—No entiendo nada, Riku. –musitó el ahora asustado castaño.
A pesar de que mantenía su ceño fruncido, intentando aparentar una actitud más violenta y profundamente molesta que asustada y confundida, Riku conocía demasiado bien al que había sido su mejor amigo durante tantos años como para saber cómo se sentía. Incluso sonrió de forma maliciosa, observándole con excesiva minuciosidad; aquel ligero temblor en sus manos y sus piernas no había pasado desapercibido para el peliplateado.
—¿Quién iba a decir que el portador de la llave-espada, héroe de todos los Mundos, iba a estar asustado de su mejor amigo? –comentó, con su voz cargada de burla y cierto desprecio.
Pero los ojos aguamarina del mayor pudieron percibir el cambio en la mirada de Sora, ahora triste, preocupada, decaída. El desorientado joven ya no le dedicaba toda su atención; en su lugar, miraba a la pelirroja que cargaba en sus brazos, inconsciente. Emitió una especie de débil gruñido.
—Tú eres el culpable de que ella esté así. No intentes hacerte la víctima. –lo acusó.
—¿¡Qué!? Yo no le hice nada. Ella… ¡ella está bien! –aseguró el menor, atreviéndose a avanzar un par de pasos, pero el que creía su amigo retrocedió.
—Eres más estúpido de lo que pensaba.
Su voz, fría y cortante, hizo retroceder al ojiazul.
—¡Hablo en serio! Kairi quiso darme su mano, ¡pero te la llevaste! Y… la vi, la vi varias veces. ¡Es la verdad!
—Ya has ofendido suficiente a la memoria de Kairi, Sora. –sentenció, dejando el cuerpo de la joven sobre el suelo. —¿No crees que ya está bastante dolida? Te has olvidado de ella.
—¡Eso no es verdad! Os busqué por todas partes. Quería encontrar-
—Cállate. No soporto tus mentiras. –lo cortó el mayor. —Estabas demasiado ocupado jugando a ser un héroe para preocuparte por nosotros.
Sora quiso replicar, insistir en que su amigo estaba equivocado, pero se sobresaltó al ver que éste sacaba su arma y retrocedió aún más. Estaba empezando a atemorizarle de verdad; jamás había visto a Riku así, enfadarse de esa manera, hasta el punto de querer dañarle. Y tampoco esos ojos le habían mirado con tanto rencor, incluso odio.
Jamás, en sus catorce años de vida, había llegado a creer que su mejor amigo lo odiaba. Y se sorprendió a sí mismo descubriendo que no era a Riku a quién temía; era a ser repudiado por él.
—No estás haciendo lo correcto, Riku. Debes saberlo, antes de que… sea tarde. –le advirtió Sora.
—Eres tú quién no está haciendo lo correcto. Nos has abandonado.
El peliplateado, con sus ojos ligeramente anaranjados, chasqueó sus dedos e hizo aparecer a varios sincorazón en la habitación. Sora se pegó a la puerta, ahora asustado de verdad, observando a aquellas sombras… y comprobando, intranquilo, que todas ellas tenían su misma silueta.
Estaba rodeado de sombras idénticas a él. Y parecían dispuestas a atarcarle.
Volteó para marcharse, buscar a sus compañeros de viaje. Sin embargo, la puerta seguía firmemente cerrada. Su respiración comenzó a agitarse, y sus manos temblaban de una forma aún menos disimulada. Necesitaba salir de ahí, tenía que salir a toda costa. Quiso convencerse de que todo aquello era una pesadilla, de que ese no era Riku… y que aquel cuerpo tendido en el suelo, inerte, no era Kairi.
Se apartó, haciendo aparecer su llave-espada, dispuesto a golpear la puerta hasta destrozarla, pero tuvo que retroceder al ver que los sincorazón se lo impedían. Sabía que había más tras él, y no tenía más remedio que acabar con todos.
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Kingdom Hearts: Amigo Imaginario [Yaoi]
FanficSora tiene un amigo imaginario, o eso creía Riku, pero las cosas eran más complicadas de lo que parecían... ¿Qué habría pasado en Kingdom Hearts si cierto personaje hubiera decidido entrometerse? ¿Habría triunfado la Luz en este caso? Derechos reser...