doris, pero como siempre le recalcó que ya hice todo las cosas que tuve que hacer ese día y tengo mucho tiempo para ellos. Y si a mi esposo no le importa mi tonto deseo de encargarme de mi familia personalmente, pues nadie debe prohibirme hacer eso, además que tenemos el suficiente dinero como para mantenernos, debo aclararle que no es molestia en comprarle todo lo que mis bebes quieren y pidan, aunque la satisfacción que me proporciona el no perder los momentos importantes con mi familia compensa con cualquier pérdida económica—espero no haber olvidado nada de lo que durante todas estas semanas mis pequeñitos han estado nombrando.
--¿Pero si en la carta que los niños hicieron se supone que pedían sus regalos?—me dice algo sorprendido por mis palabras, se ve algo divertido con los brazos cargados de paquetes, ahora que lo pienso creo que compré demasiadas cosas—se supone que la leerías la semana pasada. Y la harías desaparecer aprovechando que llevé a los niños con Niall para su pijamada con Theo.
--Bueno, estuve muy ocupado ese día y pues solo no se me ocurrió eso.— en realidad es que cuando estaba por salir de nuestra habitación para sacarla del árbol donde mis bebes la habían dejado la noche anterior me fije que el armario estaba abierto y cuando fui a cerrarlo mis ojos se posaron en unos pantalones que hace un tiempo había comprado y aun no tenía la oportunidad de lucirlos ante Lou, pues decidí hacerle una sorpresa a mi esposo.
--Por eso caminamos tanto comprando todos esos regalos –me mira algo a enojado ante mi olvido, pero aún así comienza con su trabajo de esconderlos –si hubieses leído la carta habría sido más fácil, habríamos ido directo por lo que pidieron, ¿acaso no se supone que esa fue la razón por lo que sugeriste que escribieran a ese hombre obeso?
--¡Dios, Lou!—me mira rodando los ojos por mi olvido—perdón, es que se me olvidó la dichosa carta—hago una mueca de pena por mi lapsus, algo que le encanta y el solo regresa con su trabajo—amor apúrate con esos regalos, hay que guardarlos antes de que los niños regresen por la noche—lo veo esconder de uno en uno y de muy mal modo los regalos navideños en el compartimiento secreto sobre un armario pequeño bajo el piso, yo no sé por qué está tan enojado si esta vez solo nos hemos demorado un par de horas en el shopping—escóndelos bien, no quiero que mis bebes los encuentren.
--¿No sería mejor haberlos dejado en nuestra habitación?—me mira con esa linda cara que sabe que me encanta pues me recuerda al tiempo en que teníamos 18 y 16 y nos escondíamos para amarnos en cualquier lugar—me has hecho cargarlos durante más de cinco horas, ¿acaso sabes cuánto pesan?, pude haber aprovechando este día sin los niños en algo más relajante que comprar, ya estoy muy viejo para que me tengas de aquí para allá cargando tus cosas.
--Amor, no te pongas así, tu jamás serás viejo ante mis ojos –me acerco muy lentamente como sé que le agrada y pego todo lo que me es posible mi cuerpo a su espalda—además, sabes que cuando te enojas me enciendes como el fuego a una vela.